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¿Choque o diálogo?

2003-05-09


  El mundo se está haciendo cada vez más pequeño. La especie “homo sapiens/demens” ha ocupado y en cierto sentido ha depredado ya el 83% de todo el planeta. Las relaciones entre las personas y las culturas se vuelven inmediatas. ¿Cómo limitar la lucha de los egos y los intereses particulares que se sobreponen a los colectivos? ¿Cómo elaborar un consenso básico que nos permita estar juntos? ¿Cómo convivir con un mínimo de paz?

Dos posiciones sobresalen: una, de la escuela «realista», y otra, de la escuela «ético-idealista». La escuela «realista» está representada por Samuel P. Huntington, un renombrado cientista político de Harvard, que ya he citado otras veces. En su famoso libro «Choque de civilizaciones» (1996), con gran acopio de tatos y reflexiones, sostiene la tesis de que, inexortablemente, vamos al encuentro de un choque mundial de civilizaciones. Al final será Occidente contra todos los demás. Se dará –dice- una fantástica devastación de la biosfera y de las riquezas de las naciones. El escenario dramático que dibuja al final de su libro nos hace pensar en la frase de Einstein: no sé cómo será la tercera guerra mundial, pero sé que la siguiente será a base de sólo piedras y palos.

La posición «ético-ideal» está representada por Hans Küng, teólogo católico alemán, compañero de tribulaciones, pues también sufrió pesadas censuras del Vaticano. En su ya clásico «Una ética mundial para la política y la economía mundiales» (1997) sostiene la tesis inversa: o establecemos un diálogo entre todas las religiones y culturas, buscando puntos comunes, o vamos al encuentro de un desastre nunca antes visto. Su tesis es: «sin paz entre las religiones, no habrá paz entre las naciones».

¿Por qué comenzar por las religiones? Por una simple constatación: en las principales áreas actuales de conflicto subyace una cuestión religiosa. Además, el propio Huntington en su libro reconoce que «en el mundo moderno, la religión es una fuerza central, tal vez ‘la’ fuerza central que moviliza a las personas… Lo que en último análisis cuenta no es la ideología política ni los intereses económicos, sino las convicciones de fe, la familia, la sangre y la doctrina. Es por estas cosas por las que las personas combaten y están dispuestas a dar su vida. No soy yo, como teólogo, quien hago esta constatación, sino un científico político de la envergadura de Huntington.

El camino de la paz mundial pasa, por tanto, por el diálogo entre las religiones. En ese diálogo surgen los puntos comunes elencados todavía en 1970 en la Conferencia Mundial de las Religiones a favor de la Paz, en Kyoto. Al pacificar las religiones –y todavía hay mucho que hacer en ese campo- se crea la plataforma para la paz política, fundada en una ética mínima del cuidado de la Tierra y de la biosfera, en cooperación universal, en corresponsabilidad frente a nuestro futuro común, y en reverencia frente al misterio de la existencia.

¿Por qué la propuesta de Huntington es inviable? Porque la máquina de muerte es de tal orden que puede destruir todo y abortar el futuro de la especie. Ya no podemos hacer más guerras como antiguamente. Hoy sólo pueden hacerse contra países débiles, como vergonzosamente se ha hecho contra Irak. Pero no se podrá hacer lo mismo contra Rusia o China, que poseen armnas de destrucción masiva. Ahí vendría el fin de las civilizaciones. Sólo nos resta dialogar y aprender unos de otros para que evitemos el choque total y demos una oportunidad a la paz perpetua, tan soñada por el filósofo Enmanuel Kant.

 

Leonardo Boff




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