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Pérez Esquivel, voz de los sin voz

Ecos / Radio Pasteur, Argentina


 

Adolfo Pérez Esquivel. Argentino. 66 años. Arquitecto, de profesión. Es un inclaudicable defensor de los derechos humanos. Su lucha en la Argentina y en todo el continente latinoamericano al frente del Servicio de Paz y Justicia le valió el máximo reconocimiento mundial: el Premio Nobel de la Paz.

En 1980, fue galardonado con esa distinción mientras en gran parte de la América Latina reinaba el terror y la oscuridad. Una luz de esperanza en medio de una generalizada violación de los derechos humanos.

El tiempo transcurrió pero dejó profundas huellas en la sociedad: 30.000 personas desaparecidas. La dictadura militar argentina debió ceder el poder ante el masivo reclamo del pueblo.

El jubilo popular ante el retorno del sistema democrático en 1983. Los jueces de la democracia enjuiciaron a los responsables del terrorismo de Estado. Pero pronto el festejo dejaría paso a las presiones militares.

Primero, la Ley de Punto Final clausuraba el camino para la apertura de nuevas causas penales contra los genocidas. Posteriormente, el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín promulgaba la Ley de Obediencia Debida para la limitación de las responsabilidades. Finalmente, el actual mandatario Carlos Menem indultaba en 1990 a todos los represores condenados por la justicia.

ECOS:A 13 años de la recuperación de la democracia en la Argentina, ¿cuál es la lucha de las organizaciones defensoras de los derechos humanos en la sociedad actual?

Pérez Esquivel: 'Es cierto que el país tiene leyes como la de Obediencia Debida, de Punto Final y varios indultos, porque los indultos del presidente Menem -si bien la Constitución lo autoriza a indultar- deben ser ante hechos juzgados y el presidente Menem cortó proceso judicial, lo que deja a las víctimas en un estado de indefensión jurídica y viola la Constitución Nacional.

El problema de la impunidad es, tal vez, lo más serio en este momento que tenemos respecto de los derechos humanos, porque no son sólo los secuestros, desapariciones, torturas, cárceles y todo lo que hubo, sino también lo que hay en esto que llamamos democracia, la policía del gatillo fácil, la corrupción, la impunidad económica de gente que ha saqueado el país y ha sacado los recursos del país. Esto se debe a una justicia también dependiente del poder político; no olvidemos que también tenemos casi 400 jueces heredados de la dictadura (militar) que juraron por el proceso de la dictadura y luego fueron avalados por el Parlamento.

Entonces, esto dificulta mucho la independencia del poder judicial del poder político; de ahí que se viene trabajando por una reforma judicial, ver si se puede instrumentar el Consejo de la Magistratura. Pero hay algunos hechos que son muy graves con respecto a la impunidad: muchos de los represores que violaron los derechos humanos -algunos de ellos se han presentado a elecciones y han ganado elecciones-. Y esto tiene que ver con una falta de conciencia del pueblo. Podríamos hablar el caso de Bussi en Tucumán, de Ulloa en Salta, de Ruiz Palacios en el Chaco, de Aldo Rico en el Parlamento, de Patti en Escobar. Y podríamos seguir mencionando muchos otros que siguen en funciones, ya sea de instituciones gubernamentales y en función de gobierno. Este es el panorama que tenemos y sobre la impunidad es imposible construir un proceso democrático.'

 

ECOS: El país se ha visto sacudido en los últimos tiempos por un nivel de impunidad que sorprendió a una sociedad conmovida por atentados y crímenes horrendos ejecutados con una metodología similar a la época de la dictadura, como la voladura de la Embajada de Israel, el atentado contra la sede de la mutual judía en la Buenos Aires, el crimen de María Soledad, la muerte del soldado Carrasco y el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas. Frente a un gobierno de lenta reacción y un sistema judicial en crisis, ¿qué pueden aportar los organismos de derechos humanos en un panorama tan desalentador?

