EL TIEMPO Y LA ESPERA
Pedro CASALDÁLIGA

Editorial Sal Terrae, Santander 1986

 

   
 

A los pobres,
a los mártires,
a los contemplativos,
a los militantes
y a los teólogos
de la liberación,
por quienes y con quienes
-por Él, con Él y en Él-
el tiempo se hace cristiano
y la espera esperanzada.


ÍNDICE

Prólogo de José María Valverde

I. SONETOS
Identidad
En éxodo
Claridad
Sonetillo yo
Silencio hablado
No Te he negado
Carta de navegar
Calumnia que Alguien queda
Ella vendrá
Como un río
Agustiniano
Versión de Dios
Jesús de Nazaret
Espérame también
Gratuidad
Aviso previo a unos muchachos que aspiran a ser célibes
Mar de São Paulo
Al ciprés de Itaicí
Rebaño de becerros

II SALMOS DE VIGILIA
Preguntas para subir y bajar el Monte Carmelo
Salmo de abril en São Paulo
Amanecer
Atardecer
De vuelta voy
Al Cristo de la Trinidad de Maximino Cerezo Barredo
Deja la Curia, Pedro
Retiro espiritual en el cerro de santa Terezinha
Bendición de San Francisco a fray Leonardo Boff
¿Y qué le diría, un año después, mi compadre San Francisco a fray Leonardo?
¿Me dejáis solo?
Testimonio y escándalo
Porque sé las cosas soy
Hambre de Ti
Por ese mero hecho de ser también obispo
De Hipona hasta São Félix
América Latina

III. CANTO LLANO
Mi soledad
Nuestra hora
El perro ciego
Verde navidad
La rosa
Personalidad
Decirlo así
¡Oh Dios mayor!
El misterio
Quizás esta soledad
Palabra guaraní
Va mi palabra
Calla y escucha
Vivir
No toquéis el ocaso
Somos, en última instancia
Olvido/Memoria
Los árboles y el bosque
Tu tierra y mi lluvia
Un poema
Colina
Mirada humana
Kénosis
Palabra de caminante
Supracartesiana
Podría ser el mar de Tiberíades
Con mi garza blanca
Espérame en la curva luminosa del Viento
Llega por fin a Tu anhelado rostro
Mi vida, mi muerte
Adviento
Otro cantar
Claroscuro
El corazón lleno de nombres
Paz a distancia
Solidaridad
Carretera de misión
Hablemos del Tiempo, hermano
Retornar para vivir
Si no hubiera garzas blancas
Lo mío y lo tuyo
Sólo llegando a la gruta
A contramano
Hiciste la belleza
El pobre y Tú
Si faltan los pastores
¿Sólo para mí?
Jo, yo, eu
Muchos espejos te mienten
Te has de encontrar
Los conquistadores
El poeta

 

