LA IGLESIA DE LAS BIENAVENTURANZAS

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


29 de Enero de 1978

Sofonías 2,3; 3, 12-13
1 Corintios 1, 26-31
Mateo 5, 1-12

 

NOS ACERCAMOS A JESÚS

La escena del Evangelio que acaban de escuchar, queridos hermanos, tiene todavía actualidad. Ese gentío que se va acercando a Jesús, no ha terminado de acercarse; somos esta mañana nosotros, los que hemos venido a la Catedral o los que se reúnen en torno de la palabra de Dios en cualquier templo o ermita o reunión, para reflexionar esa palabra. Nos acercamos a Jesús y Él se puso a hablar enseñándoles. Este magisterio de Jesús se pro1onga y va tomando una actualidad, de tal manera que Jesús siempre se siente presente en el pueblo, en la sociedad, en la familia, en el grupo, en la comunidad, que quiere alimentarse de esas divinas orientaciones.
 

ENSEÑANZA ETERNA Y REALIDADES

Por eso, hermanos, para mí, este momento de la misa de 8 en Catedral y a través de la radio, en comunión de tantas comunidades de la Arquidiócesis, es un momento solemne, es un momento de Sermón de la Montaña, es un momento en que yo siento que junto a Jesús estamos todos. Él es el maestro, yo no soy más que su humilde repetidor, pero es Él el que a ustedes y a mí nos quiere enseñar cómo guiar nuestros pasos, hacia las Bienaventuranzas, hacia la felicidad. Por eso, hermanos, a mí me preocupa siempre, en la predicación de cada domingo, hacer que esa enseñanza eterna y actual de Jesús se enmarque en las realidades que vivimos. Y cada uno tiene que hacer ese esfuerzo de actualizar por él, para su familia, para su pueblo, esa eterna palabra que vale para todos, pero no de igual manera, sino que a cada uno según sus necesidades, sus circunstancias. Por eso tengo cuidado de narrarles aquí por lo menos aquellos aspectos más salientes de la semana.
 

VISITA DEL SECRETARIO ADJUNTO DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO DE LOS EE.UU.

De parte de la Curia Arzobispal, por ejemplo, esta semana ha tenido un signo de los tiempos, y ha sido su visita que le hizo el Sr. Secretario Adjunto del Departamento de Estado de los EE.UU. Sr. Todman. Estando en El Salvador tuvo la atención de visitar al Arzobispo, donde hubo una conversación muy cordial, de la cual entresaco estos pensamientos: Él dice que el celo por los derechos humanos es parte de su vida. Hay que tener en cuenta que él pertenece a la raza negra, la cual significa en EE.UU. una de las marginaciones más anticristianas. Él lleva en su vida, en su raza, como muy grabado en su existencia, este derecho de la igualdad de los hombres.

También me gustó oír la coincidencia de su pensamiento con el pensamiento de la Iglesia, cuando dijo que la raíz de toda violencia, de todo terrorismo, es la injusticia social de los pueblos, y que es un deber hacer funcionar las estructuras de un país para lograr el bien de todos. Y si esas estructuras no están adecuadas para ese bien común, la obligación de cambiarlas, porque no es el hombre para las estructuras -añado yo de parte del Evangelio- sino las estructuras para el hombre. Aplicando este pensamiento tan sabio, digo yo que esta es la voz de la Iglesia. La adaptación de unas estructuras políticas, económicas, sociales, en que el hombre salvadoreño se pueda desenvolver con toda esa libertad y dignidad que Dios le ha dado. Que hay unas estructuras que no funcionan en este bien común, es necesario, pues, cambiarlas.

También el Sr. Todman comprendió cuando personalmente le decía yo que las buenas relaciones Iglesia-Gobierno no deben ser para beneficio o prestigio personal, sino para positivo servicio del pueblo. "Me gusta mucho -me dijo- oír esas frases".
 