Pérez Esquivel: 'Bueno, se están haciendo muchas cosas. Una es ante la Organización de los Estados Americanos; se han presentado recursos para que investiguen la impunidad. Esto en algún momento determinado si no se resuelve puede ir a la Corte Interamericana y, entonces, el gobierno argentino puede ser juzgado por la Corte Interamericana. Ese es uno de los hechos.

Lo otro que hemos avanzado en este tiempo son los juicios en otros países. Todo Estado tiene responsabilidad sobre sus ciudadanos, inclusoaquellos que viven en ultramar. Entonces se ha iniciado en España un proceso jurídico por el caso de 266 -ahora son muchos más-, se comenzó con 266 españoles secuestrados y desaparecidos en Argentina. Se libró la competencia de la justicia española y en este momento está en pleno proceso jurídico.

Lo otro es en Italia, donde también otra organización de la que soy el presidente internacional, la Liga Internacional de los Derechos de los Pueblos, ha promovido también el juicio a militares argentinos que violaron los derechos humanos de ciudadanos italianos. La justicia francesa y la justicia sueca juzgaron y condenaron (en ausencia) al capitán Alfredo Astiz -responsable de crímenes de ciudadanos de estos países-. Y en este momento se está estudiando la posibilidad de abrir otro frente penal en Alemania por el caso de 73 alemanes secuestrados y desaparecidos en la Argentina.

Entonces, en este momento se está haciendo todo un trabajo para ver cómo podemos desbloquear los procesos de impunidad que nos afectan, no sólo aquí en la Argentina sino en toda América Latina. Si uno empieza a ver lo que es Chile -todavía sigue gobernando Pinochet-, no nos engañemos, que no es Frei. Si vemos el caso de Paraguay, Brasil y Uruguay, y seguimos remontando.

No hablemos del caso de Perú, donde hay una dictadura con Fujimori con visos de democracia porque votan. Cuidado, democracia no significa poner el voto en una urna. Democracia significa derecho e igualdad para todos. Hay dos países que son trágicos en este sentido; son Perú y Colombia. Colombia, con unas masacres permanentes de grupos paramilitares, parapoliciales, sicarios, fuerzas policiales, fuerzas militares, guerrillas. He presidido una comisión de investigación jurídica a Colombia y otra al Perú, y hemos salido espantados de esos países. Están los jueces sin rostro…

¿Ustedes no sintieron hablar sobre eso? Los jueces sin rostro actúan escondidos detrás de grandes mamparas y hacen juicios sumarísimos que condenan a la gente con 30 o 40 años de prisión, como así… Y entonces, después aplican lo que le dicen la "ley del arrepentido". Si ellos denuncian a otro entonces le van bajando los años. Entonces, delatan al perro, al gato y al loro. Llega un momento que después de haber delatado a todo el mundo que conocen terminan en una situación terrible, un estado de indefensión jurídica total. En las prisiones del Perú hay más gente inocente que culpable.

Esto se ha denunciado ante los foros internacionales. Están preocupadísimos a nivel internacional con lo que está pasando con esto. Podríamos seguir recorriendo el continente: la masacre de los campesinos en Brasil, los movimientos de Los Sin Tierra, la situación centroamericana, pero nos quedaríamos hablando largas horas sobre esos problemas.'

 

ECOS: Una ley sancionada por el actual gobierno del presidente Menem, la 24.411 de 1994, concedió la reparación económica para las víctimas de la represión y los familiares de desaparecidos y asesinados por el régimen militar argentino, al tiempo que significó el mayor reconocimiento por parte del Estado de su responsabilidad en la represión, en el asesinato y en la desaparición forzada de centenares de miles de personas. Ciertos sectores políticos y sociales cuestionaron el instrumento legal, acusaron al gobierno de pretender el silencio de los familiares de las víctimas ya los organismos de derechos humanos de vender la sangre de los desaparecidos. Ante ello, ¿cuál es la posición del Servicio de Paz y Justicia?

Pérez Esquivel: 'Nosotros en esto tenemos ya posiciones tomadas desde el comienzo, pensamos que todo Estado debe reparar el daño hecho a la sociedad. Uno es el derecho de verdad y justicia, el otro es la reparación.

