Circular fraterna
Hermanas, hermanos, compañeros de esperanza, "esperanzados y esperanzadores" (Ellacuría) ahora más que nunca, porque los tiempos "oficiales" no son demasiado buenos para el Pueblo. Aunque el Tiempo de Dios, la llegada de su Reino, continúe siendo más que bueno y urgente.
Esta circular, que sigue siendo fraterna, alcanza un círculo tan diferenciado que me obliga a tocar temas "mayores", dejando en la máquina y en el corazón referencias más caseras. El tono de la carta se hace también más abierto en su perspectiva, menos intraeclesiástico... Espero que este aviso previo nos ayude en la mutua comprensión.
Tres acontecimientos me dan la materia prima y el hálito para esta carta circular:
-la Romería de los Mártires de la "Caminhada" latinoamericana, en Riberirão Cascalheira;
-mi visita ad limina en Roma, y mi escapada a Asís;
-la Asamblea del Pueblo de Dios (APD), en Colombia.
La Vida y sus testigos
Nunca como hoy la Vida ha pasado a ser el gran paradigma de referencia para reuniones, marchas, manifiestos y para la misma teología. Parece que finalmente hemos llegado a reconocer, con nuestro san Romero de América, que la Vida es, de verdad, ese máximo y mínimo don de Dios. Se habla incluso de "la cultura de la vida" frente a la mal llamada "cultura de la muerte" (la cultura propiamente es siempre de la vida y para la vida). La nueva fiebre por la ecología va siendo, cada vez más, no ya una moda bucólica o una bandera minoritaria, sino una verdadera obsesión mundial por la vida en el universo.
Nuestros teólogos y comunidades vienen invocando más y más a Dios -al Dios de siempre- como el Dios de la Vida. De hecho, a lo largo de la historia de la salvación, en nuestras escrituras judaico-cristianas, él se revela como el único Señor de la Vida (Gn 2, 9; 2 Mac 14, 46; Mat 4, 17; Rom 1, 16). Interviene siempre que la vida se ve amenazada, o cuando se niega (Gn 21, 12; Ex 20, 13; Lv 24, 17; Rm 13, 9). Y su Hijo, Jesús de Nazaret, nos declaró que había venido para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn 10, 10).
Por citar algunas referencias que nos son más próximas acerca de esa presencia persistente de la vida en documentos y encuentros, recuerdo: "El Evangelio de la Vida", encíclica de Juan Pablo II; "Una esperanza viva", lema de la Asamblea del Consejo Latinoamericano de Iglesias, en Chile, el año pasado; "El Evangelio en las culturas, camino de Vida y Esperanza", tema del COMLA V; la "Eucaristía, Vida para la Iglesia", tema del Congreso Eucarístico Nacional que se va a celebrar en Vitoria; "Vida acima de tudo", de la XI Asamblea Nacional de la Pastoral Obrera de Brasil; Primer Encuentro sobre "la calidad de Vida en América Latina", celebrado en São Paulo; "Construyendo la Vida", lema del día nacional de la juventud brasileña; "Tierra, madre de la Vida", como un grito primero en el "O grito dos excluidos", realizado con tanta fuerza en nuestro Brasil; "Opción por los pobres, opción por la Vida", del X Seminario de formación teológica de Argentina y "Dar la Vida en la opción por los pobres" del XI Seminario. La organización indígena CONAI de Ecuador contestaba muy proféticamente a un comandante general que les negaba sentido a sus reclamaciones: "nosotros estamos luchando por la Vida, no sólo para nosotros, el pueblo indígena, sino para todos los ecuatorianos, los latinoamericanos, todo el pueblo de Dios".
El Boletín REDE, de los cristianos de clases medias, editado en Petrópolis, subrayaba, pensando en las tendencias ecuménicas de este final de milenio, que "no hay verdadera presencia cristiana si la vida amenazada no es defendida, especialmente la vida de los pobres amenazados por el (des)orden neoliberal". Nuestro san Romero actualizaba y ubicaba el dicho de san Ireneo, afirmando que: "la gloria de Dios es que el pobre viva". La "calidad de vida" que postula el primer mundo no puede ser privilegio de unos pocos. La vida de los pobres definirá siempre, en humano y en cristiano, la opción por la Vida.