VISITA DE SOLIDARIDAD DE HOLANDA

Entonces, hermanos, también quiero recordar otra visita muy significativa de parte de la Solidaridad Católica de Holanda. Unos cristianos que quisieron hacer un viaje hasta nuestra patria, oír nuestras circunstancias y prometernos su ayuda, su solidaridad. Quiero agradecérselos públicamente y comunicar a ustedes, radiooyentes y queridos católicos, la alegría de esta comunión. Esa es la Iglesia: Comunión, de tal manera que los méritos, las alegrías, las penas de un cristiano, redundan en bien de todo el organismo cristiano.

Estos gestos de solidaridad que han abundado para nosotros, Iglesia de la Arquidiócesis de San Salvador, tengámoslos siempre muy en cuenta, para que también nosotros sepamos palpitar con las preocupaciones, las angustias de otras diócesis de otros países. Esto es vivir como familia, la familia de Dios extendida por el mundo.
 

ANIVERSARIO DEL PRIMER SACERDOTE EXPULSADO

Ayer en la Parroquia de Apopa conmemoraron que hace un año fue expulsado su párroco, Padre Mario Bernal. Yo quiero aprovechar esta circunstancia para aclarar qué es lo que la Iglesia quiere respecto de estos sacerdotes echados del país o prohibidos de entrar. No es cierto que yo esté exigiendo que entren; lo que estoy pidiendo es que se revisen las causas, ¿por qué fueron echados?

Esto lo exige la justicia, lo exige el prestigio de la Iglesia y el prestigio personal de cada sacerdote; para que no queden cargando con eso que fue como la falsa motivación para echarlos: son comunistas, son subversivos, no respetan las leyes del país... Yo sólo pido que se aclaren esas acusaciones y si son culpables, que se les castigue. Pero si se les ha echado simplemente y se presenta como un hecho consumado, creo que no es justa esa actitud. De modo que quede bien claro, que no estoy pidiendo yo que regresen, sino que se examinen sus causas.
 

VIDA DE LA IGLESIA

En la vida de la Iglesia, queridos hermanos, tenemos cosas muy interesantes y consoladoras.

Saludamos al nuevo párroco de María Auxiliadora, el Padre Giraudo, que ha sustituido al Padre Alas, quien ha pasado a ayudarle a Monseñor Rivera en Santiago de María.
 

NUEVO SEMINARIO

Una alegría muy grande para mí fue la de ayer por la tarde en Chalatenango: Se inauguró allá, con pequeño grupo de jóvenes estudiantes de Bachillerato, el Seminario Menor que lleva el nombre del patrono de Chalatenango: San Juan Bautista. Es toda una esperanza aquel Departamento tan fecundo en vocaciones, teniendo ya cerca un centro de educación eclesiástica, estamos seguros que nos dará muchos consuelos sacerdotales. Queremos felicitar al P. Fabián Amaya, a todos los colaboradores que hicieron posible este sueño de un Seminario en Chalatenango.

También les anuncio que dentro de pocos días se abrirá el curso nuevo de San José de la Montaña, que como ya les he ido informando, estará repleto de jóvenes, tanto en el Menor como en el Mayor. Menor son aquellos jóvenes que están sacando su Bachillerato y Mayor son los Bachilleres que ya estudian su Filosofía y estudian su Teología. En uno y en otro, nuestra Arquidiócesis ha recibido de parte del Señor una abundante bendición de vocaciones. Les invito a que agradezcamos eso al Señor.
 