Prólogo

Me abruma la invitación a escribir algo —algo superfluo, sin duda— antes de estos versos de Pedro Casaldáliga: acostumbrado a la cómoda posición del literato que puede permitirse organizar sublimes palabras en formas presuntamente memorables sin necesidad de comprometerse apenas con su lenguaje, me siento ahora como si recibiera una tremenda descarga eléctrica al tener ante mis ojos unos versos que son expresión transparente de una vida por completo entregada a lo que dice.
Ciertamente, no por ello hay en esta poesía ninguna ingenuidad literaria, sino, por el contrario, un «oficio», bien dominado por este poeta. Y aun cabría entrar en detalles técnicos de crítica, señalando, por ejemplo, cómo este hombre de expresión trilingüe —en catalán, como lengua materna; en castellano, como lengua literaria, alternada con la catalana; en «brasileiro», como lengua de pastor y obispo— tiene su referencia tradicional más efectiva, por lo que toca a su forma en verso, en la habitualmente desaprovechada lección del poeta Unamuno.
Pero a mí lo que más me importa aquí no es eso, sino la rarísima calidad que puede dar a una expresión poética la entrega absoluta a la fe, al amor divino —que, sobre todo hoy día, ya no hay excusas para no reconocer, a la vez, como amor al prójimo incluso en su sufrimiento colectivo y en su rebeldía contra la tradicional opresión social y económica—. El fuego de tal entrega a la fe solía, en otros tiempos, en auténticos poetas religiosos —pienso, entre los más altos, en un San Francisco de Asís, en un Iacopone da Todi, en un San Juan de la Cruz— acrisolar materias más puras y simples: hoy día ese fuego puede asumir también en poesía toda la suciedad de la miseria, el sufrimiento de los «parias de la tierra», la dureza de la explotación capitalista, junto con el escalofrío del riesgo en medio de la rebeldía revolucionaria de tantos pueblos contra la represión.
Aquí, la intensidad de este ánimo creyente no sólo hace alta poesía de tales cosas que en otros tiempos no podían ser líricas, sino que asume sus propios recursos literarios volviéndolos casi invisibles, dentro del empuje de quién ha renunciado a su "yo'', uniéndolo en el Otro con los otros.
En términos kierkegaardianos diríamos que Casaldáliga escribe «en indicativo», mientras los demás solemos escribir «en subjuntivo» o «en condicional»: «quisiéramos» o «querríamos» que algo «fuera» o «fuese», cuando en él «es» —y lo respalda con todo su vivir—.
Los que no pasamos de ser «escritores», quizá nos preguntemos cómo cabe seguir escribiendo versos cuando se ha puesto en juego la vida entera —y ello no sólo en casos explícitamente religiosos, sino en casos de entrega a la lucha y el riesgo de muerte por afán de justicia humana—. Eso también se lo preguntan a veces los mismos que viven —o sobreviven— más allá de tales entregas: por ejemplo, Leonel Rugama, ya para siempre el más joven de los buenos poetas nicaragüenses —porque murió en combate a los veinte años después de haber escrito, en anticipada ironía, que «los héroes no dijeron que morían por la patria, sino que murieron»—, escribió estas palabras, aparente despedida de la poesía, que Pedro Casaldáliga pone al frente de su libro, testimonio de un viaje, « Nicaragua: combate y profecía»:
Ya platicamos.
Ahora vamos
a vivir como los santos.
Y sin embargo, Rugama no dejó de «platicar» en verso en el poco tiempo que aún vivió, y sin duda habría seguido haciéndolo así de vivir hasta hoy. La ofrenda de la vida no tiene por qué acabar con la poesía, sino que, al contrario, le da a ésta una calidad nueva, una sublimidad privilegiada.
Tal es la calidad, en un plano a la vez humano y transcendente, que tienen los versos de Casaldáliga, surgidos de una vida de entrega cristiana, siempre con riesgo de martirio, sin dejar el «platicar», la palabra para él y para los demás, en prosa y en verso.
El verso —como señaló alguien, por supuesto inglés, con aparente modestia— tiene la ventaja sobre la prosa, por lo menos, de que es más corto y se recuerda mejor. En el caso de Casaldáliga, tiene otras ventajas de gracia formal, pero no por ello rebaja la razón de ser de su obra en prosa. Su obra en verso, aun en contra de las pretensiones de la «poesía pura», todavía gana si se la engasta entre las páginas en que él da en prosa su experiencia y su reflexión. Ahí, en efecto, se enriquece más el contexto de una vida de santidad en la forma por la que hoy «clama al cielo»' la conciencia universal: «en representación de todo el mundo», según el verso de César Vallejo, asumiendo a todos los hermanos que sufren y que entran en un vasto movimiento de rebeldía y esperanza, de camino al último Amor.

José María Valverde

 

I. SONETOS

 

IDENTIDAD

Si no sabéis quién soy. Si os desconcierta
la amalgama de amores que cultivo:
una flor para el Che, toda la huerta
para el Dios de Jesús. Si me desvivo

por bendecir una alambrada abierta
y el mito de una aldea redivivo.
Si tiento a Dios por Nicaragua alerta,
por este Continente aún cautivo.

Si ofrezco el Pan y el Vino en mis altares
sobre un mantel de manos populares...
Sabed: del Pueblo vengo, al Reino voy.

¡Tenedme por latinoamericano,
tenedme simplemente por cristiano,
si me creéis y no sabéis quién soy!

 

EN ÉXODO

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo como se acerca Tú Venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tú vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tú paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.

 

CLARIDAD

Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad.