El boletín Nueva Tierra, de Buenos Aires, presentaba como en una letanía de sueños y compromisos este pentagrama de verbos al servicio de la vida:
"Compartir la vida, crear la vida, creer en la vida, hacer vida, dar vida, multiplicar la vida, honrar la vida, entregar la vida, jugarse la vida, ser militantes de la vida, defender la vida, buscar la vida, respetar la vida, construir la vida, conservar la vida, disfrutar la vida, comprometer la vida, acrecentar la vida, inventar la vida, celebrar la vida".
En contrapartida, la muerte sigue haciendo estragos, estructurales, escandalosos, en nuestra neoliberal humanidad. Con oportuno dramatismo, el último premio Nóbel de Literatura, Seamus Heaney, se considera "un soldado huido de la matanza". Y en un análisis acerca de la sociedad civil y la violencia, publicado por IBASE, Isabel Carvalho suspira por "poder salir a la calle y exigir que al final valga la pena estar vivo". Amnistía Internacional denunciaba que treinta y dos países ejecutaron en un año más de dos mil personas, condenadas a muerte, y que ciento doce estados han practicado normalmente la tortura. Ya sabemos que más de un billón de personas, o sea, la quinta parte de la población mundial, malvive en condiciones de extrema pobreza pasando materialmente hambre. En Colombia, el narcotráfico, que financia la muerte de tantas personas cada día, representa un ingreso de tres mil quinientos millones de dólares por año. Son bien conocidas las cifras de las muertes "matadas" en São Paulo o en Rio de Janeiro: quince, veinte por día. Entre los indios guaraní kaiowá de Mato Grosso do Sul, arrancados de sus tierras y condenados a trabajo semiesclavo, en la última década se han suicidado treinta y dos adolescentes. Cien millones de personas -el 2% de la población mundial- han sido desarraigadas de su hábitat. Y se calcula que cada día unas diez mil personas aumentan la lista de los refugiados.
Africa es todo un continente condenado a muerte por los conflictos poscoloniales, bajo las armas exportadas por el primer mundo, y por el SIDA y el hambre. Varios países africanos se transformaron hoy en antesalas de una muerte, más que "anunciada", decretada internacionalmente.
El rabino D. Goldman, hablando de los cuerpos desaparecidos durante la dictadura militar chilena, pronunciaba estas dos sentencias que deberían sacudirnos a todos, también como Iglesia, en la medida en que todos podamos ser cómplices, al menos por amnesia:
Los muertos no dejan dormir a nadie hasta que no se sepa la verdad.
No conocer sus muertes es educar en el desprecio de la santidad de la vida humana.
Dentro de este panorama de vida y muerte, la Prelatura de São Félix do Araguaia va a clausurar las celebraciones de los 25 años de su erección, con la ROMERIA DE LOS MARTIRES DE LA "CAMINHADA" LATINOAMERICANA, en Ribeirão Cascalheira, los días 27 y 28 de julio de este año de 1996. En este año conmemoramos los 20 del martirio del Padre João Penido Burnier, asesinado a mis pies por la policía militar cuando los dos intentábamos liberar a dos campesinas que estaban siendo torturadas por la policía.
Todos los amigos y amigas que nos vienen acompañando a lo largo de estos años pueden tomar nota y marcar las fechas en la agenda. Las celebraciones de la Romería empezarán el 27 por la tarde y terminarán el 28 con el almuerzo comunitario.
Estamos reestructurando el Santuario. Hemos pedido a cada país de América Latina y el Caribe la fotografía de un mártir del país respectivo para que ese Santuario sea de verdad de los mártires de la "caminhada" latinoamericana. De la caminhada, porque son mártires recientes y testigos de sangre de esas Causas que conforman la caminhada de nuestros Pueblos y de nuestras Iglesias en el proceso de la gran Liberación.
Digo que celebramos esa romería dentro de este panorama de vida y muerte que nos circunda. Los mártires, nuestros mártires, son aquellos, aquellas, que se niegan a este presente de muerte y dan la vida por un futuro mejor, de vida. No son seres-para-la-muerte, son "vocacionados" a la muerte-para-la-vida.