EL SEMINARIO ES DE TODOS

Y como les decía ayer en Chalatenango, hoy lo digo para toda la Diócesis: Yo quisiera, hermanos, que todo el pueblo de Dios sintiera como suya la obra del Seminario, porque así es. La renovación del sacerdocio por los jóvenes llamados al servicio de Dios es alegría, esperanza de todo el pueblo, no sólo del Obispo. Y por eso necesitamos que todos oren y todos apoyen moralmente, impulsen que el joven del Seminario no se sienta solo ni raro, sino que sienta que es alguien que se prepara y lo espera el pueblo con ansia, con cariño. Manifestemos para nuestro Seminario, pues, un ambiente de apoyo moral y también no me avergüenzo de pedirles el apoyo económico. Nos hemos lanzado a una tremenda aventura cuando recogemos en un verdadero internado -ya saben los maestros, lo que cuesta hoy un internado, pero todo sacrificio es poco, si logramos sacerdotes según el corazón de Dios-, y para ese apoyo económico, hemos pensado volver a aquella costumbre de consagrarle los terceros domingos. El tercer domingo de cada mes, la colecta que se haga en las parroquias y también donativos en víveres y en otras maneras de ayudar por medio del párroco, háganlas llegar a los Seminarios. Aquí los terceros domingos, pues, seremos mendigos del Seminario para que todos puedan ayudarnos y que cada párroco en su parroquia recuerde esta colaboración que generosamente nos va a dar sin duda el Pueblo de Dios.
 

A LAS CARMELITAS DE SAN JOSÉ GUADALUPANAS Y CARMELITAS MISIONERAS

En la vida religiosa, quiero felicitar a las Carmelitas de San José por su profesión y, sobre todo, por la abundancia de vocaciones que están teniendo. Cuando se pregunta a las jóvenes qué es lo que les atrae a esa Congregación, es un bello testimonio decir: Es la sencillez de su vida, es la unidad y el amor que se muestra entre ellas y, sobre todo, ese generoso servicio de Iglesia que prestan en parroquias, en centros de promoción. Gracias a Dios que no son sólo las Carmelitas sino que hay varias congregaciones que están en este apostolado directo con nuestro pueblo y que sin duda Dios las va a recompensar con muchas vocaciones.

Las Madres Guadalupanas esta semana van a cumplir su centenario de vida. Las encomendamos al Señor y las felicitamos.

También las Carmelitas Misioneras, que tienen el Hospital de la Divina Providencia, invitan para mañana a las 6 de la tarde a una misa de acción de gracias, al cumplirse 12 años de existencia y de beneficencia en ese Hospital, que de verdad es obra de la Divina Providencia. Es una obra milagrosa y el que quiera palpar lo que es Dios con su providencia, visite y ayude esa obra. Mañana sobre todo, en su aniversario.
 

OTRAS VISITAS

He visitado las comunidades de San Antonio en Santa Tecla, donde un fiel servidor de la Iglesia nos da ejemplo de perseverancia: Monseñor Alvarenga, llegando casi al centenario de su vida, fiel al servicio de su parroquia que él mismo originó y ha administrado.

Visité también la obra del Buen Pastor, donde hay cambio de Superioras y donde se nota un generoso espíritu de amor a esta juventud que se alberga bajo sus aulas.

Visité también Aldeíta, un cantón de Tejutía, donde junto con el pueblo de El Paraíso, van a constituir una nueva parroquia. Las Hermanas Betlemitas y el Padre Gabriel Rodríguez están haciendo una obra muy hermosa de apostolado en aquella región.

También tuve el gusto de ser peregrino de Esquipulas, en el Santuario de Santa Cruz Michapa, donde el Padre Ayala y su comité muy entusiasta trabajan por la obra de aquel pueblo.

En el Calvario se está celebrando este domingo la fiesta patronal del Señor del Calvario. Es un lindo Crucifijo que marcha con esa comunidad, que nos remonta hasta los orígenes de esta ciudad de San Salvador.
 

SEMANA POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Mis queridos hermanos, sobre todo quiero alegrarme y darle gracias al Señor por la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se clausuró en forma muy fervorosa, en esta Catedral, el miércoles de esta semana. Los que no pudieron venir y estuvieron ofreciendo al Señor sus enfermedades, su dolor, su ausencia, son generosos bienhechores de esta obra de unidad. El precioso telegrama del Padre Cortés dice: "Desde mi lecho de enfermo, participé Semana de Unidad, escuchando y ofreciendo mi sufrimiento. Felicítole por celebración nunca vista aquí".

