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Despertares

Lucas 7, 18-23, Mateo 11, 2-6

Tomás Enrique QUINTERO


 

El estudio de nuestra historia, nos ha enseñado que nuestros pueblos han sido adormecidos por las dictaduras y una serie de mecanismos sofisticados que te hacen creer que vives en democracia, que han contribuido a una pasividad que da la idea de que los pueblos están muertos en vida. Nuestra sociedad es una sociedad de excluidos, cuya máxima representación es el calificativo de “Tercer Mundo”, dicho calificativo abarca a países dispares donde la exclusión llega a niveles groseros. Levantar la voz en protesta contra las injusticias, y aún más, denunciarla y combatirla siempre ha sido considerado por las clases dirigentes como un crimen. ¿Cuántas personas hubo, hay y habrá, que por su forma de pensar y su compromiso con la justicia son metidas en la cárcel o son sometidas a tratamientos inhumanos? La respuesta es muchas. Pero en este mundo “globalizado”, ni las cárceles escapan de la información a través de grupos de militantes, cuya facilidad de penetrar cualquier superficie, atraviesa cual fantasma las gruesas y altas paredes de las cárceles que albergan a personas que han cometido el “delito” de pensar diferente, de buscar la justicia.

Los presos políticos de las pseudo-democracias del “tercer mundo” tuvieron noticias de un pueblo que estaba despertando y aunque incomunicados, se las arreglaron para enviar a algunos de sus compañeros de lucha, que no estaban presos, a investigar acerca del despertar de dicho pueblo y a preguntarle a sus habitantes: ¿son ustedes los que debían despertar o debemos esperar el despertar de otro pueblo?

Los emisarios se pusieron en camino, de muchas partes llegaban a aquel pueblo, algunos eran vecinos, otros llegaban de pueblos más lejanos. Había mucha expectativa. Iban llegando y hacían la pregunta que les había sido encomendada. Los anfitriones no respondían con palabras, sino que recorrían las calles, los barrios, los campos en compañía de sus huéspedes y solo al final de ese recorrido les decían:

-Vayan y díganle a los que los enviaron lo que han visto y oído. Cuéntenle que los analfabetos leen; los enfermos son sanados; los campesinos reciben tierra y asistencia técnica para ponerla a producir; a través de nuevas formas los desempleados consiguen trabajo; los excluidos de la educación estudian y los pobres son tomados en cuenta. ¡Y dichoso aquel pueblo que se atreva a despertar del adormecimiento que le han impuesto!

Los emisarios regresaban a sus pueblos de origen y sembraban en sus pueblos la semilla del despertar y la lucha por un mundo mejor que es posible construir, en el que todos seamos iguales, sabiendo que se van a conseguir con gigantes que no están dispuestos a ceder sus privilegios.

 

Tomás Enrique QUINTERO

Maracaibo, Venezuela

 


 



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