Con ocasión del COMLA V (Congreso Misionero LatinoAmericano) que celebramos en Belo Horizonte en el pasado mes de julio, yo tuve que exponer la experiencia de la "Memoria y estímulo misionero a partir de los mártires de la caminhada de la Patria Grande". En esa comunicación subrayaba yo los siguientes aspectos:
-El Nuevo Testamento nos presenta los evangelizadores primeros como "testigos". "Seréis mis testigos", les pide Jesús. Y ya sabemos que "testigo" hasta las últimas consecuencias, equivale a mártir. El Apocalipsis evoca a la comunidad de los seguidores de Jesús como aquella que ha pasado por "la gran tribulación y ha lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero".
-Nuestra América, en las últimas décadas, ha sido bautizada como "el Continente de la muerte y la esperanza". Nuestros Pueblos y nuestras Iglesias han pasado multitudinariamente por la gran tribulación. Y somos hijos/hijas de mártires, testigos de testigos. Una "nube" de testigos nos precede y nos envuelve. Podríamos citarlos en una enumeración escalofriante. Hay calendarios, agendas, libros colectivos o monográficos, videos, films, fechas consagradas, romerías... que recogen esa memoria -verdadera "anámnesis"- que quiere y debe impedir cualquier tipo de "amnesia".
-Ese martirio de nuestra América tiene, ya desde los orígenes de la evangelización en el Continente, dos peculiaridades. Es un martirio por el "pobre" y por el "otro".
-Entre nosotros se ha ensanchado el concepto de martirio. Nuestros mártires son mártires por el Reino, no solamente por la estricta confesión de un artículo de fe cristiana. Nuestros mártires no sólo han dado la sangre "por la Iglesia"; la han dado también "por el Pueblo". "Sangre por el Pueblo" es el título del conocido martirologio latinoamericano que ahora tiene ya un segundo volumen, titulado "Profetas por un mundo nuevo", ambos preparados por Berta Arroyo.
-En su oblación por la Causa mayor del Reino, nuestros mártires son testigos de sangre de Causas específicas, nuevas en cierta medida y muy nuestras. El mundo indígena, su autonomía, sus territorios; la tierra repartida; los derechos humanos; la solidaridad; la justicia... Mártires por el Reino de la Vida, vidas dadas por la Vida. Contra todos los dioses de la muerte que nos acechan, tan actualizados por el lucro, por la prepotencia, por la marginación.
-Todo lo cual nos enseña con una nueva luz que lo consecuente no es sólo venerar a los mártires o hacerse con sus reliquias, sino imitar a los mártires y hacerse con sus Causas. Asumir su actitud de testigos, coherentes y radicales y hasta las últimas consecuencias. Hacer fructificar su sangre ya en el hoy de nuestra "caminhada", dar razón también histórica, además de escatológica, de su esperanza. Ni esperaron en vano ni murieron en vano.
-En una de sus asambleas -1976- la Asociación de teólogos del tercer mundo se obligaba a "hacer del compromiso el primer acto de la teología". El primer acto de la espiritualidad, digamos, de la misión, de la pastoral.
-En aquella exposición del COMLA alertaba yo una vez más sobre el peligro de caer en alguna de las tres tentaciones de moda que nos acechan:
-renunciar a la memoria
-renunciar a la cruz
-renunciar a la utopía o esperanza.
Olvidar a los mártires, incluso por una irenista "reconciliación" y renunciar a la radicalidad con que optaron por las grandes causas del Reino, y ceder a lo inmediato y pragmatista, sería realmente pecar con ese triple pecado tan de nuestros días, posmodernos en el primer mundo, y posmilitantes en nuestro mundo tercero.
Evocábamos, en nuestra sección del COMLA, la figura del teólogo y mártir de la resistencia Dietrich Bonhoeffer, en sus 50 años de testimonio radical. El empieza su libro "El precio de la gracia" con aquellas contundentes palabras:
"La Gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor de la Gracia cara".
Jon Sobrino, hablando de los mártires, y de las diferentes posturas de la Iglesia hoy, advierte que el factor decisivo de una u otra postura (complicidad, supuesta neutralidad, compromiso) está en "saber si la Iglesia mantiene la opción por los pobres, la denuncia de la opresión y el servicio a los oprimidos, hasta el martirio".
Ser Iglesia de Jesús, pero de otra manera
El año pasado nos tocó a los obispos de Brasil hacer la visita ad limina. A las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, al sucesor de Pedro, hoy Juan Pablo II. Esa visita, a su tiempo, ya me dio algunos quebraderos de cabeza y de reputación eclesiástica. Los viejos amigos recordarán. Este año hice la visita conjuntamente con los obispos del Ceará y del Piauí, presididos por el tan franciscanamente fraterno dom Aloísio Lorscheider.
