7 de agosto
San Cayetano, presbítero
Memoria libre
O bien del Común de santos y santas (para los religiosos)
PRIMERA LECTURA
Los que teméis al Señor, confiad, esperad, amad
Lectura del libro de Sirácida 2, 7-13
Los que teméis al Señor, esperad en su misericordia,
y no os apartéis, para no caer;
los que teméis al Señor, confiad en él,
que no retendrá vuestro salario hasta mañana;
los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo perpetuo y salvación;
los que teméis al Señor, amadlo,
y él iluminará vuestro corazones.
Fijaos en las generaciones pretéritas:
¿quién confió en el Señor y quedó defraudado?;
¿quién esperó en él y quedó abandonando?;
¿quién gritó a él y no fue escuchado?
Porque el Señor es clemente y misericordioso,
perdona el pecado y salva del peligro.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7b-8. 9 (R.: 1a)
R. Dichoso quien teme al Señor.
O bien:
R. Aleluya.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo;
no temerá las malas noticias. R.
Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R.
Aleluya y versículo antes del evangelio Mt 5, 3
Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
EVANGELIO
Vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 32-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, a donde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón».
Palabra del Señor.