 

SONETILLO YO

Catorce surcos de tierra,
catorce ríos de sangre,
catorce almenas en vela
y el sueño en catorce mares.

Catorce vuelos sin nido,
paloma en catorce aras,
catorce noches testigo,
catorce veces el alba.

La muerte sobre el camino,
el Pueblo por compañía
y el Viento por toda voz.

Como un silencio que digo,
catorce versos mi vida,
catorce versos y Dios.

 

SILENCIO HABLADO

Si amar es mi costumbre,
la tengo mal sabida:
llena de muchedumbre,
sola de mí mi vida.

La guerra fue mi lumbre;
mi madre, la partida.
Velo mi mansedumbre
como una espada herida.

Derramando palabras,
de mis silencios vengo
y a mis silencios voy.

Y en Tus silencios labras
el grito que sostengo
y el silencio que soy.

 

NO TE HE NEGADO


Por causa de Tú causa me destrozo
como un navío, viejo de aventura,
pero arbolando ya el joven gozo
de quien corona fiel la singladura.

Fiel, fiel..., es un decir. El tiempo dura
y el puerto todavía es un esbozo
entre las brumas de esta Edad oscura
que anega el mar en sangre y en sollozo.

Siempre esperé Tú paz. No Te he negado,
aunque negué el amor de muchos modos
y zozobré teniéndote a mi lado.

No pagaré mis deudas; no me cobres.
Si no he sabido hallarte siempre en todos,
nunca dejé de amarte en los más pobres.

 

CARTA DE NAVEGAR
(Por el Tocantins amazónico)


«Leer las aguas» será siempre un sueño
mayor que mis estudios. No consigo
leerme por debajo, serme dueño,
tenerlas todas, a la vez, conmigo.

Flotan sombras de mí, maderas muertas.
Pero la estrella nace sin reproche
sobre las manos de este niño, expertas,
que conquistan las aguas y la noche.

Me ha de bastar saber que Tú me sabes
entero, desde antes de mis días;
que en Ti voy siendo la verdad que hago;

que has puesto en mis tesoros y en mis llaves
Tus luminosos ojos por vigías
¡y que eres mi Camino de Santiago!

 

CALUMNIA, QUE ALGUIEN QUEDA

Voy a engarzar en paz esas espinas
entre las rosas todavía nuevas.
Mi voluntad rendida Tú examinas,
Tú mi holocausto sin retorno pruebas.

Tus manos han ceñido mis riñones
desde la mocedad. Te ha reservado
mi corazón la flor de sus carbones.
Si he amado, Señor, a Ti te he amado.

Mi opción de eunuco por el Reino ostento
sobre esta frágil condición de hombre,
capaz, con todo, de acoger Tu aliento.

Cuando el lagar su desazón concluya,
Tú salvarás la causa de mi nombre
que sólo quiere ser la Causa Tuya.

 

ELLA VENDRÁ


Ya la acogí, en las sombras, muchas veces
y la temí rondándome, callada.
No era el vino nupcial, eran sus heces;
era el miedo al amor, más que la amada.

Pero sé que vendrá. Confío en ella,
amada fiel de todos y maldita.
No hay modo de escapar a su querella.
Sin hora y sin lugar, ella es la cita.

Vendrá. Saldrá de mí. La llevo dentro
desde que soy. Y voy hacia su encuentro
con todo el peso de mis años vivos.

Pero vendrá... para pasar de largo.
Y en la centella de su beso amargo
vendremos Dios y yo definitivos.

 

COMO UN RÍO
(Por el Río das Mortes)

Como un río que me invade mansamente.
Que penetro, deslumbrado. Como un río
que me arrastra, poderoso, en su corriente
mientras abro, libremente, el curso es mío.

Como un río que respeta mis orillas.
Con el cielo todo entero en su regazo.
Que yo sigo, por las noches, de rodillas
y circundo, bajo el sol, con un abrazo.

Como un río que me acuna, que me sacia.
Que yo invento con las aguas de Su gracia.
Como un río ya llegado y por llegar.

Donde muere el día y nace el día nuevo.
Como un río que me lleva y que yo llevo.
Como un río que se sabe río y mar.

 

AGUSTINIANO

«Ámame más, Señor, para quererte».
Búscame más, para mejor hallarte.
Desasosiégame, por no buscarte.
Desasosiégame, por retenerte.

