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SÓLO BASTABA LEER

Marcos 1, 40-45

Ingrid María MARTÍNEZ


 

  Áccesit del «Concurso de Páginas Neobíblicas» convocado por la Agenda Latinoamericana'2006, otorgado y publicado en la Agenda Latinoamericana'2007

 

Estaban reunidos todos los del cantón en el cementerio, enterrarían a Isabel, que de cariño le llamaban “Chabelita”.

Guillermo dijo: Si hay algo que destacar de esta mujer, creo que se destacaría todo, sin embargo hay que reconocer que ella nos insertó a la sociedad, “nos enseñó a leer”. ¿Recuerdas, Chepe, que vos fuiste su primer alumno?

¡Cómo olvidarlo! –Respondió Chepe- le dije:

- Si usted quiere puede enseñarme a leer

-Si quiero -respondió ella, y de inmediato empecé a aprender.

¡Y yo cuando pude contar esos billetes que llaman dólares! –Gritó Nicolás- y ya no me engañó más el patrón, pues me tenía como ignorante y siempre decía que me pagaba una cosa y me daba otra. Me di cuenta entonces de la importancia de saber contar, y así lo repetía la Chabelita: Nicolás, repita esta suma, aprenda a multiplicar y dividir para que no me lo engañen con el pisto.

¡Es que con los patrones, pasa de todo! - habló Carmen- Antes ni mi nombre sabia escribir y ponía una “X” en cualquier papel, ¡Cuantos terrenos regalé por ignorante a la alcaldesa!, sólo me decían aquí ponga su “dedo gordo” para que el terreno mejore y claro mejoraba en manos ajenas.Pero la Chabelita me enseñó a escribir, a firmar, y no cualquier papel, me sentía alegre y en la maquila exigía el contrato de trabajo y leía todos los documentos para que ya no me discriminaran.

Hablando de discriminaciones -agregó Juana- a mi me llamaban la domestica “Analfabestia”, la patrona se burlaba de mi, porque decía que sólo las de piel canela como nosotras “morenitas”, no sabíamos leer ni contar, sólo servíamos para trabajar de limpiar, y cuidar niños en las grandes casa, éramos “las engañadas con facilidad”. Cuando supo la patrona que ya sabía leer, me trataba diferente.

¿Porque ya sabias leer? –Pregunto Juan-

¡No! –Dijo Juana- porque sabía que ya no podía engañarme.

El más enojado porque sabia leer y escribir era Don Eugenio -repuso Ana-, siempre nos vendía a doble precio, pero gran lío que se armó cuando le dije que todos los productos que nos vendía estaban vencidos, él con tono sarcástico me dijo que yo era una ignorante, que no entendía de esas cosas, ¡más no sabía que la Chabelita me había enseñado que como consumidores tenemos derechos!, y uno de ellos es exigir las fechas de vencimiento en los productos. Y sólo así se le acabó la fiesta.

Pero no era sólo Don Eugenio, sino también Don Alfredo -dijo Paco- recuerdo que a nosotros los campesinos, nos daba charlas diciendo que había una semilla mejor, que al sembrarla daba grandes cosechas, que nos olvidáramos de cultivar a la antigua. Y todo era una trampa, querían desplazarnos de nuestras tierras y tener esos cultivos “transgénicos”, que dejan fuera a los campesinos y dañan el medio ambiente. Además que las semillas no son las mismas, gracias a la Chabelita que nos explicó sobre esto, ahora seguimos comiendo los frijoles y el mismo maíz saludable de siempre.

Hubo un silencio, todos miraban la caja en donde yacía Chabelita, y de igual manera se les escapaba una lágrima y seguían recordando…

Para mí lo más importante, dijo Ulises, Fue convivir con mi hermano que murió de SIDA, se recuerdan que todos nos alejamos de él, pues teníamos esas ideas raras en la cabeza de qué con sólo tocarlo nos enfermaríamos, y qué bueno cuando la Chabelita lo abrazó y lo besó delante de todos, nos enseñó que ésta enfermedad es muy complicada, que el enfermo necesita de nuestro apoyo, no de nuestra discriminación. Además mi hermano recuperó su empleo, porque nos explicó también, eso de las leyes, que una persona puede trabajar aun teniendo esta enfermedad y que no es permitido despedirlo. Y yo no sé de donde conseguía tanto papel la Chabelita, que nos puso a leer a todos y a todas para conocer los síntomas de ésta y de otras enfermedades, de cómo se contagian y como prevenirlas. Porque recuerden que para nosotros mayo era el mes de las lluvias y de los difuntos.