Con una reparación económica no se repara la vida. La vida no tiene valor monetario. La pérdida de un hijo, de un familiar... no se va a compensar eso con dinero, pero el Estado debe reparar el daño hecho porque no es un problema de gobierno, es un problema de Estado.

Esta es una decisión de cada una de las personas. Hay personas que están en una situación económica desastrosa; entonces, esas personas son las que deben decidir sin claudicar a sus principios que el Estado les indemnice por el daño hecho. Tiene que haber una reparación jurídica que, aquí, por lo visto no es posible -se está haciendo en otros países como los explicados- hasta que esto cambie; en algún momento esto va a tener que cambiar.

Ahora, cada persona debe obrar con libertad para saber si quiere recibir o no. Hebe de Bonafini -de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo- se opone a esto porque dice que es vender la sangre de los hijos. No es cierto -yo la quiero mucho a Hebe, siempre la hemos acompañado, aquí enfrente funciona la rama Línea Fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo-. Cada persona tiene una responsabilidad de saber si la reparación del Estado le puede servir o no. La que lo quiere rechazar es libre de rechazarlo, pero nunca esto debe servir como para decir, "bueno, que aquí terminó todo".

Aquí no terminó todo. ¿Por qué? Primero, que el delito de la desaparición forzada e involuntaria de personas -ése es el termino técnico-, es un delito continuado que no prescribe en el tiempo, ¿está claro esto? No prescribe en el tiempoporque no aparece el cuerpo del delito, no aparece el desaparecido, entonces, es un delito continuado que debe ser investigado.

Claro, uno dice, ¿después de 20 años alguien está con vida? Sí, los niños están con vida. Los niños que se han apropiado y los han criado como hijos propios están con vida. Cuando esos chicos recuperen su identidad, que después hagan lo que quieran, pero por lo menos, que recuperen su identidad.

La cosa de la reparación, lo que no se puede claudicar bajo ningún punto de vista es el derecho a la justicia por más leyes de impunidad. Nosotros estamos lanzando una campaña sobre la nulidad de las leyes de impunidad y los indultos, así que lo estamos impulsando. Pensamos ver si en una consulta popular, un plebiscito, si es simplemente un petitorio. Cuando vemos como reglamento el gobierno la ley de consulta, a uno le preocupa mucho, le da bronca porque ha hecho las cosas de tal manera que casi se hace imposible una consulta popular. Entonces, para neutralizar esto y evitar que nadie la use, estamos con un grupo de juristas analizando por dónde vamos a encontrar el mejor camino para resolver este problema.

 

ECOS: América Latina está inmersa en un complejo mecanismo de integración económica desde finales de la década pasada. El NAFTA, el Mercado Centroamericano y el MERCOSUR son expresiones de una tendencia global que parece no tener final. Acuerdos de índole político se suceden con cierta dificultad ante enconos, desconfianzas y reproches del pasado que todavía sobrevuelan entre la clase política del continente. En ese marco de integración, ¿existe alguna labor de intercambio en materia de derechos humanos entre los distintos organismos no gubernamentales de la región?

Pérez Esquivel: 'Hay una red, son más o menos unas 250 organizaciones donde sí hay intercambio, apoyo. Tal vez habría que fortalecer más la red, pero hay una intercomunicación permanente de apoyo frente a hechos. Como 200 organizaciones participamos desde el año 1993 en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de Viena. Ahí hemos presentado; tal vez América Latina fue el continente más organizado y con propuestas más precisas sobre la situación de los derechos humanos.'

 

ECOS: El tiempo transcurre inexorablemente, las leyes y los indultos en la Argentina constituyen, junto a una extendida corrupción institucional, la base de una política de impunidad que corroe a la sociedad. Desde el llano, como en los viejos tiempos, las entidades defensoras de los derechos humanos continúan con su prédica en defensa de la vida. Hoy como ayer, luchan solos con su reclamo a favor del pleno respeto por los derechos humanos en el país. ¿Por qué la sociedad argentina los contempla a cierta distancia?

