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Relectura actual, desde Minga Guazú, de Jn 2, 13-22

Carlos Alberto ROJAS


  Era uno de esos días en que el joven Jesús, comprometido hasta los huesos con la causa de su Papá Grande, iba recorriendo las calles de su amada ciudad, repartiendo esperanzas y despertando utopías, cuando, de repente, sintió que la sangre le quemaba las venas. Y no era para menos, pues el templo, lugar de culto sagrado y casa de su ABBA, había caído en manos de especuladores y embusteros quienes lo habían convertido, a base de robo y opresión, en un gran emporio mercantil, en altar de compra-venta, donde el único dios era el "mercado libre" y su profeta y verdugo, "la ley de la oferta y la demanda".

Sus discípulos, al verlo tan ofuscado, intentaron detenerlo, pero El, con voz potente les dijo:-"El celo por la casa de mi Padre me devora". Y Dicho esto se dirigió con paso resuelto hacia el templo y comenzó a expulsar, látigo en mano, a los vendedores de bueyes y caridades estériles; a los vendedores de ovejas y justicias frágiles; a los vendedores de palomas y esperanzas falsas.

Uno a uno fue soltando a los animales que serían utilizados para pagar la culpa de los hombres y liberarlos de todo cargo de conciencia, de toda responsabilidad. Esto era intolerable para Jesús, pues El había venido a la tierra precisamente para que hombres y mujeres fueran libres y responsables de sus propios actos.

Los representantes del FMI y del BM, cuyas oficinas lujosas funcionaban también en el interior del templo-imperio, preguntaron a Jesús:-¿Por qué haces esto? ¿Quién crees que eres? ¿Qué señal o qué número de cuenta bancaria puedes mostrarnos para que inclinemos ante ti la cabeza y te adoremos? ¿Hasta donde llega tu poder político y económico? Jesús les respondió:-¡Destruyan este templo-imperio y Yo construiré otro mejor en tres días! Ellos, burlándose, le dijeron:-¡Cuarenta y seis años se tardó en construirlo y tú dices que en tres días lo re-construirás! ¿A caso has perdido la razón? Ellos dijeron eso porque no querían entender que pudiera existir un imperio alternativo; un imperio justo y equitativo; un imperio sin división entre ricos y excluidos, entre norte y sur.

Los discípulos tampoco entendieron las palabras del Maestro sino sólo después que resucitó, cuando comprendieron que ya no eran hijos de la ambición y el egoísmo, porque el espíritu del amor y la comunión reinaba entre ellos.

 
 
Carlos Alberto Rojas sdb
kalorojas@hotmail.com
Minga Guazú, Paraguay

 


 



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