¿Qué voy a decir de la visita ad limina? Pues, sí, puede ser útil para la Iglesia. Pero, ciertamente, debería ser de otro modo. Y conste que fuimos muy cordialmente recibidos en todos los Dicasterios; pero la colegialidad y la corresponsabilidad piden más que cordialidad.
Encontré al Papa muy acogedor, eso sí, sus manos en mis manos, escuchándonos, preguntándonos, riéndose con humor, estimulándonos incluso a urgir de los dicasterios y del nuncio. Físicamente Juan Pablo II, aquel gigante polaco, está bastante decaído. El atentado, el parkinson... A veces me daba incluso la impresión de un abuelo ya de vuelta pero cariñoso. Los Papas también envejecen.
Sin embargo, es interesante recoger del boletín Adista -21 de octubre de 1995- el titular que dedica al último viaje del Papa a EEUU y a su discurso en la ONU: "El Viaje de Gulliver: EEUU nos devuelve un Papa gigante". Por su enérgica condenación del etnicismo y el racismo, por su defensa de la legítima identidad nacional, por su demanda de una Carta de los derechos de las naciones, por su claridad al abordar los temas candentes del gran país anfitrión: el aborto, la familia, el consumismo, el deber de la solidaridad, la multiculturalidad. Llega a afirmar Adista que apareció allí "la imagen de un gigante en un mundo de liliputienses, de una única incomparable personalidad en un panorama humano de mediocres".
En la visita ad limina, como es de rigor, nos encontramos con los varios Dicasterios o "ministerios" y secretariados del Papa. Honestamente, uno sale entre decepcionado y angustiado de esas visitas. La Curia romana debería ser otra cosa. Reclama a gritos una profunda renovación. La sentí, una vez más, como pesada y pasada. Nosotros, los obispos, hacíamos preguntas bien concretas y pastoralmente apremiantes. Las respuestas de los Dicasterios eran normalmente vagas y dilatorias. A veces nos sentíamos chutados, como balones brasileños, de un Dicasterio para otro. Y así se lo dijimos al Papa.
Me atrevería a calcular -porque también soy Iglesia y por amor a la Iglesia- que un 70% de lo que se adjudica la Curia romana podría resolverse mejor en las Iglesias particulares y en las Conferencias Episcopales.
No puedo entrar en detalles, porque no estoy escribiendo un nuevo código de derecho canónico. Evidentemenete el Vaticano debería dejar de ser Estado. Esta es una convicción que crece en mí con los años y la experiencia eclesiástica. Ya es ejemplo típico, también, el problema de la elección de los obispos. Sé, de información directa, que el mismo Papa, refiriéndose a una elección manipulada por un señor cardenal, en nuestro Brasil, llegó a ponderar: "¡Así nadie nos cree!". Por hablar de mi España -y podría hablar de otros países, y de casos recientes- está claro que habría sido más inculturado y pastoral nombrar para Bilbao un obispo vasco. Y por hablar de nuestra Centroamérica, es más que comprensible que nos haya chocado a muchos que para suceder como pastor en la iglesia de don Romero, mártir a manos de la derecha y del ejército salvadoreños, se haya elegido a un capellán de ese ejército y de línea pastoral marcadamente otra.
Acaba de salir en París un libro, dirigido por René Luneau y Patrick Michel, con este significativo título: "Ya no llevan a Roma todos los caminos. Los cambios actuales del catolicismo".
Más de 40 obispos de EEUU han firmado un documento ("Propuesta de reestructuración de la Conferencia Episcopal Norteamericana") que, entre otras cosas, desafía a sus compañeros de Conferencia a reflexionar sobre las relaciones entre los liderazgos de la Iglesia, y a buscar modos de actuar que favorezcaan la comunicación de la misma con el pueblo. Piden mayor apertura y una reafirmación de la colegialidad; muestran su descontento acerca de los criterios para la elección de obispo y estimulan la creatividad para la construcción de un mundo diferente. "La Iglesia debería ser -dicen ellos- un campo de competición para despertar la imaginación del pueblo en la construcción del futuro..., articulando una visión del Reino que atraiga las personas, que profundice sus relaciones con Dios y con los demás".