Pérez Esquivel: 'José de Castro, el gran sociólogo brasileño de la década del 60, decía que había temas tabú. Un tema tabú es el hambre. Nadie quiere hablar que el pueblo tiene hambre. Y en la ultima reunión de los premios Nobel en Milán el año pasado, hablé cómo el hambre es la bomba silenciosa. El otro tema que es tabú son los derechos humanos. No se quiere hablar de los derechos humanos más allá de lo formal, pero no se quiere hablar de los derechos humanos desde el punto de vista jurídico, desde el punto del esclarecimiento o desde el punto de vista de la construcción del sistema democrático. Son temas que tratan de eludirlos y que nosotros -lógicamente-, vamos a tener que provocarlos al debate. El otro tema que también es tabú es el de los pobres. José de Castro, en su geografía del hambre, dice que los ricos no duermen porque tienen miedo de los pobres y los pobres no duermen porque tienen hambre. ¿Está claro esto?

Ustedes miren en la realidad del país. Es una sociedad fragmentada la sociedad que vivimos. Cada día hay más "countries", barrios exclusivos con guardias armados para defenderse... ¿de quién? de los pobres. Se piensa que un pobre es sinónimo de delincuencia, que un chico de la calle es un delincuente y no una víctima social. ¿Se dan cuenta de esto?

En este momento hay algunos estudios que ponen de manifiesto que hay más guardia privada que policía pública, lo que es una amenaza para la sociedad. Entonces estos sectores ponen cada día más guardias, más seguridad, y uno dice, ¿para qué? ¿Cuánto gastan en esas guardias privadas? ¿Cuánto podrían hacer con esa guardia privada para ayudar a los sectores más carenciados? ¿O cuántos puestos de trabajo podrían ser más productivos que las guardias privadas? Nosotros hoy tenemos que enfrentar esta realidad. Ojo, que no es nada agradable cuando ve los ejemplos de esa guardia privada en Colombia, con masacres a diario, con pistoleros contratados.

Mucha de esa guardia privada está integrada por gente, por represores de la última dictadura militar pero están autorizados a cargar armas, a cuidar esos barrios exclusivos y excluir -yo hablo de otras categorías, hoy se habla de los excluidos-, le hablo de los descartables, esos humanos que no tienen regreso al sistema. Esas son graves violaciones a los derechos humanos. Son los viejos, los pobres, son los indígenas, son los chicos de la calle. Todo eso es para ese sector privilegiado que gasta mucho dinero. Los otros son descartables y no tienen cabida en esto.

Nosotros estamos trabajando con los indígenas, con los collas. Vinieron como 80 collas, muchas mujeres con sus hábitos. Estuvieron tres días para llegar a Buenos Aires de Salta, 1200 km. en trenes de carga. No tienen dinero para otra cosa. Vienen a reclamar el derecho por sus tierras, tierras que son de las comunidades indígenas por generaciones y además tienen el derecho sobre la tierra porque, también, parte de esas tierras se les dio por donación. Es curioso esto, son los dueños de la tierra pero se las dio por donación.

Una empresa norteamericana -esto les muestra el panorama que estamos viviendo-, la Seaboard, compró las acciones de la empresa El Tabacal en Orán. Son 128.000 hectáreas y compraron las acciones con toda la gente adentro, animales de la reserva indígena. ¿Qué hace esta empresa? Sacarles la tierra a los indígenas y luego expulsarlos, cerrarles los molinos, cerrarles las casas, matar a los animales. Pero vivimos en democracia...

Ese es el panorama. La comunidad indígena... los mapuches, los wichis, los guaraníes son los descartables. A esta gente que no le permiten, ¿cuál va a ser el futuro de esos bebés, de esas mujeres, de esos niños, en esta sociedad que procede de esta forma?'

 

ECOS: A su entender, ¿cómo se puede alcanzar un mayor nivel de conciencia entre la población y sus dirigentes?

