Textos para misas de tema eucarístico


Bajo este titulo, se recogen dos unidades bíblico-catequéticas centradas en el tema de la eucaristía. Los textos seleccionados para el día de Jueves santo (pp. 113ss.) ofrecen la posibilidad de una tercera unidad.

Señalamos a continuación, y de manera sintética, los contenidos de las respectivas unidades. Para las primeras lecturas se ofrecen dos textos bíblicos a elegir.

 

Unidad I

PRIMERA LECTURA:

Los israelitas, hambrientos, comen el pan que Dios les regala y pueden así continuar caminando por el desierto (Ex 16, 2-4a. 12a. 12c. 13b-15).

 

O bien:

 

Elías comió y bebió el alimento que Dios le ofreció y tuvo fuerza para levantarse y continuar su camino (1R 19, 4-8).

 

SALMO:

El pan de Dios nos da fuerza para vivir y compartir nuestras cosas con los demás. Danos, Señor, el pan de la vida (Sal 77).

 

EVANGELIO:

En la eucaristía recibimos el pan de Dios que da la vida para siempre (Jn 6, 51. 55-58).

 

Unidad II


PRIMERA LECTURA:


Los domingos, en la misa, «partimos el pan» de Jesús que nos une a él y nos da vida para siempre (Hch 20, 6-8. 11).


O bien:

 

Cuantos comemos del mismo pan, que es Jesús, formamos un solo cuerpo (1 Co 10, 16b-17).


SALMO:

El pan que Dios nos regala es Jesús. Danos, Señor, tu pan (Sal 144).


EVANGELIO:

En la última Cena, Jesús hizo el gesto de «partir el pan». En cada misa podemos comer de ese pan partido que es Jesús, pan que nos une al Señor y nos da fuerza para repartir nuestras cosas con los demás (Lc 22, 14-16. 19-20).

 

Unidad I

PRIMERA LECTURA

Yo haré llover pan del cielo

Monitor:

Cuando sentimos hambre y no tenemos nada para comer, nos irritamos, estamos de mal humor, nos quejamos. Los israelitas, en el desierto del Sinaí, pasaron hambre y protestaron. Dios escucho su queja y puso al alcance del pueblo un alimento desconocido para ellos, pero capaz de saciar su hambre. Moisés al verlo exclamo: Éste es el pan que el Señor os da de comer.

 

Lector:

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4a. 12a. 12c. 13b-15

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

—«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:

—«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios"».

Por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:

—«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

—«Es el pan que el Señor os da de comer».

Palabra de Dios.

 

O bien:

 

Con la fuerza de aquel alimento, camino hasta el monte de Dios


Monitor:

Un alto en el camino, en un día de marcha, para comer un trozo de pan y beber un vaso de agua, nos dejan como nuevos. Recibimos nueva fuerza para continuar. En este relato, Elías camina por el desierto. Huye perseguido por sus enemigos. Le quieren matar porque les dice que han olvidado a Dios y son injustos con los hombres. Agotado y sin fuerzas, está a punto de morir; pero Dios, a través de un mensajero, puso al alcance de su mano pan y agua. Y aquel alimento le dio fuerza para levantarse y continuar su camino.


Lector:


Lectura del primer libro de los Reyes 19, 4-8


En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte:

—«¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!».

Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo:

—«¡Levántate, come!».

Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo:

—«¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas».

Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24a. 24b-25

Monitor:

Dios cuida de nosotros. Hace brotar en la naturaleza alimento suficiente para todos. Si a veces falta el pan a unos es porque no sabemos compartir. Jesús nos ofrece también un pan que cambia el corazón y nos da fuerza para dar nuestras cosas a los demás. Vamos a pedírselo.

Salmista:

R. Danos, Señor, el pan de la vida.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R.

Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná. R.

Les dio un trigo celeste.
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura. R.

 

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre.

 

EVANGELIO

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida

Monitor:

Sentimos hambre, parece que desfallecemos; comemos pan y continuamos vivos. Pero todos los hombres sentimos hambre de vivir para siempre. Sólo Jesús puede darnos el pan que sacia esa hambre. Ese pan lo recibimos en la eucaristía.

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51. 55-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Palabra del Señor.

 

Unidad II

PRIMERA LECTURA

Pablo en la reunión de la comunidad

Monitor:

Los cristianos nos reunimos los domingos en la misa para celebrar la Cena del Señor. Desde los comienzos de la Iglesia, los discípulos de Jesús se reunían, como hacemos nosotros en la misa, para «partir el pan». Llamaban «partir el pan» a lo que nosotros decimos «misa». Leían, como nosotros lo hacemos ahora, algún texto de la Biblia, lo comentaban, pedían fuerza para vivirlo, daban gracias a Dios, «partían el pan» de Jesús que da la vida y comulgaban.

 

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 6-8. 11

Al terminar las fiestas de Pascua, nos hicimos a la mar en Filipos y en cinco días alcanzamos a los compañeros en Troas, donde nos detuvimos una semana.

El primer día de la semana, nos reunimos a partir el pan; Pablo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día siguiente, prolongó el discurso hasta medianoche. Había lámparas en abundancia en la sala de arriba, donde estábamos reunidos.

Pablo partió el pan y cenó. Estuvo conversando largo hasta el alba y, por fin, se marchó.

Palabra de Dios.


O bien:


Aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo

Monitor:

Cuando participamos de una misma mesa y de un mismo pan, nos sentimos más unidos. Pablo nos lo dice en este texto. Cuantos comemos del mismo pan, que es Jesús, quedamos tan unidos con él que formamos un solo cuerpo.

Lector:

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 16b-17

Hermanos:

El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?

El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 144, 10-11. 15-16. 17-18

Monitor:

Dios nos regala un pan que nos hace estar siempre vivos por dentro. Ese pan es Jesús. Le pedimos: Danos, Señor, tu pan.

 

Salmista:

R. Danos, Señor, tu pan.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

 

Aleluya Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre.

 

EVANGELIO

Haced esto en memoria mía

Monitor:

Cuando partimos nuestro pan con los demás, les damos algo de lo nuestro que nos hace vivir. Este gesto o signo hizo Jesús en la última Cena para decir a sus discípulos que entregaba su vida por nosotros. Cada vez que celebramos la misa, el sacerdote recuerda el gesto de Jesús, parte el pan que es Jesús y nos lo entrega. Cuando lo comemos, Jesús nos une a él, nos da su vida y podemos vivir repartiendo nuestras cosas con los demás.

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-16. 19-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

—«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios».

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:

—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:

—«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».

Palabra del Señor.