Las reformas que pidieron recientemente los católicos alemanes y austríacos a través de la iniciativa popular de la Iglesia (el famoso KirchenVolksbegheren) no deben estar tan fuera de lugar cuando recogen demandas que vienen resonando en estas últimas décadas en todas las partes del mundo católico:
1. Construcción de una Iglesia fraterna.
2. Plena igualdad de derechos de la mujer.
3. Libre elección entre formas de vida celibatarias y no celibatarias.
4. Valoración positiva de la sexualidad como parte importante del ser humano creado y aceptado por Dios.
5. Mensaje de alegría en vez de mensaje de amenaza.
Esos católicos añaden, y yo lo firmo, que "una crisis puede contener el germen de un ocaso, pero también la oportunidad de un renacimiento lleno de futuro".
El Papa ha hecho hincapié en subrayar, como saliendo al paso de muchas reclamaciones, la voluntad de la Iglesia de reconocer la igualdad social y eclesial de la mujer. Sin embargo, la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del 28 de octubre de 1995, asumida por el Papa, confirma la prohibición tajante de pensar en el futuro acceso de la mujer al sacerdocio. Se trata -escribe el documento- de "una declaración formal que debe ser mantenida siempre, en todas partes y por todos los fieles, ya que pertenece al depósito de la fe". Evidentemente, el debate eclesial en torno a este problema no se cierra con este documento de la congregación para la doctrina de la fe. Inmediatamente después ya han surgido réplicas, bien fundadas, que la Iglesia en el futuro no podrá pasar por alto. El Espíritu seguirá hablando.
Otra confidencia, aun a sabiendas de que uno siga siendo tachado de menos eclesial, o eclesiástico. Si los obispos no hablamos en la Iglesia, no sé quién podrá hablar... La Congregación para la Educación Cristiana nos mandó retirar del texto actualizado de la Reglamentación de la formación sacerdotal que elaboramos en la CNBB, estos dos párrafos que transcribo. Y los transcribo porque me parecen indispensables para una auténtica formación cristiana sacerdotal. No entiendo cómo se pueda prescindir de lo que reivindican estos dos números tan inspiradamente redactados:
nº 123: La identificación con Cristo Pastor y Siervo de sus hermanos "conduce a la persona al sometimiento de toda la vida al Espíritu, en actitud filial con el Padre y en vinculación fiel con la Iglesia" (PDV 45). Lleva a una espiritualidad de desprendimiento, de encarnación en la vida concreta del pueblo y de solidaridad con sus causas, a la luz del plan de Dios, como en Jesús de Nazaret (VMPPV 297), que se vació y se hizo servidor (Flp 2, 5-11) ungido por el Espíritu para anunciar la Buena Noticia a los pobres (Lc 4, 18).
nº 124. Esta espiritualidad sostiene al presbítero en la misión evangelizadora de nuestra realidad latinoamericana, llevándolo a buscar, cada vez más profundamente, la fidelidad a los signos de la presencia y acción del Espíritu, el servicio de la palabra de la verdad, la edificación de la comunidad y de la comunión, el amor preferencial y la solicitud para con los pobres, en fin, aquellas virtudes características de una espiritualidad liberadora: el sentido de misericordia, la firmeza y paciencia en las tribulaciones y persecuciones, la alegría de saberse ministro del Evangelio (DP 378-383).
En esos textos tan evangélicos, ¿molestan los pobres, el pueblo, la espiritualidad liberadora, las persecuciones...?; ¿molestan por ser tan latinoamericanos?
Otra vez hay que agradecer al patriarca de la moral, Bernard Häring, por su pequeño libro, tan sereno y liberador, que está siendo traducido a varios idiomas "Es geht um's ganze". En la renovación que Häring pide "Está en juego todo", es verdad.
Y hay que agradecer también al benemérito exsecretario de la Conferencia Episcopal Brasileña, dom Antonio Celso Queirós, por su texto sobre la "Evolución de la CNBB".
Hablar con fraterna claridad, compartir puntos de vista hasta contrarios, exigir siempre más transparencia, más libertad, más inculturación, son dones del Espíritu y fidelidad y corresponsabilidad eclesiales.
No sólo de críticas vive la Iglesia. Vive sobre todo de fe y de acción. Acontecimientos y programas no faltan.