Pódame más, para más florecerte.
Desnúdame, para no disfrazarte.
Enséñame a acoger, para esperarte.
Mírame en todos, para en todos verte.

¡Por los que no han sabido sospecharte,
por los que tienen miedo de encontrarte,
por los que piensan que ya te han perdido,

por todos los que esperas en la muerte,
quiero cantarte, Amor, agradecido,
porque siempre acabamos por vencerte!

 

VERSIÓN DE DIOS

En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su Verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.

Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.

El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la Gloria y el Amor explana;

Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana!

 

JESÚS DE NAZARET

¿Cómo dejarTe ser sólo Tú mismo,
sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte
igual, mayor, mejor que el Cristianismo?

Cosechador de riesgos y de dudas,
debelador de todos los poderes,
Tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas,
contradicción y paz, ¡eres quien eres!

Jesús de Nazaret, hijo y hermano,
viviente en Dios y pan en nuestra mano,
camino y compañero de jornada,

Libertador total de nuestras vidas
que vienes, junto al mar, con la alborada,
las brasas y las llagas encendidas.

 

ESPÉRAME TAMBIÉN

Porque lo espero a El, y porque espero
que, al encontrarlo, todos nos veamos
restablecidos por el sol primero
y el corazón seguro de que amamos;

porque no acepto esa mirada fría
y creo en el rescoldo que ella esconde;
porque tu soledad también es mía;
y todo yo soy una herida, donde

alguna sangre mana; y donde espera
un muerto, yo reclamo primavera,
muerto con él ya antes de mi muerte;

porque aprendí a esperar a contramano
de tanta decepción: te juro, hermano,
que espero tanto verLo como verte.

 

GRATUIDAD

Os desvivís para morir de hastío
delante de la Esfinge que bosteza.
La gran Ciudad os ha secado el río.
Sois cauces de orfandad y de impureza.

Aquí, la luna cruza el Araguaia;
los ojos a su encuentro, como remos,
y el corazón tendiéndole su playa.
Hijos del cielo, de Belleza ardemos,

libres aún para cantar Su Nombre
y el Uni-verso que Su Mano escribe,
las cosas escanciadas, una a una.

Comer, sumar, poder, no es todo el Hombre.
No sólo de progreso el Hombre vive,
vive también de Dios y de la Luna.

 

AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES

Será una paz armada, compañeros,
será toda la vida esta batalla;
que el cráter de la carne sólo calla
cuando la muerte acalla sus braseros.

Sin lumbre en el hogar y el sueño mudo,
sin hijos las rodillas y la boca,
a veces sentiréis que el hielo os toca,
la soledad os besará a menudo.

No es que dejéis el corazón sin bodas.
Habréis de amarlo todo, todos, todas,
discípulos de Aquel que amó primero.

Perdida por el Reino y conquistada,
será una paz tan libre como armada,
será el Amor amado a cuerpo entero.

 

MAR DE SÃO MATEUS

Azul la paz, al menos este día,
la lengua pertinaz de blanca espuma,
olas, miradas, velas, vuelos suma,
llamándome, inviable lejanía.

Anchieta con sus versos por la arena,
las tribus con sus huesos por la muerte,
mi corazón como una playa inerte
ante los pobres entre sol y pena.

El mar que soy, el mar que me convida,
de donde viene, a donde va mi vida,
el mar que nunca habré de terminar.

Volviéndome, envolviéndome en sí mismo,
roca, horizonte, singladura, abismo,
el mar aún, de nuevo, siempre el mar.

 

AL CIPRÉS DE ITAICÍ

Capucha, el sol latinoamericano.
La asceta soledad estalla en flores.
Pero no dejará de ser hermano
de todos los cipreses rezadores.

Savia del Pueblo, lluvia de Tu Gracia,
ora y convoca, vela y desafía.
Cirio pascual de verde pertinacia,
horada las tinieblas y abre el día.

Ciprés también, acógelo, Señor:
¡el mismo anhelo lo levanta a Ti!
Allá, mudo el ciprés en el fervor

de Silos. ¿Todavía mudo? Aquí,
aljaba de combates, el clamor
de este ciprés profeta de Itaicí.