Pérez Esquivel: '¿Qué es lo que está pasando con todo esto en nuestra sociedad? Cuando comenzás a analizar los medios, cuando comenzás a ver lo que está pasando a tu alrededor, creo que hay que pensar qué otras formas tenemos de hacer política, de participación, de solidaridad, de trabajo. Ahí vamos a encontrar las respuestas.

No es fácil esto pero es posible. Además la otra cosa que hay que tener en cuenta: que no hay sociedades perfectas, hay sociedades perfectibles. La democracia son espacios a construir en el hacer cotidiano. En la escuela, a través de la participación, de la toma de conciencia... Yo creo que se puede ir generando conciencia en los agentes multiplicadores, en el trabajo que se puede hacer. Nosotros, durante la época de la dictadura y después, el gran desafío está en la creatividad. En los medios de comunicación nosotros utilizábamos la política del ping-pong, la información del ping pong. Mandábamos la noticia afuera y después venía de rebote por las agencias internacionales. Cuando nosotros mandábamos directamente a los periódicos, no lo publicaban; ahora mandamos un montón de información a los periódicos y no la publican. Tenemos que seguir trabajando con agentes multiplicadores para generar conciencia con seminarios, encuentros y reuniones. Así vamos construyendo los espacios de participación.'

 

ECOS: La Argentina recorre un sendero traumático en materia de derechos humanos. Mientras en el país la justicia tiene las manos atadas y los ojos vendados para la prosecución de las causas penales, en el exterior se sustancian procesos judiciales que ponen en jaque a los represores del pasado reciente. En España e Italia, los familiares de las víctimas intentan llevar a los estrados a los responsables del genocidio que sacudió a todo el país. ¿Cuál es el balance que usted puede formular en materia de derechos humanos desde la vuelta a la democracia hasta el presente? Los logros y los fracasos.

Pérez Esquivel: 'Hubo cosas que se pudieron hacer y no se hicieron. Si el pueblo hubiera estado más presente se hubiesen salvado más vidas. La Iglesia hubiese estado más presente, hubiese modificado muchas cosas, una justicia sometida al poder de la dictadura.

Sin embargo, algo se hizo. Se organizaron sectores sociales; allí surgieron varios organismos de derechos humanos. Nosotros veníamos trabajando de mucho antes; nuestra existencia data de 35 años en toda América Latina, pero asumimos una responsabilidad en un momento histórico. Pero ahí está lo que están haciendo las Madres, las Abuelas, recuperando los chicos y generando conciencia, tratando de llevar la problemática de los derechos humanos para que esto no vuelva a ocurrir nunca más, que ustedes que son jóvenes puedan vivir con dignidad.

No se trata únicamente por los chicos de los desaparecidos, se trata por cada uno de ustedes, que puedan pensar, puedan ser distintos y puedan vivir en libertad.'

 

ECOS: Para concluir este reportaje con Radio Pasteur ¿cuál es su mayor anhelo para el futuro a sólo un paso del siglo veintiuno?

Pérez Esquivel: 'Bueno, yo digo que el futuro depende del coraje que tengamos de hacer el presente. El futuro es una cosa que se construye, pero que se construye hoy. Lo que hoy uno siembra es lo que va a recoger. Entonces, lo que espero es que se tome conciencia y se comience a generar nuevas formas en el hacer político, cultural, social.

Creo que los argentinos tenemos que desterrar mucho lo que es el individualismo para comenzar a generar una cultura de la solidaridad. Hemos sido muy marcados por el individualismo. El problema del otro no me interesa. Lo que llamo solitarios en multitudes de las grandes ciudades y estos solitarios en multitudes son los que viven a través del individualismo, tal vez su única comunicación es con la pantalla de televisión.

Pienso que la juventud está como reaccionando, está como despertando a otra conciencia critica y creo que eso va a ser lo valioso.'

Producción Periodística (Investigación, Reportaje y Textos):
Federico Bezenzette, Emiliano Carbonell, Daniela Guerrero,
Fernando Lagares, Claudio Morales y Ramiro Villani.

 

 

 


 



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