Ya he citado el COMLA V, que fue, sin duda, un gran momento misionero continental, con la participación además de muchas Iglesias del mundo. La prensa misionera, sobre todo, se ha hecho bastante eco de ese congreso. Yo quisiera subrayar un tema que mereció en el mismo mucho debate y luz: Las fronteras de la misión. Me parece que quedó claro, en la línea de la inculturación en los varios pueblos y ambientes y frente a los desafíos de la marginación social, que la misión debe afrontar las diferentes fronteras y no sólo las geográficas. Fronteras culturales, económicas, sociales, psicológicas, religiosas...
El Mensaje del COMLA V es un manifiesto histórico para la formación y la acción misioneras de nuestro Continente.
La CNBB está lanzando un Plan Integrado de Evangelización en la perspectiva del final del milenio, que coincide con los 500 años de la llegada de Europa y la Iglesia a Brasil, y que trata de integrar las orientaciones de la carta apostólica de Juan Pablo II "Tertio Millennio Adveniente" y en la perspectiva del CELAM, en orden a ser una Iglesia misionera que ayude a generar una sociedad solidaria, con "vida plena para todos en América Latina y el Caribe". El plan pastoral de la CNBB, reformulado, subraya: el testimonio de la comunión eclesial, el anuncio del Evangelio, el servicio y la participación en la sociedad y el diálogo ecuménico e interreligioso.
Una vez más se han reunido en nuestro Brasil y en asamblea nacional los organismos del Pueblo de Dios. Como destaca la comunicación del Consejo Permanente de la CNBB, "va surgiendo, en proceso vital, la idea de una reunión más amplia, que congregue las presidencias de todos los organismos, expresando mejor la realidad del cuerpo eclesial".
Sigue la preparación para el IX Encuentro Intereclesial de las CEBs, que se va a realizar en São Luís, Maranhão, del 15 al 18 de julio de 1997, con el tema: "CEBs, Vida y Esperanza en las masas". Se ha celebrado ya la tercera reunión de la comisión nacional y ha salido ya el texto base con artículos muy pertinentes sobre el catolicismo de masas, el pentecostalismo, las masas de los excluidos, la relación entre las comunidades y los demás católicos, la experiencia de Jesús y la pedagogía adecuada para un trabajo de masas. Los nombres de Clodovis Boff, Carlos Mesters, Pedro Ribeiro de Oliveira, Luis Eduardo Wanderley, Jung Mo Sung, etc. avalan suficientemente el contenido de ese texto. El encuentro será también en buena medida latinoamericano, como lo fueron los últimos intereclesiales.
Es interesante subrayar la elección del tema para ese IX intereclesial. Las grandes masas son, por un lado, la inmensa mayoría de los excluidos y, por otro lado, no son alcanzadas de un modo realmente evangelizador por la Iglesia; ni por la Iglesia católica ni por las Iglesias protestantes históricas. Los fundamentalismos y las propagandas consumistas sí que penetran en las masas.
La visita a Roma fue también, una vez más, un reencuentro con las raíces: familiares, europeas, claretianas, eclesiales. Cantaba yo, viendo las calles de Roma, a los viejos plátanos , por cierto amenazados ahora de no sé qué plaga:
Los plátanos de Roma
con sus estrellas verdes
me han zurcido de infancia.
Y he dicho que hice también una escapada a Asís. Asís, Francisco, "el Evangelio sin glosa", siempre le sacuden a uno. Puesto a pedir, sólo supe pedirle a san Francisco bastante más gratuidad. Falta nos hace. En medio de tantos intereses y susceptibilidades y desalientos. Dios sigue siendo siempre Gracia. Y nosotros deberíamos ser siempre, sobre todo, gratuidad que recibe y gratuidad que da.
Hacia un macroecumenismo solidario
Del 10 al 14 de octubre de este año de gracia vamos a celebrar en Bogotá, Colombia, el segundo encuentro continental de la APD, Asamblea del Pueblo de Dios. Con tres objetivos:
1. Evaluar el camino recorrido desde Quito, en el 1992, hasta Bogotá, en el 96,
2. Profundizar nuestra identidad macroecuménica.
3. Encarnar y alimentar la esperanza en torno a la defensa de la vida.
La APD, que surgió como un encuentro alternativo en medio de las celebraciones de los 500 años, no es una organización, ni siquiera un movimiento; quiere ser una movilización de gentes que creemos en el Dios de la Vida y queremos dialogar interreligiosamente; que nos comprometemos con las Causas de la liberación y que nos sentimos Patria Grande, Abya Yala.
