Domingo II de Pascua


Introducción:

Jesús está vivo para siempre y quiere que también nosotros vivamos para siempre; se nota que creemos en Jesús si hacemos el bien a los demás (1ª lect.). Cantamos a Dios porque cada día nos hace el regalo de estar vivos (sal.). Jesús nos dice que somos dichosos porque creemos en él fiándonos de lo que otros nos han dicho (ev.).

 

PRIMERA LECTURA

Te doy lo que tengo:
en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar

Monitor:

Los discípulos de Jesús creen que él está vivo y que les acompaña en la vida. Por eso, invocando su nombre intentan hacer más felices a las personas con las que se encuentran. Esto ocurrió desde los primeros momentos de la Iglesia, como nos lo dice este relato. También hoy se nota que creemos en Jesucristo que está vivo para siempre si procuramos hacer el bien a los que están a nuestro alrededor.

 

Lector:

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 1-10

En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo:

—«Míranos».

Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo:

—«No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar».

Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 117, 2a y 4. 23-25. 26-27a (R.: 1)

Monitor:

El siguiente canto nos invita a dar gracias a Dios, que resucitó a Jesús y cada día nos hace el regalo de estar vivos.

 

Salmista:

R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

O bien:

R. Aleluya.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.

Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad. R.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

 

Aleluya Jn 20, 29

Porque me has visto, Tomás, has creído
—dice el Señor—.
Dichosos los que creen sin haber visto.

 

EVANGELIO

Paz a vosotros

Monitor:

El apóstol Tomás no se fiaba de los otros discípulos que le decían: «Jesús está vivo». Tomás quería asegurarse, viéndole con sus propios ojos. Jesús le hizo el regalo de salir a su encuentro, y Tomás vio y creyó. En el mismo relato, Jesús bendice a los que, como nosotros, creen en él sin haberle visto, pero se fían de lo que nos han contado quienes le vieron resucitado.

 

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-20. 24-29

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Tomas, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús y los otros discípulos le decían:

—«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:

—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

—«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:

—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contesto Tomás:

—«¡Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:

—«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Palabra del Señor.