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Cuando los medios se venden, a otros ponen a danzar

Marcos 6, 14-29

Ileane TOLOSA VIRGUEZ


 

Abordamos un nuevo milenio. Milenio donde se destaca con furor la cultura dominante y explotadora, a veces de un modo sutil, otras tantas, descarada. Esta cultura sufre la amenaza de cualquier VOZ que contraríe su estructura hegemónica. No conviene para el conteo de sus cifras económicas ni para su estabilidad social, la fama de “elementos” que se atreven a juzgar y criticar su existencia funcional.

Este “Herodes actual” es asesorado por mentes brillantemente corrompidas por el virus del egoísmo, la prepotencia y la avaricia. Mentes serviles en las que prima el valor del dinero, la invasión, el ansia de poder bajo cualquier tipo de excusa. Su meta es escalar la pirámide del poder, teniendo como peldaños la espalda desgastada por la suerte histórica, de la gran mayoría. La injusta suerte de ser pobres. Ser pobre sin oportunidad ni posibilidad, tal vez porque las arrebatan de sus manos.

Es entonces, cuando la figura de “Juan Historia” desestabiliza. Porque quien muere dando la vida, nunca muere. Más bien, resucita en quienes asumen su papel de PROFETAS. “Juan Historia” vivió con los pies en su realidad, los ojos en el Reino de Justicia, Amor y Paz y, su corazón de cara al Dios de la vida. “Juan Historia” es la memoria del pueblo y también el horizonte por otear. “Juan Historia” vive en los pobres que dejan arder su corazón en la esperanza. De igual modo, vive y atormenta la conciencia de los que se creen intocables, de los que creen tener poder para dirigir la vida de otros y otras como les de la gana, y hasta quitarla si es preciso. Aquellos que olvidan su origen como obra creada de Dios.

Así, “Juan Historia” golpea, insistente, el hueco vacío donde debería estar la conciencia de quienes detentan el poder. ¿Será por eso que el eco retumba?

Hoy día, ese Herodes es inquietado tanto por el recuerdo vigente de “Juan Historia” como por el mensaje emergente de “Jesús Vida y Evangelio”. Ambos con sus palabras de denuncia, anuncio e inicio profético, lo minimizan. Su seguridad dada por el poder lo lleva a no dejarse abatir y, más bien, se sumerge cual adicto, en las aguas del placer y confía en la compañía de quien comparte su alcoba como nido de seducción y traición.

Mientras, en casa y en el festín del despilfarro y la exclusión, está la Herodías de hoy. Herodías hoy quizás podría ser los Medios de Comunicación Social. Medios, que tienen la libertad para entrar en nuestras casas y en nuestras vidas porque se lo hemos permitido. Entes que aparecen en el escenario y muestran la imagen que convenga de tal manera, que no se pierda ningún seguidor. Figura de poder que se hace amigo de quienes consienten su postura, sin condiciones.

“La mujer de Herodes” (que ilícitamente ha asumido tal rol), no soporta el peso de su VERDAD expuesto en público de manera sencilla, clara y enfática. Es ella quien no puede con su disfraz libertino. Su postura no se corresponde con el plan de Dios. Olvidó su misión a favor del bien común. Se olvidó que su esposo es “Filipo Verdad”. No acepta que su felicidad no es precisamente “aparearse” con Herodes, porque ese binomio resulta más nocivo de lo que podamos imaginar. Le toca reubicarse y ser puente de unidad, no muro de exclusión y atención elitesca. Le toca desandar lo andado, pero eso sí, a pies descalzo y sin seguridades.

Herodías es astuta para moverse tras bastidores y se cuela en las pautas oscuras desde su escritorio. Busca el modo de dirigir a su antojo, con disimulo, la vida en escena. Es ambiciosa, y en ocasiones, olvidando su origen, cómplice en el placer. Disfruta “el lugar” que gana subastando su propia dignidad entre las sábanas de la indecencia, la condescendencia y el desfalco. Es más lucrativo figurar muy a pesar de actitudes complacientes y, hasta bochornosas. Cuando ella se VENDE, SON OTROS Y OTRAS LAS QUE DANZAN para agradar. Por eso, le resultan impertinentes las exigencias éticas y morales proclamadas por “Juan Historia”.

El mal podríamos referirlo como totalización totalitaria, caracterizada no por la determinación, sino por la eliminación del OTRO. Además, su objetivo es dejar de ser lo plural, pasando a ser la eliminación de lo distinto. Es decir, la verdadera amenaza es la existencia del otro-persona, que automáticamente plantea posibilidad de contrariedad, de opuesto, de no-acuerdo. El otro no es más de "lo mismo" ni de "los mismos".