La sola expresión "macroecumenismo" suscitó temores y censuras. Injustificadamente. De hecho quiere reforzar por un lado el ecumenismo real entre las Iglesias cristianas, y el diálogo mayor de estas Iglesias con las otras Religiones, sobre todo indígenas y negras, por tratarse del Continente. Siempre hicimos hincapié en salvar la respectiva identidad, porque pretendemos el diálogo que escucha y habla, que recibe y da. Lo contrario seria monólogo. Yo entiendo que el criterio para definir la bondad y la validez de todo ecumenismo y macroecumenismo será:
-si me hace más confiante en el Dios de la Vida y, por eso mismo, más esperanzado;
-si me hace más comprensivo con el prójimo y sus contextos y más comprometido con sus Causas libertadoras
-si me hace más fiel a lo esencial de mi fe. ("La esencialidad de la fe", insistía en su Dicasterio el cardenal Ratzinger. Estoy plenamente de acuerdo, siempre que se trate de "la esencialidad". Yo le decía, por ejemplo, al cardenal que tenemos la impresión de que allá, en las instancias centrales, quizá no se valora bastante la jerarquía de las verdades y la jerarquía de los valores, con lo cual, la esencialidad o la accidentalidad no siempre aparecen distinguidas).
Ni el ecumenismo ni el macroecumenismo son tan fáciles ni tan vigentes en nuestro mundo de fundamentalismos y proselitismos cerrados y de Iglesias avasalladoramente electrónicas. Aquí, en Brasil, acabamos de vivir el incidente de un pastor golpeando una imagen de Nuestra Señora Aparecida, que provocó tantas reacciones desorbitadas. Poniéndole un poco de humor a la cosa, pensaba yo que si la Congregación de ese pastor se denomina Iglesia Universal del Reino, todas las Iglesias deberíamos intentar ser apenas, modestamente, Iglesias del Reino Universal.
La segunda APD se va a celebrar en Colombia, esa "reina manchada de sangre", esa "sociedad urgente", esa "democracia genocida". De todo eso ha sido calificada la querida nación hermana, de tantas etnias, contradicciones civiles y eclesiásticas, de tantas luchas pasadas y presentes, y de tan denodada esperanza. En Colombia, precisamente, la tercera Asamblea Nacional de las CEBs hacía esta proclama: "nuestra misión se orienta hacia la defensa y la promoción de la vida y los derechos de los pobres". El presidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia, Abadío Green, insistía en una entrevista reciente que el futuro del país es el intercambio y el diálogo; por una paz con justicia, por la vida de todos.
La coyuntura latinoamericana y mundial, dentro de la cual se va a celebrar la APD, es sobradamente conocida. Alguien ha hablado del presente "orden mundial" ante la cúpula de Copenhague como "una falsa premisa para las profundas reformas" que necesita nuestro mundo de marginalizados. "¿Tienen futuro los niños de América Latina?", se pregunta, con datos alarmantes, la revista "Nuevamérica". Brasil, Colombia y Perú acaban de ser condenados como los tres países del Continente más violadores de los derechos humanos. México se ha sumido en un colapso económico que no acredita, ni de lejos, la propuesta neoliberal que quiso seguir fielmente. "México ha encontrado el subdesarrollo", escribe el boletín económico "Dívida Externa". En Brasil, con ocasión de la Campaña de la Fraternidad sobre los excluidos se han ventilado nuevamente cifras abrumadoras: nuestro país sigue siendo récord de mala distribución de renta, el de mayor distancia entre los salarios máximos y el salario mínimo; sólo un 30% de la población económicamente activa, según la OIT, está integrada en el mercado formal de trabajo; del 70% excluido de la producción, un 30% simplemente no trabajan, 22 % son subempleados, y el 18 % desempleados. En el mismo Brasil, 20 grandes propietarios detentan 20 millones de hectáreas de tierra, que, repartidas en pequeñas propiedades, podrían atender a más de tres millones de familias. El 75 % de la población brasileña se aglomera desordenadamente en los centros urbanos. Las tierras indígenas en Brasil están nuevamente amenazadas, bajo el intento apadrinado por el ministro de la justicia, Nelson Jobim, con el apoyo de la bancada conservadora del Congreso Nacional, de alterar el decreto 22/91 en favor de fazendeiros y de compañías mineras y madereras.
