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América Pródiga

Lucas 15

María Gabriela JIMÉNEZ MÉNDEZ


 

Había un hombre que tenía 2 hijos; el menor de ellos dijo a su padre “Dame la parte de la herencia que me corresponde” y el padre repartió sus bienes entre los dos, al menor le dio tierras fértiles con árboles llenos de frutos, jardines de diversos tipos de flores, ríos caudalosos montañas y riberas, riquezas únicas propias de una tierra de gracia.

El hijo menor se hizo perezoso, no cultivó la tierra, mlagastó sus riquezas llevando una vida desordenada, permitió que talaran sus bosques que pervirtieran sus ideas, seducido por imágenes de placer, poder, guerra. Fue entonces cuando sobrevino la escasez, sus riquezas fueron devaluadas y pasó necesidad.

Se hizo pobre y el imperio neoliberal se aprovechó de su miseria e inocencia devorando lo poco que quedaba de sus bosques, contaminando sus ríos para hacerlos depósito de sus desechos, disfrazando su ayuda en sueldos miserables, deudas impagables con cuotas e intereses insostenibles, explotaron sus riquezas sin apaciguar su hambre. Así se hizo esclavo de otros hombres y de obras vergonzosas olvidando sus sueños, principios y valores.

Finalmente recapacitó y recordó a su padre, aquel que le dio la vida; pensó en volver y pedirle perdón; así lo hizo estando aún lejos es padre lo vio y sintió compasión, el hijo en sus brazos le decía sollozando “Padre he pecado contra ti no merezco ser llamado hijo tuyo”.

El corazón de aquel padre amoroso se llenó de alegría mandó pues a vestirlo, rescatarlo e hizo un gran banquete en aquel lugar que siempre fue su casa para celebrar su regreso, porque el hijo que creía muerto había vuelto a la vida.

El hijo mayor estaba en el campo al ver lo sucedido se enojó y su corazón latía de coraje reclamándole a su padre los años de trabajo y servicio cumpliendo sus deberes sin desobecer, esperaba recompensa y ser reconocido superior a los demás, decidió no participar en la fiesta porque en realidad no sabía amar, su envía cegaba y soberbia cegaban sus ojos impedían ver el dolor, la desdicha de su hermano aquel que había abandonado en recuerdos el día en que decidió partir.

El padre le dijo “Hijo siempre estas conmigo pero había que hacer una fiesta y alegrarse puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”

Así el hermano mayor se encontró así mismo y de la misma forma encontró nuevamente a su hermano y juntos trabajaron por su tierra, lucharon por rescatar sur ríos y bosques a engrandecer sus riquezas en restituir y enaltecer su honor. Sus obras fueron grandes y juntos vencieron aquel que contribuyó con el derrumbe de sus sueños. América es el nombre de aquel hijo prodigo que esta en camino a los brazos de su padre y éste lo espera para estrecharlo entre sus brazos y celebrar su regreso a una nueva vida.

 

María Gabriela Jiménez Méndez

Maracaibo,Venezuela

 


 



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