De veras, hermanos, el Señor nos ha bendecido con esta idea, que ha sido acogida por católicos y protestantes de buena voluntad y que saben que mientras no logremos esa unidad querida por Cristo seremos un estorbo para la evangelización del mundo, y que, en cambio, el día en que la unidad de todos los que creemos en el Evangelio de Cristo se manifieste al mundo entero ya esa unidad será la más elocuente llamada al Cristianismo. Todo el mundo será cristiano el día en que los cristianos de hoy compactemos nuestra unidad. De modo que, aunque haya terminado la semana de unidad, yo les suplico que sigan encomendando en sus oraciones, ofreciendo sacrificios, haciendo esfuerzos de acercamiento, católicos y protestantes y también ortodoxos, aunque entre nosotros esta rama de la separación, los ortodoxos, no es muy numerosa. Pero todos busquemos la unidad, sobre todo dentro de nuestra Iglesia.

Y por esos hermanos, el sentido de la homilía de hoy podría ser éste: La Iglesia de las Bienaventuranzas. Domina en las lecturas de hoy, en la liturgia de la palabra, esa preciosa página de San Mateo: las Bienaventuranzas. Pero para comprender un poco el sublime misterio de esas ocho normas dadas por el mismo Cristo para conocer si un hombre es verdaderamente cristiano o sólo es de apariencia, es necesario tener en cuenta todo el marco litúrgico de la palabra de hoy. Remontarse hasta la primera lectura de un profeta del Antiguo Testamento, llamado Sofonías, y luego mirar la realización de esa palabra de Cristo en las primitivas comunidades cristianas, tal como nos narra hoy la segunda lectura de San Pablo a la comunidad de Corinto. Así comprendemos lo profundo de esta invitación del Divino Maestro.

Pero todavía les adelanto esto: No comprendemos toda la grandeza de las Bienaventuranzas porque desde que las pronunció Cristo, se ha desatado sobre el mundo una revolución moral que todavía no ha llegado a su cúspide, estamos en camino hacia ella y no la comprenderemos hasta que llegue a ser una realidad esa meta: El Reino de los Cielos, que se promete como premio de cada una de las Bienaventuranzas. Son ocho caminos, pues, abiertos hoy a la humanidad por los cuales hay que caminar llenos de fe. Para comprender esta Iglesia de las Bienaventuranzas, yo quiero proponerles como de costumbre, estas tres ideas. Las tres son tomadas del Viejo Testamento, encarnándose en el Nuevo.

1ª.) EL RESTO DE ISRAEL SE PROLONGA EN LA IGLESIA.

2ª.) EL DÍA DEL SEÑOR NOS ABRE A PERSPECTIVAS ESCATOLÓGICAS, A LA ESPERANZA CRISTIANA.

3ª) CRISTO ES LA FUERZA DE ESTA IGLESIA QUE PEREGRINA EN FE Y ESPERANZA.

Son tres frases de las lecturas de hoy.
 

1ª) EL RESTO DE ISRAEL SE PROLONGA EN LA IGLESIA

El resto de Israel es la manera de describir los profetas a ese pequeño grupo de fieles que permanecen fieles a la promesa, al seguimiento de Dios. Dios ha llamado a hacer una alianza con su pueblo, el pueblo del Viejo Testamento; pero este pueblo, propenso a la idolatría, al materialismo, a la búsqueda de las cosas fáciles de la tierra, se olvida de Dios. Pero siempre queda un resto, un grupo fiel y a éstos se dirigen los profetas. Y desde ese resto de Israel se denuncian todos los abusos, todas las injusticias, todos los materialismos del Israel infiel. Por eso les digo, hermanos, que es necesario leer la Biblia, teniendo en cuenta las circunstancias en que vivimos nosotros. Y San Pablo empalma este grupo cristiano que sigue a Cristo con ese grupo fiel: EL RESTO DE ISRAEL. Por tanto, este grupo de fidelidad a Cristo tendrá que vivir en la historia de sus pueblos las mismas vicisitudes que el resto de Israel.
 

