Sábado santo
1
Derramaré un espíritu de gracia y de clemencia
Monitor:
Cuando muere una persona querida sentimos gran dolor en el corazón. Pero el dolor es aún mayor cuando la muerte no ha sido natural, sino que le han matado: por descuido, como en el caso de un accidente, por odio o venganza, como en los asesinatos. Hoy, día de Sábado santo, los cristianos recordamos a Jesús, ejecutado por la envidia y el odio de algunos hombres. Por eso es día de duelo, como nos dice el profeta Zacarías en esta lectura. Hoy los amigos de Jesús estamos en duelo porque en el mundo actual hay muchos hombres que sufren y mueren víctimas de la injuria. Pero en medio del dolor tenemos esperanza, porque creemos que Dios nos acompaña y llegara el día en que el bien triunfará definitivamente sobre el mal.
Lector:
Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10-11a. 12a
Aquel día, derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén. Hará duelo el país, familia por familia.
Palabra de Dios.
2
Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia
Monitor:
A Jesús, que fue bueno con todos, le mataron. Los hombres que anuncian el mensaje de Jesús encuentran también dificultades que les hacen sufrir. Pablo, según el texto que vamos a leer, fue uno de ellos. Sufrió, fue perseguido, pero continuó luchando porque contaba con la fuerza poderosa de Jesús resucitado.
También hay muchos cristianos en el mundo que anuncian a Jesucristo en medio de sufrimientos; vamos a recordarlos y a pedir para ellos la fuerza poderosa de Jesús.
Lector:
Lectura de las cartas del apóstol san Pablo a los Colosenses y primera a los Corintios
Col 1, 24-25. 28-29
Hermanos:
Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo.
Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo: esta es mi tarea, en la que lucho denodadamente con la fuerza poderosa que él me da.
1 Co 1, 17-18
No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación —para nosotros— es fuerza de Dios.
Palabra de Dios.
3
Cuando lo insultaban, no devolvía el insulto
Monitor:
Sufrir por sufrir es de tontos y de locos y Dios no lo quiere. sufrir por haber sido malos, hubiéramos podido evitarlo. Encontrar sufrimientos por hacer un servicio a los demás, como Jesús, es una cosa hermosa ante Dios; nos lo dice san Pedro en el texto que vamos a leer.
Lector:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-24a
Queridos hermanos:
Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario, se ponía en manos
del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
4, 13-16
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o entrometido.
Pero, si sufre por ser cristiano, que no se avergüence, que de gloria a Dios por este nombre.
Palabra de Dios.
4
Monitor:
María estuvo siempre muy cerca de Jesús, le acompañó hasta la cruz. El evangelista san Juan nos transmite las palabras de Jesús a su madre y al discípulo que tanto quería. Jesús nos deja a María como madre. Ella nos enseñará a seguir el camino del Evangelio.
Lector:
Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
—«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra de Dios.
5
Monitor:
Cuando muere una persona querida le acompañamos hasta el cementerio, le dejamos flores como recuerdo de nuestro cariño, y allí se le entierra. También a Jesús le enterraron. Vamos a leer en el evangelio de Marcos cómo fue el entierro de Jesús.
Sacerdote (o diácono):
Lectura del santo evangelio según san Marcos 15, 40-47
En aquel tiempo, había unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José.
Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.
Palabra del Señor.
6
Monitor:
A Jesús le mataron. Una muerte tan dura le hizo sufrir y gritar y llorar. Pero Jesús muere confiando en Dios que le ama, y es dueño de la vida.
Vamos a escuchar estas Lecturas pensando con el corazón que el mismo Jesús nos habla en ellas.
Lector:
Lectura del libro de los Salmos y del libro de Isaías
Salmo 15, 8-11
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilare.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Salmo 26, 1. 11-14
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos.
No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, se valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
Isaías 38, 10a. 11-14. 17
Yo pensé: «En medio de mis días ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor, devanaba yo mi vida, y me cortan la trama».
Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
La amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados.
Palabra de Dios.