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Terror de Madrid: terror de fin de imperio

2004-03-14


  ¿El terror en Madrid a dónde nos llevará? Nos obliga a pensar. Nos remite casi espontáneamente a E. Gibbon y T. Mommsen, los dos mayores historiadores de la caída del Imperio romano, que dejaron claro que dicha caída se debió principalmente al desmantelamiento del orden jurídico-religioso-militar romano a lo largo de trescientos años. La consecuencia fue un terrorismo generalizado: en el mar la piratería, y en tierra los asaltos de bandoleros organizados que dificultaban el comercio y acabaron con la seguridad de las comunicaciones. Sólo los cristianos, por vía pacífica y a otro nivel, salvaron el Imperio.

Nuestros piratas y bandoleros hoy son los terroristas. Ellos revelan la crisis del imperio occidental que se autodenominó «globalización». El imperio está marcado por tantas contradicciones que no consigue imponer su orden, a no ser por la violencia militar y por el terror económico. Pero ha suscitado mucha rabia, demasiada rabia en el mundo. Especialmente en el mundo musulmán. Éste sabe que posee la sangre del sistema (el petróleo), pero no cuenta nada en su configuración. Además, se siente discriminado y tratado con injusticia, especialmente en el conflicto palestino-israelí, ante el cual Estados Unidos y Occidente representan una posición unilateral. En la Unión Europea viven un 12% de musulmanes, muchos ilegales. Son explotados socialmente (ausencia de garantías sociales), discriminados culturalmente (el velo en Francia) y despreciados religiosamente (en la Italia de Berlusconi). Buscan apoyo en los líderes religiosos, la mayoría fundamentalistas, y están expuestos a los grupos extremistas que los reclutan para sus estrategias criminales.

Del mismo modo que se ha dado una mundialización en el sistema de seguridad, en primer lugar financiera y luego militar, se está dando también una mundialización de los que se le oponen. Hemos defendido la tesis de que la única guerra que pueden ganar los pequeños es ésta, la del terror. Los pequeños son imbatibles cuando aceptan morir y se hacen personas-bomba. Contra un hombre/mujer-bomba no hay defensa posible.

Con Bush, el imperio definió una estrategia comprensible pero equivocada: pagar mal con mal y hacer guerra contra guerrilla. Los principales analistas ya lo han dicho: ninguna medida, después del 11 de septiembre, ha conseguido eliminar la amenaza, ni siquiera disminuirla. Además, la guerra moderna de destrucción es un cañón tan grande que no puede ser usado nunca. Por ahí no hay camino eficaz. No existe solución inmediata. Si el problema del terror es mundial, la solución pasa por el único organismo político mundial que es la ONU. En ella deben centralizarse las estrategias globales.

A los países les corresponde dar a sus ciudadanos la seguridad que es posible y reforzar las estrategias mundiales. Todos debemos trabajar con un pie en un campo y con otro pie en el otro. Por una parte, el campo del presente: la sociedad y el Estado, creando mecanismos de seguridad aunque sea con eficacia limitada. Por otra parte, el campo del futuro: colocando todos juntos los elementos de un nuevo orden político mundial en el que pueda caber todo el mundo, sin potencias hegemónicas, garantizando a todos un mínimo de equidad en la participación de los recursos escasos y en los bienes de la cultura humana.

Es difícil para el actual orden mundial (que es desorden para la mayoría de la humanidad) entender que el terrorismo es primeramente consecuencia y sólo después causa de la inseguridad actual. De continuar arrogante y ciego, Occidente no va a tener solución, y cada vez más Occidente será un accidente.

 

Leonardo Boff




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