EL RESTO DE ISRAEL

Es conveniente leer el Viejo Testamento, leer sobre todo los profetas y escuchar en el acento de los profetas las reprensiones severas, los llamamientos al orden que los profetas hacían, incluso a los reyes, a los gobernantes, a los ricos, a los que abusaban, a los que atropellaban a su pueblo. Ustedes son la causa de que Dios rompa su alianza con este pueblo, les decían los profetas; y llamaban a penitencia: Conviértanse, renuévense. Es el Cristo que continúa en la Iglesia, el reclamo del deseo de ser fiel a Cristo para reclamar a quienes frágiles, así como todos nosotros, pero no hacen el esfuerzo de secundar el llamamiento de la santidad, sino que se hacen idólatras del dinero, del poder, de las cosas de la fierra. Conviértanse, sean fieles a la alianza de su Bautismo, sean fieles a su Señor.

Este es el Resto de Israel, al que alude Sofonías después de describir las terribles injusticias de aquel tiempo: los orgullos, los lujos de los poderosos, para llamarlos y prometer: "en medio de ti dejaré un pueblo pobre y humilde", dice la palabra de hoy de Sofonías. Esto es lo que quiere la Iglesia: un pueblo humilde, un pueblo seguidor de Cristo, UN RESTO.

Hermanos, no son las grandes muchedumbres las que nos deben entusiasmar sino la autenticidad, la calidad de los cristianos, la sinceridad de buscar a Cristo.
 

¿QUIÉN PERTENECE A ESE RESTO?

Por eso me alegra que en estas horas que es difícil ser fiel a Cristo haya muchos cristianos en la Arquidiócesis, en la ciudad, en el campo, en todas las categorías. Pero aquí se conoce, pues, quién es fiel, quién pertenece a ese RESTO de fidelidad. Que mi llamamiento, pues, en nombre de Jesucristo, llegue a los corazones y todos queramos, no ser impecables, no ser ángeles de la tierra -todos somos pecadores, todos tenemos malas tendencias-, pero que al menos, se note un esfuerzo de autenticidad, de confesar los pecados y de luchar por no estar contentos nunca, entronizando el pecado en el mundo. Que luchemos por derribarlo. Llámese egoísmos, orgullos, vanidades, etc.

El esfuerzo de un RESTO de Israel es no estar contento con la mediocridad del pueblo, sino ser verdaderamente un pueblo pobre y humilde. Ya vamos a explicar el sentido de esas palabras.
 

EL ESPÍRITU DE AVARICIA

Pero antes, hermanos, quiero leerles una palabra de la Encíclica Populorum Progressio, para que vean lo que el Papa describe como ruina del espíritu de avaricia, que va contra el espíritu de pobreza: "Es legítimo el deseo de lo necesario y el trabajar para conseguirlo, es un deber; pero la adquisición de los bienes temporales puede conducir a la codicia, al deseo de tener cada vez más y a la tentación de acrecentar el propio poder. La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los más desprovistos que de los más ricos".

Tengamos en cuenta esto, hermanos: el espíritu de avaricia puede ser también el espíritu de los que llamamos pobres pero que no son pobres porque tienen el corazón apegado a la avaricia. De modo que puede hacer víctimas tanto en la clase desposeída como en la clase rica; y lo que hace es suscitar en unos y otros un materialismo sofocante.
 