Quiere decir, Herodías se reviste de inmoralidad al intentar alienar al OTRO, al encarcelar a “Juan Historia”, al “utilizar” a su Hija. Aunque se hayan dado y se den casos o testimonios de posturas éticas, como excepciones, lo que impera es la supresión.

Sin embargo, reconoce, que aunque impone la moda, no posee el encanto suficiente para mantener hipnotizado a Herodes y acaparar su atención. Recurre al arte de manipular. Herodías ensancha sus ambiciones a medida que ofrece el fruto de sus entrañas al mejor postor del mercado. Suplica la intercesión indiferente e ignorante de la joven que ella parió. Porque, como es SU hija debe “seguir” a su madre y, además, sobre ella tiene la potestad, es decir, la decisión.

Aprovecha, de esta manera, la creatividad, espontaneidad y cadencia rítmica de las virginal cadera de la joven sin identidad. Feminidad joven inestable y maleable. ¿Acaso una joven postmoderna? ¿Acaso una joven objetivada como “mujer para mirar” y satisfacer bajos instintos insatisfechos? Es una joven sin identidad y sin oportunidad para identificarse, es una cosa que le pertenece a otra. No es ella, es “la hija de Herodías”. No posee camino para su autonomía y autodeterminación. Su cuerpo es cosificado.

“La hija de Herodías” se mueve en el mundo de la imagen y la apariencia. Lejos está de ubicarse como sujeto cultural, al menos no mientras viva sumida en la creencia de ser “objeto para exhibir”. Joven mujer unida a “su cordón umbilical” que danza al ritmo musical que le toquen. Vive según el son de la moda expuesta en propagandas del momento que sean “cool”. Padece la ausencia de modelos significativos e inspiradores para la vida personal y social. Se debate entre lo que rechaza y lo que intenta "no perder". Sus sueños son delimitados por comerciales sugerentes de una vida “light”. Cuidar la figura “porque te sientes bien cuando caes bien a la vista de los demás”. Carece de proyecto personal, pues, es Herodías, su madre, quien asoma cuál ha de ser su PROYECTO. Mujer-Cuerpo para que Herodes y sus amigos se deleiten cual manjar servido en bandeja de plata.

“La hija de Herodías” resulta ser no sólo la juventud actual, sino también quienes procuran un mundo distinto, pero lo ven difícil y distante de sí. Personas que aún no tienen su oportunidad para reconocerse y saberse parte del colectivo, de la sociedad. ¡Qué chiquito resulta el mundo cuando la adversidad nos supera!

Herodías abusa de su “papel de madre” y engendra la posibilidad de eliminar al causante de su incomodidad e inconformidad. Pide la cabeza de “Juan Historia”. Acto ingenuo e inútil. Porque la raíz de “Juan Historia” no estaba en la cabeza, en las ideas. “Juan Historia” se sembró por completo en el corazón de su Pueblo. El mismo que acuna y arrulla la Esperanza en cada “juanito historia” que escucha el clamor de sus hermanos y hermanas sumidos en la injusticia y la impotencia...

Son miles de “Juanitos Historia” que se crecen cuando RESUCITAN en cada hijo e hija de Dios apostando por seguir las huellas de “JESÚS VIDA Y EVANGELIO”. Porque, el Bien es concebido como "sí al Otro". Reconocerlo como ser humano y tratarlo como tal, basándonos en el sentido real de Justicia. Sentido que permite valorar y respetar al otro, posibilitándole que sea lo que es. Sin dejar lugar alguno a la desigualdad, a pesar de la afirmación de Rousseau:"El origen de las desigualdades entre los hombres se dio cuando uno dijo: esto es mío y hubo tontos que lo creyeron"

La Historia aún no acaba. Mientras existamos seres humanos habrá algo nuevo que escribir. Nuestro dinamismo ofrece dicha convicción. El reto está en forjarnos como “Juan Historia” para aportarnos con nuestro verdadero talento, cual talante que la actualidad pide, espera, reclama y exige.

Hacemos la historia y, ésta surge a partir de experiencias renovadoras, originales y originarias. Tales experiencias nos configuran como personas, ciudadanos, como seres humanos. Si lo que priva es la humanidad y el sentido de la vida, entonces ¿por qué aferrarnos a sistemas que suponen la muerte, la alienación, el aniquilamiento?

El “otro mundo posible” es a medida que cada quien ocupe el lugar que le corresponde en la historia. Ese mundo es posible porque somos seres de posibilidades. Porque “para Dios nada es imposible” y cuenta con sus hijos e hijas (“Juan Historia”), para realizar lo posible. Dios cree y crea el otro mundo posible desde el mismo instante que dejamos que sea Dios.

 

Ileane TOLOSA VIRGUEZ

Barquisimeto - Venezuela

 


 



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