EN LAS EXEQUIAS
DE UN NIÑO BAUTIZADO


Primeras lecturas del Antiguo Testamento fuera del tiempo pascual
Primeras lecturas del Nuevo Testamento tiempo pascual
Salmos responsoriales
Segundas lecturas del Nuevo Testamento
Aleluya y versículos para antes del Evangelio
Evangelios

 

PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Fuera del tiempo pascual

1

El Señor aniquilará la muerte para siempre

Lectura del libro de Isaías 25, 6a. 7-9

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará
para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos.

Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.

El Señor Dios enjugará
las lágrimas de todos los rostros,

y el oprobio de su pueblo
lo alejará de todo el país.
—Lo ha dicho el Señor—.

Aquel día se dirá:

«Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación».

Palabra de Dios.

 

2

Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 22-26

La misericordia del Señor no termina
y no se acaba su compasión;

antes bien, se renuevan cada mañana:
¡qué grande es tu fidelidad!

El Señor es mi lote, me digo,
y espero en él.

El Señor es bueno para los que en él esperan
y lo buscan;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor.

Palabra de Dios.

 

PRIMERAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

 

Tiempo pascual

 

1

 

Dios enjugará las lágrimas de sus ojos

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 9-10. 15-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Y gritaban con voz potente:

—«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».

Están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.

El que se sienta en el trono acampará entre ellos.

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

Palabra de Dios.

 

2

Ya no habrá muerte

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1a. 3-5a

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Y escuché una voz potente que decía desde el trono:

—«Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado».

Y el que estaba sentado en el trono dijo:

—«Todo lo hago nuevo».

Palabra de Dios.

 

SALMOS RESPONSORIALES

1

Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.


2

Salmo responsorial: Salmo 24, 4bc-5ab. 6 y 7bc. 20-21 (R.: 1b)

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R.

 

3

Salmo responsorial: Salmo 41, 2. 3. 5bcd; 42, 3. 4. 5 (R.: 41, 3a)

R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti,
Dios mío. R.

Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza. R.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo
«Salud de mi rostro, Dios mío». R.

 

4

Salmo responsorial: Salmo 148, 1-2. 11-13ab. 13c-14 (R.: cf. 13a)

R. Alabad el nombre del Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime. R.

Su majestad sobre el cielo y la tierra;
el acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.

 

SEGUNDAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

 

1

 

Creemos que también viviremos con Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-4. 8-9

Hermanos:


Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte.


Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.


Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

Palabra de Dios.

 

 

 

2

En la vida y en la muerte somos del Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7-9

Hermanos:

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.

Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor.

Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Palabra de Dios.

 

3

Por Cristo todos volverán a la vida

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-23

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo.

Palabra de Dios.

 

4

Dios nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo, para que fuésemos santos

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos.

Palabra de Dios.

 

5

 

Estaremos siempre con el Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-14. 17b-18

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.

Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.

Y así estaremos siempre con el Señor.

Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1

Aleluya Cf. Mt 11, 25

Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has revelado los secretos del reino
a la gente sencilla.

 

2

Aleluya Jn 6, 39

Ésta es la voluntad de mi Padre:
que no pierda nada de lo que me dio,
sino que lo resucite en el último día
—dice el Señor—.

 

3

Aleluya 2 Co 1, 3b-4a

Bendito sea el Padre de misericordia y Dios del consuelo.
Él nos alienta en nuestras luchas.

 

EVANGELIOS

 

1

 

Has escondido estas cosas a los sabios
y se las has revelado a la gente sencilla

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:

—«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

 

2

El que no acepte el reino de Dios como un niño,
no entrará en él

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 13-16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

 

3

Ésta es la voluntad de mi Padre:
que no pierda nada de lo que me dio

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 37-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

—«Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.

Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

Palabra del Señor.

 

O bien más breve:


Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 37-39

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

—«Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día».

Palabra del Señor.

 

4

Para un niño que ya había participado en la eucaristía:


El que come este pan tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

—«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

Disputaban los judíos entre sí:

—«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:


—«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Palabra del Señor.

 

5

Si crees verás la gloria de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 32-38. 40

En aquel tiempo, cuando llegó María, la hermana de Lázaro, a donde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole

—«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó:

—«¿Dónde lo habéis enterrado?».

Le contestaron:

—«Señor, ven a verlo».

Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:

—«¡Como lo quería!».

Pero algunos dijeron:

—«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera este?».

Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.

Jesús le dice a Marta:

—«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».

Palabra del Señor.

 

6

Ahí tienes a tu madre

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-30

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:

—«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

—«Tengo sed».

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

—«Está cumplido».

E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Palabra del Señor.