LA AVARICIA, SUBDESARROLLO MORAL

"Así, pues -continúa el Papa-, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente, necesario, para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión desde el momento en que se convierte en el bien supremo que impide mirar más allá". He aquí las consecuencias: "Entonces los corazones se endurecen, los espíritus se cierran, los hombres ya no se unen por amistad sino por interés, que pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva del poseer, se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza". Y fíjense en esta frase lapidaria con que termina el Papa: "Para las naciones como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral". Quiere decir que subdesarrollados no sólo son los que carecen de bienes materiales: también son subdesarrollados morales los que, teniendo todas las comodidades, tienen espíritu de avaricia.
 

2ª) EL DÍA DEL SEÑOR NOS ABRE A PERSPECTIVAS ESCATOLÓGICAS, A LA ESPERANZA CRISTIANA

Por eso, hermanos, mi segundo pensamiento es abrirnos a las Bienaventuranzas. La bella página que hoy domina en la liturgia de la palabra, debía de ser objeto de reflexión durante toda la semana. ¡DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS! San Mateo añade: DE ESPÍRITU, en el espíritu, pero en su origen esta frase simplemente dice: DICHOSOS LOS POBRES. San Lucas no agrega en el ESPÍRITU. Y cuando el profeta Isaías anuncia que Cristo predicará el Evangelio, dice simplemente A LOS POBRES. Y cuando se escribía el Evangelio de Mateo en aquel mundo, judío o grecorromano, abundaba como hoy, la clase pobre.
 

¿QUIÉN ES EL POBRE?

No tengamos miedo, pues, de decir que esta Bienaventuranza se refiere a los pobres, pero no a cualquier pobre como nos dice el Papa, que hay pobres con espíritu de avaricia, sino al pobre que hace de su pobreza toda una ética. El pobre es aquel que no tiene suficiencia en sí mismo y hasta corre el peligro de hacerse servil, porque hay un sentimiento psicológico de incapacidad, de inseguridad. Esta inseguridad psicológica del pobre es la que Cristo quiere aprovechar para abrirlo a la esperanza del que todo lo tiene, para el que nada es imposible: DIOS.

Dichosos, pues, los que aprovechan su pobreza para abrirse a la esperanza. Es una página que nos abre a la esperanza, en medio de las tribulaciones. No para predicar el conformismo, ¡JAMÁS LA IGLESIA ES CONFORMISTA!, sino para decirle al hombre que lucha en esta tierra, que no lo haga como nos acaba de decir Pablo VI, poniendo como finalidad de su trabajo el tener, la avaricia. Eso es despersonificar al hombre, eso es llevar al hombre al subdesarrollo moral; sino que trabaje, que luche por tener comodidad para él y su familia, pero que su corazón esté abierto a la esperanza y su amor al servicio de los demás.

¡DICHOSOS LOS SUFRIDOS!, dice Cristo, porque ellos heredarán la tierra. Casi se oye aquí en las palabras de Cristo el eco de Dios prometiéndole a Abraham una tierra, la tierra de la esperanza, el cielo nuevo, la tierra nueva; el de la justicia, el del amor que los cristianos esperamos, no en este mundo, aunque si se debe de reflejar en este mundo, pero cuya realidad está más allá de la historia y será nuestro destino.

¡DICHOSOS LQS QUE LLORAN! Lloran porque no tienen las alegrías mundanas que otros tienen; lloran también porque ven los pecados del pueblo y piden perdón a Dios. Dichosos los que lloran con estos sentimientos nobles porque ellos recibirán el más grande de los consuelos: El ver que Dios perdona a su pueblo, el ver que hay alegrías que no pertenecen a esta tierra.

¡DICHOSOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE LA JUSTICIA! Justicia en sentido bíblico es la buena relación entre el hombre y Dios. Es también la victoria de Dios sobre la maldad del hombre. Esto es lo que ansía un verdadero justo, mantener sus relaciones con Dios sin que las perturbe el pecado de la tierra; afligirse, porque hay tanta gente que no tiene buenas relaciones con Dios, porque han hecho su Dios en otra cosa que no es el Dios verdadero. Y la justicia por la cual Dios triunfará sobre la maldad de los hombres. ¡Dichosos los que la anhelan!, porque ellos quedarán saciados, verán cómo se cumple esta alegría, se llena esta hambre.

