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¿NO ARDÍAN NUESTROS CORAZONES?

Lc 24, 13-35

Ana Maria OLMEDO RAMOS


 

Era la tarde del 26 de Abril del 2001. Aquel día algunos de nosotros, nos dirigíamos a la Catedral, en donde se celebraría una misa en conmemoración de la muerte de Monseñor Gerardi. Se cumplían tres años de su martirio. Caminando comentábamos la poca asistencia que hubo en aquella misa: "Cuando se celebró el primer año fuimos casi 10,000, en cambio ahora somos tan pocos, la gente ya se olvidó de Monseñor", decíamos.

Estábamos tristes, parecía que todo había terminado. Parecía que habían triunfado aquellos que querían dejar en el olvido la Memoria Histórica y los que pretendían que este crimen quedara en la impunidad. La indiferencia de la gente era su mejor aliado.

Mientras conversábamos, Jesús se nos acercó. Se puso a caminar a nuestro lado, pero nuestra tristeza nos impedía reconocerlo. El se interesó en nuestra discusión, por eso nos preguntó:"¿Qué es lo que van conversando juntos por el camino?".

Nos detuvimos, estábamos realmente afligidos, uno de nosotros le dijo: "¿Cómo así que tú eres el único que aún no sabe lo que pasó hace tres años?"

"¿Que pasó?", preguntó Jesús.

Entonces le contamos todo: "Es sobre lo que le hicieron a Monseñor Gerardi, el Obispo que se manifestó como un testigo fiel de Dios, él denunció el genocidio cometido contra nuestro pueblo durante 36 años. Nosotros veíamos en él a un Profeta, a aquel que nos ayudaría a conocer la verdad histórica, para que, después de reconocer las causas de esa violencia, nos comprometiéramos todos a construir una Guatemala Distinta, garantizando que "Nunca Más" permitiéramos que esto vuelva a ocurrir. Pero las fuerzas opresoras de los poderosos, los que tienen las armas, los mismos que causaron este genocidio y que aun están en el poder, lo mataron. Nosotros esperábamos que su muerte no quedaría impune, que los responsables serían sometidos a la justicia y las víctimas de esta guerra serían en alguna forma compensadas. Pero ya han pasado tres años de esto. Muchos pretenden olvidarlo. Incluso se dice que es posible que la Iglesia Católica retire la acusación del asesinato de Monseñor, esto sería un duro golpe para los que creemos en esta causa del esclarecimiento de la verdad. ¿En donde quedan las 200,00 víctimas? ¿Quién les hará justicia? ¿Quién se acordará de ellos? ¿Acaso la muerte de Monseñor Gerardi habrá sido inútil?"

Entonces Jesús comenzó a decirnos: "Qué poco entienden ustedes y cuánto les cuesta creer lo que anunciaron los profetas. ¿Acaso para entrar en la Gloria, construir una Guatemala Distinta, no tenía que ser él valiente y veraz como Cristo que padeció persecución y muerte también?". Y comenzando por Moisés y recorriendo todos los profetas nos interpretó todo lo que las escrituras decían sobre Él.

Nos fuimos acercando a la Catedral. Jesús fingió ir a otra parte. Entonces le dijimos: "Quédate con nosotros, amigo, porque la misa está por empezar". Entró y se quedó con nosotros.

Durante la misa en el momento de la homilía, Monseñor Álvaro Ramazzini que era quien concelebraba, dijo al interpretar las escrituras. "La Sangre derramada del Obispo Gerardi "cuyo rostro desfigurado y destrozado" evoca en el alma la presencia del Siervo de Yavhé, prefigurado por Isaías en el capítulo 52 y 53, no será estéril, ya que unida a tanta sangre de mártires, derramada en nuestra patria durante estos años aciagos serán semillas de nueva vida, de esperanza y de fortaleza. Las persecuciones, la cárcel, las fatigas, las críticas, las calumnias, la pobreza, son las señales de una Iglesia fiel a Jesucristo.

Humanamente hablando podemos afirmar que la lucha del Obispo Juan Gerardi para evidenciar los factores y las causas de la historia de violencia y de conflicto armado y sus esfuerzos por afrentarlos, le valieron la muerte. Sin embargo desde la verdad del Evangelio proclamado creemos que Juan Gerardi es el grano de trigo que ha muerto para dar fruto. Su muerte unida a la muerte del Señor es semilla de Esperanza, de Paz, de Justicia, de tiempos nuevos para nuestra Patria. Su sangre derramada llenará de vida nuestra amada Guatemala porque él murió en Cristo y por Cristo. Monseñor vive para siempre. Esta es nuestra esperanza en Aquel que es el mismo ayer hoy y siempre, El mismo nos dice: Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre: No tengan miedo a nada, Soy Yo. El Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto y de nuevo Soy el que vive. Tengo en mis manos las llaves de la muerte y del infierno.

En esta tarde, porque creemos que Jesucristo está con nosotros y porque Él ha vencido el poder del mal, les invito, les exhorto, les pido que unamos nuestras fuerzas para seguir la lucha del Obispo Juan Gerardi sellada con su sangre. "Sangre de Mártires, semilla de Cristianos"

En este momento, vimos la similitud entre estas palabras y las que nos había dicho al caminar con nosotros Jesús, a quien aun no habíamos reconocido. Lo buscamos entre la multitud, pero ya no estaba.

Cuando Monseñor Ramazinni tomó y consagró el pan, y lo dio a los presentes, vimos que había alguien detrás de él, en ese momento se nos abrieron los ojos y reconocimos a Jesús, y vimos que era el mismo que había caminado con nosotros. Entonces nos dijimos los unos a los otros: ¿No ardían nuestros corazones mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? ¿No ardían nuestros corazones mientras Monseñor Ramazinni nos exhortaba a unir fuerzas?

No había duda, era Cristo quien nos había hablado a través de Monseñor Ramazinni. Por que es Cristo quien camina junto a nosotros cuando se vienen abajo nuestras esperanzas pensando que somos muy pocos los que creemos en el Reino, muy pocos los que estaríamos dispuestos a dar la vida por su construcción.

Nos acordamos de las palabras Bíblicas:

"Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pueda conmover ya que es digno de confianza Aquel que se comprometió hasta morir por nosotros. Que cada uno piense como podemos animarnos mutuamente para el amor fraterno y las buenas obras. No abandonen sus asambleas como algunos acostumbran hacerlo. Sino que más bien anímense unos a otros. Tanto más si ven que se acerca el día."

Y en ese mismo momento nos levantamos y volvimos a nuestras comunidades, nuestras parroquias y nuestras familias para contarles lo sucedido; de como habíamos visto a Jesús en aquella Eucaristía y cómo nos había hablado por boca de Monseñor Ramazinni, proclamando:

"En Verdad el Señor Jesús Resucitó, en verdad Monseñor Gerardi Resucitó. El mal no tiene potestad sobre ellos, ni sobre todos aquellos que dan su vida por el Reino. Por que su sangre regará la tierra con la esperanza. Y mientras haya un corazón dispuesto a ser fiel al Reino hasta las últimas consecuencias, esta tierra dará fruto y Cristo seguirá resucitando día a día".

Palabra de Dios en la Historia de Hoy. Te alabamos Señor.

 
Ana Maria Olmedo Ramos
Mixco, Guatemala

 


 



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