 

REBAÑO DE BECERROS


Marejadas de furias, domeñada
por la voz de un vaquero y el estío,
manada sois y moriréis manada,
yerta la sangre y humillado el brío.

Cueros de cal en serie, la alambrada
os delimita el mundo con su hastío.
Carga, divisas, carne congelada,
no ha de salvaros este verso mío.

No me miréis, atónitas preguntas.
Rendid la inútil lira de dos puntas.
En vano mugiréis contra la suerte.

Sin libertad, sin hijos, sin arenas,
número y peso os toca ser apenas
para engordar los lucros de la muerte.

 

 

II. SALMOS DE VIGILIA

 

PREGUNTAS PARA SUBIR Y
BAJAR EL MONTE CARMELO

(A Gustavo Gutiérrez,
maestro espiritual
en los altiplanos de la Liberación,
por su itinerario latinoamericano
«Beber en su propio pozo'').


«Por aquí ya no hay camino».
¿Hasta dónde no lo habrá?
Si no tenemos su vino
¿la chicha no servirá?

¿Llegarán a ver el día
cuantos con nosotros van?
¿Cómo haremos compañía
si no tenemos ni pan?

¿Por dónde iréis hasta el cielo
si por la tierra no vais?
¿Para quién vais al Carmelo,
si subís y no bajáis?

¿Sanarán viejas heridas
las alcuzas de la ley?
¿Son banderas o son vidas
las batallas de este Rey?

¿Es la curia o es la calle
donde grana la misión?
Si dejáis que el Viento calle
¿qué oiréis en la oración?

Si no oís la voz del Viento
¿qué palabra llevaréis?
¿Que daréis por sacramento
si no os dais en lo que deis?

Si cedéis ante el Imperio
la Esperanza y la Verdad
¿quién proclamará el misterio
de la entera Libertad?

Si el Señor es Pan y Vino
y el Camino por do andáis,
si al andar se hace camino
¿qué caminos esperáis?

(Desde la Amazonia brasileña,
en tiempos de probación
y de invencible esperanza criolla).

 

SALMO DE ABRIL EN SÃO PAULO

«Quaresmeiras» en flor, banderas cálidas, verdad de rosa y lila,
velan junto a los tintes de las frías banderas
al pie de los cajones monstruosos de cemento.
Ellas vencen la niebla del miedo persistente
y salvan, con la gracia de sus pequeñas risas,
las prisas de los hombres, llevados por las máquinas,
la desazón de la ciudad violenta,
la maldición del mundo.

El metro de São Paulo me lleva, como un túnel de anónimas preguntas,
lucha adentro.
(El metro de Madrid, rueca de noches mías, inflamadas,
regresaba, por fin, a Buen Suceso).

Caminos, los semáforos, guiñan el ojo verde.
Guiñan el ojo rojo de los riesgos,
la vida.
(Por los barros y pastos, integrando colores, por mi ancha Amazonia,
santiguaba la tarde el arco iris,
semáforo de nuevas alianzas.
Noé lo contemplaba con mis ojos, un poco más maduros).

Tres días de cansancio
—cada Jonás, su Nínive—,
toda una vida yendo, de llamada.
Pero el verde invadía la tierra y el anhelo,
y las garzas me daban su lección
—¡Todavía
es posible ser libres!

En la ciudad, perdidos yo y Tu Nombre,
el mundo es tan pequeño como un nido olvidado,
tan triste como un pájaro sin alas ni gorjeos.
¡Pero Tus Alas cubren su llorada miseria, mi dormida esperanza!

En Taboão da Serra
la juventud ensaya
muerte y eucaristía.
Las rosas de la Serra, deshojándose, vuelcan
sus redomas cansadas.
María Liliane ha entregado a la muerte su rosa prematura.
Cantan los compañeros, con Milton Nascimento:
—«Amigo é coisa (amigos)
de se guardar
debaixo
de sete chaves (libres)
dentro do coração...»
¡Nunca debajo de una losa fría!, replica el Evangelio.
—¡Lázaro, Liliane, salid fuera!