¡DICHOSOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARÁN MISERICORDIA! Es uno de los anhelos bíblicos más profundos. El hombre no está hecho para la venganza, para el odio, para la violencia, sino para la reconciliación, para el amor, para el perdón. Y en la medida en que nosotros perdonamos, así le decimos a Dios: Perdónanos, como nosotros perdonamos. ¡Dichosos los corazones misericordiosos!, los generosos, los que son instrumentos de paz, los que van sembrando concordia donde hay discordia.

¡DICHOSOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN! Se refiere aquí el Evangelio a aquella sinceridad que hizo conflicto entre Cristo y los fariseos. Los fariseos solamente tenían una limpieza exterior, ritual, legalista. La hacían consistir la limpieza en lavarse las manos, en hacer ciertas purificaciones exteriores. Y Cristo les decía: ¡HIPÓCRITAS! ¿De qué sirve lavar el plato por fuera si por dentro está sucio? ¿De qué sirve tener la tumba bien pintada por fuera, si por dentro está llena de podredumbre? Limpio de corazón es aquel que con sinceridad se limpia en su corazón, porque no es lo que entra al estómago lo que mancha al hombre comiendo con las manos sucias, sino lo que sale del corazón: los pensamientos, los malos deseos, las avaricias. Esto es lo que mancha el corazón del hombre. Es un llamado, pues, a la sinceridad.

¡DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS! Hermanos, esta es una hora en que Dios quiere muchos hijos suyos trabajando, no por la violencia, sino por la paz; haciendo que la paz no sea simplemente apariencia, sino que sea obra de la justicia y del amor.

Y finalmente ¡DICHOSOS LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS! Sin duda que San Mateo ya sentía la murmuración, la crítica, la persecución del mismo pueblo judío a los cristianos. Persecuciones que han de ser la herencia de la Iglesia a través de los siglos. Pero, entonces, es la hora de poder decir que son bienaventurados los que sufren esta persecución.
 

3ª) CRISTO ES LA FUERZA DE ESTA IGLESIA QUE PEREGRINA EN FE Y ESPERANZA

Y finalmente, queridos hermanos, este tercer pensamiento que ojalá sea como la síntesis de todo: Cristo es la fuerza de la Iglesia. Y por eso San Pablo escribiendo a los Corintios, quiere responder a lo que ha motivado las divisiones de Corinto. Las divisiones han venido, porque los cristianos ya pusieron sus ojos en la sabiduría de la tierra; yo soy de Apolo, el gran predicador; yo soy de Cefas; yo soy de Pablo, ya sólo se fijan en la elocuencia de los hombres. Y San Pablo llama la atención: Miren quiénes están reunidos en esta asamblea, aquí no hay gente de mucho prestigio, según el mundo, somos pobres. Ya tenía Pablo la experiencia de haber predicado en el Areópago a los sabios de Grecia, de haber predicado a los judíos y tanto unos como otros lo despreciaron, lo apedrearon, lo persiguieron. En cambio aquí, a las orillas del mar, en un puerto en Corinto, ente sencilla, gente humilde, aquella que decía Sofonías: "un pueblo pobre y humilde".

Esto es lo que Dios escoge, dice San Pablo, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por Él, vosotros sois en Cristo Jesús que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.
 