¿Y cómo olvidarlo? –Interrumpió Zoila- si se me murieron dos hijos y decíamos “angelitos al cielo”, es voluntad de Dios, y Él se los lleva., ¡va! Que equivocados estábamos, pero Chabelita nos educo para prevenir la diarrea, que era la que mataba a nuestro niños y niñas, y además que todos nuestros males no eran voluntad de Dios, que Dios quiere vernos feliz, que hay que trabajar, que hay…

¡Qué hay que conocer nuestros derechos y deberes! –gritó Juancho-. Recuerdo que lo primero que me dio Chabelita para leer fue sobre los derechos humanos, que tenemos derecho a una vivienda digna, a la salud, a la educación, a manifestarnos, y la verdad que nosotros vivíamos como desdichados cabizbajos, creyéndonos inferiores, soportando todo porque creíamos que ser pobres era voluntad de Dios, hasta que entendí que hay algunos que se quieren pasar de listos y hacernos sufrir.

En eso tienes razón Juancho -afirmó Teresa-. Recuerdo que la Chabelita siempre nos decía “mantengan los ojos siempre alerta, la mejor arma para los gobiernos es la ignorancia del pueblo”. Así que yo después de trabajar me traía los periódicos de las casas y sólo gracias a las enseñanzas, comprendí que no hay que creerle todo a los medios de comunicación, que hay unos que manipulan la información según sus intereses, pero hay otros que tratan de decir la verdad de los hechos.

Hubo un silencio Y entre cantos empezaron a tirarle flores de muchos colores al ataúd.

¡Mi amiga Chabela, cuanto te extrañaremos!, entre lágrimas decía Guillermo. No sólo nos enseñaste a leer y a contar, sino a reflexionar, a buscar la verdad, a trabajar, a organizarnos y denunciar las injusticias, y sobre todo a buscar la paz, a construir una nueva sociedad y así vivir en libertad.

Hubo otro silencio

Y continúo: Chabelita, siempre vivirás en nosotros, con tu gente, en el pueblo. Así que vamos a leer esos versículos de la Biblia que muchas veces leímos en honor de Chabelita:

“Se le acercó un leproso y arrodillándose le suplicó:

- Si quieres puedes curarme.

- Él se compadeció, extendió la mano lo tocó y le dijo: ‘quiero’

Al punto se le pasó la lepra y quedó curado.”

- Vamos a rezar un padre nuestro y…

- Perdón –interrumpió María- (María era una maestra que Chabelita había traído unas semanas antes de su muerte, para educar a los pequeños). Yo tengo poco tiempo de estar con ustedes, y comprendo que querían mucho a esta señora, pero no entiendo porque le dedican estos versículos de la Biblia, Jesús hizo un milagro, sanó a un enfermo, pero ¿Qué milagro hizo la Chabelita?

Todos y todas querían responderle a María, pero fue Juana quien tomo la palabra:

- María, nosotros éramos esos leprosos y leprosas que vivíamos en cuevas alejados, marginados por los sistemas de gobierno. ¿Tu crees que merecemos vivir en champas, mientras hay perros que duermen mejor que nosotros?, se nos niegan las oportunidades de trabajo, nos discriminan porque somos morenos, no sabemos leer, no sabemos el “Dichoso inglés”. Nos condenan a un sueldo de miseria, a trabajar como criados limpiando y barriendo enormes casas, nos dejan sin derechos laborales y sin seguro social, y todo esto es fácil para los de arriba, porque nos llaman “analfabetos”, saben muy bien que manteniéndonos en la ignorancia, sin educación, ni escuela, estaremos al margen de todo y ellos decidirán cuanto quieran sobre nosotros y nosotras.

Guillermo dijo: antes vivíamos temerosos, resignados a vivir en la miseria. Pero Chabelita nos devolvió la dignidad, nos hizo salir de la ignorancia, nos sentimos útiles, ni inferiores ni superiores, todos iguales. Ahora creemos en nosotros.

Además –agregó Zoila- fuimos conociendo a Dios, reflexionando que es un compañero y compañera más, un obrero y una obrera, un campesino y una campesina, tratando de sobrevivir, cambiando el mundo, y no ese Dios castigador que se encuentra durmiendo allá en el cielo como siempre nos decían y

Y siguió Chepe: “Sólo nos bastaba leer”, no por saber más ni por competir, sino para ayudarnos, para tomar buenas decisiones, para que nadie nos engañé, ni se nos haga de lado.

La Chabelita, fue una mujer que una vez se acercó a nuestras champas para realizar un censo, un trabajo de la universidad, para contar cuantos sabían leer y escribir. Yo le dije muy apenado y avergonzado:

-si usted quiere pude enseñarme a leer

Ella no lo pensó mucho, me puso un libro en la mano y dijo:

- Quiero.

Y de inmediato empecé a aprender.

Claro se lo conté a todo el mundo. Y esta Chabelita fue una “impura”, una señalada, porque dejó su casa, familia, y se instaló aquí en medio de la miseria para vivir con nosotros. Considero que éste fue su milagro: “devolvernos la dignidad humana y formar parte de una nueva sociedad”.

María conmocionada dijo: “Quiero yo también”.

 

Ingrid María Martínez

Antiguo Cuscatlán - EL SALVADOR

 


 



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