Con el vino de misa, bebieron muchos vinos, en sus frenados sueños,
estos curas alcólatras que ahora
pacen, como corderos, la vergüenza vencida.
Duval, el chansonier,
soñó también, un día (muchas noches),
en su petite tête y su corazón grande,
la luna y le grand ciel...
y ahora nos sorprende, con toda su guitarra de rodillas,
sabiendo más que nunca, lejos de todo palco,
que el Señor reviendra, que il l'a promis,
que il reviendra la nuit qu'on n'l'attend pas...!

Los guacamayos tiemblan—como yo deportados—
del frío de São Paulo, del frío de este mundo.
«Es invierno en la Iglesia», advertía Karl Rahner, haciendo testamento de profeta.
(Y el frío es la tristeza del Mundo,
y el invierno
es pecado en la Iglesia que ha abrasado el Espíritu)
—¿Qué estas haciendo ahora?
le preguntaba el papa (¿inquisidor? ¿benévolo?).
Respondía el teólogo (¿evasivo? ¿maestro?):
—Me preparo a vivir el gran Encuentro.
Y a sus ochenta abriles, bien pensados,
oyente del Misterio en la Palabra,
se ha zambullido en el total Futuro.

Abril portará encara, per les nostres carenes, els ganfalons florits?
Les rosas de Sant Jordi besaran els timbals, encara joves,
o s'esfereiran pels dracs de tota mena?
A Montserrat, l'abril quin virolai hi canta?
Com sabrà celebrar la primavera
el meu enfeinat Poble?
Les roses y l'abril, els fulls, les fulles,
els llibres que embreçolen la meva saviesa,
els llibres que festejo, tents, quimèrics,
els llibres que em fan pare...
les roses que em fan nen immarcescible.

La mare ja no hi és a Catalunya,
ja és a dalt de Casa.

Ginesta catalana, groga de tants records,
què hi fas ací, paulista?

En São Miguel Paulista dos hombres más reclaman,
con el título póstumo de su sangre extendida,
la tierra que les hurta el latifundio,
la casa que les niega la ciudad sitiada, exceso de codicias.
Floresta de pancartas enseña por las calles el abc del hambre:
—«Também os professores querem comer».
Diretas!»
«Diretas já!», gritan todos los muros, derramando impaciencia
El comercio pregona
una pascua de huevos
de chocolate (amargo
para los otros niños).
¿Socarres piensa con los pies sus dólares?
Las huelgas paralizan las máquinas del lucro homicidas. ¿En vano?
Estudiarán en vano estos sindicalistas, acosados de leyes y de arbitrios,
la autogestión, la autonomía, el Pueblo?
Geraldo, en Santarém, arde, como una ofrenda,
[con los huesos roídos, en la fragua.
Por la madera noble del labio mentuktire —palabra de verdad pirografada—
Amerindia reclama, desde el Xingu irredento:
—«Devolvednos la tierra, respetadnos la paz,
y haremos, con vosotros, la gran fiesta».
19 de abril, ¡Día del Indio!

«Cabo Anselmo (ex-Nordeste, ex-Marinha, ex-Guerrilha,
ex-Traição)
contra tudo»
Esses cabos-fantasma, os comandantes-zero,
ñao contam com o Povo!

¿Por qué el 9 por ciento de los niños se mueren
«antes de tiempo» aún, Santo Padre las Casas?
Genocida e impune, Reagan mina en los puertos
la núbil libertad de Nicaragua
donde ya nuestros mares, recobrados, bebían
su sed adolescente.

Arde el Líbano y mueren los penúltimos cedros.

Mueren los palestinos, ¡Palestino!

Arde en la India el corazón de Gandhi (¿inútilmente manso?).

El Chile de Neruda (¿inútilmente fiero?)
quiere estallar a gritos su losa interminable.

...¿Por que sembraré versos
delante de este Mundo?

Obispo, como un niño sin embargo.
Poeta, como un hombre simplemente.
Siempre un poco en la sola compañía.
Siempre un poco extranjero en todas partes.
Como una «quaresmeira», lila y rosa,
florida de nostalgia, ¿florida de Evangelio?

Rahner lo ha dicho. Y ya no hay más lecciones:
—La cima de mi vida está aún por llegar:
es el abismo
del Misterio de Dios
donde nos despeñamos,
libres por fin,
muriendo...