En Guatemala, por citar un país de la Centroamérica tan inestable todavía, en el primer año del Acuerdo de Paz, se han cometido más de 2.900 violaciones de los derechos humanos, en torturas, ejecuciones extrajudiciales , desaparecidos y masacres colectivas. El "alto grado de impunidad" -que con tanta frecuencia favorece a los cuerpos militares, policiales o paramilitares, como en los casos brasileños del presidio Carandirú o del campamento de los sin tierra en Corumbiara- es considerado como el principal factor de las violaciones de los derechos humanos en todo el Continente.
Las réplicas de la vida a todos esos estallidos de muerte, gracias a Dios, no faltan. En Brasil, el Pueblo Negro, de unos cincuenta millones, ha celebrado con diferentes manifestaciones y compromisos, los 300 años del gran líder de los palenques, Zumbí. Entre esas manifestaciones, el Primer Congreso Continental de los Pueblos Negros, realizado en São Paulo. Las "pastorales sociales", vinculadas a la CNBB, consiguieron movilizar la Iglesia y el país en torno al "grito de los excluidos", que ya pasará a ser una fórmula anual de movilización, en conexión con la Campaña de la Fraternidad. Y el Movimiento de los Sin Tierra, que celebró en Brasilia su III Congreso nacional, ha conseguido conquistar la opinión pública y forzar incluso la máquina estatal, ideológicamente contraria. Ocupando tierras: haciendo reforma agraria. La CNBB ha lanzado para este año, de gracia divina y de desgracia neoliberal, de 1996, la Campaña de la Fraternidad en torno a la política, con el estimulante lema bíblico: "Justicia y Paz se abrazarán".
En México, la CONAI, presidida por don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de Las Casas -firme y sereno a pesar de las incomprensiones civiles y eclesiásticas- continúa estimulando el diálogo por "la paz con dignidad", reivindicada por los zapatistas para Chiapas y para todo el país. La IV Conferencia General de la ONU sobre la Mujer, celebrada en Pekín, desencadenó en todo el Continente muchas manifestaciones y programas de afirmación femenina. Haití se está sobreponiendo a la amenaza capital que durante tantos años estrangulaba el país: más de 80 de los 101 escaños de senadores y diputados, y más de 100 de las 133 alcaldías las ha ganado "la mesa del Lavalás". Y en Guatemala, a pesar de todo, se ha impedido, por lo menos, que el masacrador Ríos Montt pudiera llegar a presidente.
Vidas por la Vida es el tema y el lema de la Romería de los Mártires de la Caminhada latinoamericana. Vidas y muertes por la Vida, las vidas y las muertes de nuestros mártires. Su testimonio, su memoria, su gloria actual, nos obligan a hacer de cada una de nuestras vidas "una vida por la Vida". En el compromiso diario personal, familiar, comunitario; político y eclesial.
Son tantos los propagados nuevos paradigmas que se nos presentan hoy que fácilmente podemos perder de vista y de vida el paradigma de siempre: la Vida, la vida digna, la vida para todas las personas y para todos los Pueblos; la opción liberadora por los pobres, que son vidas prohibidas. Desde la fe cristiana, pues, la opción por el Reino.
En agosto celebraremos, en Argentina, los veinte años del martirio de Enrique Angelelli, obispo de La Rioja, asesinado por el ejército de la dictadura militar y cuya memoria martirial no sólo el ejército, sino también cierta Iglesia, quisieron durante mucho tiempo desvanecer. En su homenaje y para nuestro compromiso recojo aquí, como un sello de esta carta circular tres consejos evangélicos que nuestro san Angelelli de "tierra adentro" nos daba:
Hay que seguir andando no más.
No hay que tener miedo de meterse en el barro.
Con un oído al Evangelio y otro al Pueblo.
A todas y todos, y a las respectivas comunidades u organismos, un abrazo muy fraterno en el Dios de la Vida y en la Humanidad Nueva que Él y nosotros soñamos.
Pedro Casaldáliga
São Félix do Araguaia, MT, Brasil,año de 1996