LOS GRANDES BIENES DE UN CRISTIANO

O sea, hermanos, los grandes bienes que un cristiano espera no deben de ser lo que espera la gente que llamamos de prestigio, si es que esa gente espera subir políticamente, socialmente, económicamente, ¡tener más! No es eso lo que interesa a un cristiano. Por eso un cristiano no pone su esperanza en estar bien con los poderes de la tierra; la Iglesia auténtica es la que apoya su propia debilidad, su propia pobreza, en la riqueza que ella espera. Cristo es para mí sabiduría, justicia, santificación, redención. ¿Qué más quiero? Quiero que todos sigan a este Cristo, que todos sintamos que esta es la verdadera grandeza y el verdadero apoyo de nuestra Iglesia. Hay algunos cristianos en nuestro tiempo y en nuestro ambiente, hermanos, que casi miran a la Arquidiócesis como un fracaso, como un impasse: "¿Qué va a pasar ahora?" Pues que el que tiene fe en Cristo y se apoya en Él es buen cristiano, y si esta Iglesia de la Arquidiócesis se apoya en Cristo y espera en su sabiduría, en su redención, ya se está construyendo, no hay un impasse, estamos trabajando en sólido.
 

NADA QUE ESPERAR

Yo quisiera, hermanos, que esta lectura de San Pablo hoy, nos convenciera de que no tenemos nada que esperar si tenemos a Cristo como fundamento de nuestra construcción de Iglesia. Que no estamos esperando otras circunstancias. Si viene, como nos dijo el Sr. Todman, será para bien de este pueblo, pero mientras tanto, la Iglesia ya está haciendo el bien de presentar a Cristo y decirle a todos los cristianos: Apóyense en esta roca, crean en esta verdad, anhelen esta sabiduría, esta es la riqueza del corazón del que es pobre y humilde y hace consistir su felicidad no en las cosas transitorias, que se quedan con la muerte y se las lleva el tiempo, sino en lo consistente, que es la sabiduría de Cristo, su justicia, su santificación, su redención.

¡Dichosos los pobres! porque saben que aquí está su riqueza, en Aquel que siendo rico, se hizo pobre para enriquecemos con su pobreza, para enseñarnos la verdadera sabiduría del cristiano.
 

LA OPCIÓN DE LA IGLESIA

Por eso les dije al principio, queridos hermanos, que esta página de las Bienaventuranzas no la podemos comprender plenamente, y así se explica que haya sobre todo jóvenes que crean que no es con el amor de las Bienaventuranzas que se va a ser un mundo mejor, sino que optan por la violencia, por la guerrilla, por la revolución. La Iglesia jamás hará suyo ese camino, que quede bien claro una vez más, que la Iglesia no opta por esos caminos de violencia, que todo lo que se diga en este sentido es calumnia. Que la opción de la Iglesia es esta página de Cristo: LAS BIENAVENTURANZAS. No me extraña, digo, que no se comprenda, porque sobre todo el joven es impaciente y quiere ya un mundo mejor, pero Cristo, que hace veinte siglos predicó esta página, sabía que sembraba una revolución moral de largo alcance, de largo plazo, en la medida en que los hombres nos vayamos convirtiendo de los pensamientos mundanos.
 

BIENAVENTURANZAS Y SUBVERSIÓN

Revolución quiere decir eso: sub-vertir un orden, sub-vertir el orden moral que domina generalmente en el mundo. El mundo no dice: ¡Dichosos los pobres! El mundo dice: ¡Dichosos los ricos!, porque tanto vales, cuanto tienes. Y Cristo dice: Mentira, ¡Dichosos los pobres!, porque de ellos es el Reino de los Cielos, porque no ponen su confianza en eso tan transitorio.

Y así, todas las Bienaventuranzas son una sub-versión de lo que el mundo cree pero está puesta pues, la semilla de una transformación que no la contemplaremos terminada hasta que sea ya realidad esa meta que Cristo señala abriéndonos a horizontes infinitos, el Reino de los Cielos.

¡Bienaventurados los que caminan aunque les parezca que caminan a obscuras y que este camino no lleva a ninguna parte!, sigamos por allí, es el de Cristo, y llegaremos a esa meta que nos señala como esperanza y perspectiva la lectura de hoy.

Vamos a proclamar, pues, nuestro Credo en estas verdades de Cristo.

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