Capitulo ante Ti, oh Dios, Innominado, ¡Mayor siempre!
«Solitarios extraños» vamos hacia Tu encuentro,
¡Sentido de la sed de todos los sentidos!
Capitulo ante Ti,
abril humano yo, loca esperanza niña,
¡oh Dios, mi Primavera,
Abril del Mundo entero,
Dios ya por siempre Humano!

 

AMANECER

El lago y yo amanecemos llenos
de Dios, de Dios, de Dios...

—Tú me das el vigor de ese toro muchacho
tallado al sol naciente
junto al cactus asceta.

Las cigarras ensayan, pertinaces,
la alegría monótona del Tiempo.

Penachos de maíz, niños del todo,
saludan los caminos de los hombres.

La golondrina, sola,
haciéndome verano,
pulsa el hilo sonoro de distancias.

'Dejadme hacer acopio de ternura:
¡tengo la vida, entera, entre las manos!

 

ATARDECER

El hombre segaba esperas
cortando el césped maduro.

Subía un silencio monje
por los cipreses oscuros.

Venía el alma a la boca.

La tarde ganaba el muro.

¿Qué Dios es éste que muere,
Ausente que siempre busco,
Presente en aquel hondón
donde mi yo es todo suyo,
donde termina el vacío
de mi soledad y el mundo?

 

DE VUELTA VOY

Discretamente sordo a los agudos,
nuevas me llegan las vivencias graves:
los cantos de la paz, los llantos mudos,
el vuelo independiente de las aves,

la trama del pecado y su reverso,
la soledad de todos tan cercana,
la síntesis del mundo como un verso,
la voz de Dios más otra y más humana.

Suelta la crin y la ternura suelta,
la libertad por brida entre los dientes,
ya en la recta final, estoy de vuelta
de ciertas cabalgadas impacientes.

No he de colgar la lira ni la espada,
no negaré mi brazo a quien lo quiera,
pero se pone el sol en la calzada
y abro de par en par la antigua espera.

 

AL CRISTO DE LA TRINIDAD
DE MAXIMINO CEREZO BARREDO

Tus manos sobre los Pobres,
por Ti llegados a Dios
y acogidos en familia
de igualdad comunitaria.

Tus manos en las del Padre,
corriente de un mismo Espíritu.

Tus manos en cruz, tendidas
hacia las manos del Mundo,
villas del Tiempo Nuevo,
Camino, Verdad y Vida.

Trinidad venida a menos
para hacernos todo a todos.
Manos/Casa,
Llagas/Pascua,
Alas/Vuelo
¡Uno y nuestro!

¡Trinidad que nos arrastra
lucha adentro, Pueblo adentro,
con el Hijo,
pobre Hermano,
también muerto!

 

DEJA LA CURIA, PEDRO

Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.

Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.

La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.

Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.

El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.

Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.

¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo...
...la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.

 

RETIRO ESPIRITUAL EN EL CERRO DE SANTA TEREZINHA

Respiro a Dios.
El cerro, como un novio,
se ha vestido de flores sertanejas,
porque la madre noche ha derramado
sus plácidas vasijas
sobre el programa cierto de noviembre.

El aire amanecido
—la brisa del profeta—
visita mis pulmones.
¡Dios sea bienvenido!

El campo huele auténtico.
Olor de Dios me llega.

El sol me arropa, tibio,
la espalda caminante, cerro y Carmelo arriba.

Las olas de los montes que modeló Su Mano
cubren de paz mis ojos vespertinos.
Escribo «Paz», sobre la arena húmeda,
sobre la carne frágil de esta Tierra en combate.
Firma de paz, el río, certifica el encuentro
y sigue su camino hacia la mar lejana.

Un pájaro me canta: «Bem-te-vi».
¡El, El, me ve, mejor que yo me veo!

Abro mi cruz, mis brazos,
a todo lo que venga.
Sé que también me espera la jornada de Elías...

Pero ahora, hermanos, respiro a Dios, lo huelo a campo abierto.
Y callo, bajo el sol de su presencia,
como un niño dormido.
Ahora Dios me abraza enteramente.

 

BENDICIÓN DE SAN FRANCISCO
A FRAY LEONARDO BOFF

¿Qué le diría mi compadre San Francisco
a su hijo, Leonardo Boff,
en esta hora de probación?

—Hermano Leonardo,
teólogo de la Gracia Libertadora
por el designio del Padre:
aunque no sea muy conforme con el Evangelio de la libertad de los hijos de Dios
esta manera vaticana de tratar a los hermanos en la fe,
Tú, hermano Leonardo,
en memoria y seguimiento de Nuestro Señor y Libertador Jesucristo
que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz,
obedece con humor de hermano menor del Reino.
Sé por unos días, en sementera fecunda,
teólogo del silencio del Verbo.
Comparte en profundidad el misterio de los Pobres
que no tienen voz ni en la Sociedad ni en la Iglesia.
Tu libro, tan temido, se ha revestido ahora de razones más próximas.
Escucha, en mayor silencio,
el grito de los oprimidos que brota de este Continente de la muerte y la esperanza
y el canto nuevo que ya rompe de las aldeas indígenas,
[de los campos y las ciudades.
La mujer, una vez ha dado a luz, olvida los dolores que sufrió en el parto,
feliz por haber entregado un nuevo hijo al Pueblo.
La noche va pasando
y el día se aproxima.
Apresta, durante esta vigilia, las vestes de la nueva luz.
El viento libre del mar de Tiberíades
y las aves evangelizadoras del monte de las Bienaventuranzas
invadirán, para alegría de los Pobres,
todo el recinto de la Iglesia de nuestro Salvador Jesús.

¡Paz y Bien, hermano Leonardo!
Toda la hermandad te acompaña,
en la oración de la fe,
con las serenatas impacientes de la esperanza
y en la rebelde fidelidad de los adultos corresponsables por el Reino de Dios.
Profeta escogido de tantas palabras luminosas,
sé, por un poco de tiempo, profecía callada...
... y tu corazón experimentará la perfecta alegría.
Para gloria del Padre que nos creó libres,
en la Pascua del Hijo que con su sangre nos liberó de todo cautiverio
y en la consolación del Espíritu Santo que es el sello vivo de nuestra Libertad.
Amen, ¡Aleluya!

 

Y QUE LE DIRIA, UN AÑO DESPUÉS,
MI COMPADRE SAN FRANCISCO
A FRAY LEONARDO?

—Hermano Leonardo,
teólogo confirmado de la Liberación
por la gracia del Padre y el apremio del Pueblo:
ahora que nuestros señores,
los maestros de Roma,
te han devuelto la Palabra,
devuélvesela entera
a tu Señor, el Pobre;
vestida ya por siempre con el hábito
del color de la tierra
que es sepultura y surco;
del color de madera del leño de la Pascua.

 

¿ME DEJÁIS SOLO?

¿Me dejáis solo?
¿Con la verdad?

¿Por qué no me ayudáis
a examinar la piedra fascinante
que me ha atraído siempre a la frontera?

Los caminos trillados
son caminos de todos.
Nosotros, por lo menos,
debemos arriesgar estas veredas
donde brota la flor del Tiempo Nuevo,
donde las aves dicen la Palabra
con el vigor antiguo,
por donde otros arriesgados buscan
la humana libertad...

Si el corazón es limpio
no ha de atraparnos nunca
la noche intransitable.
El viento y las estrellas
nos dictarán los pasos.

¿Por qué me dejáis solo,
con o sin la verdad?

 

TESTIMONIO Y ESCÁNDALO

Cada día sé más
que no me pertenezco.
Ropa tendida al sol y al comentario,
públicamente vivo.
No tengo cercas, ni jardín,
ni un perro que me espante,
por lo menos de noche,
los visitantes más inoportunos.
Ya han hecho de mi capa
muchos sayos.
Sertão que el fuego puso al descubierto,
que todos los viandantes clasifican
con ojos suficientes.
Tierra que Dios calcina de exigencias
y cubre tercamente de ternura,
de un verde renacido con los años,
contra toda esperanza.
Ya soy, a cada paso que insinúo,
testimonio o escándalo,
testimonio y escándalo.

 

PORQUE SÉ LAS COSAS, SOY

Porque sé las cosas, soy
y me sé Señor del mundo.

La mañana me acaricia,
luz devuelta, cheque en blanco,
tiempo mío todavía.

Las gallinas y los patos
me circundan, sometidos.
Sobre el césped, cuentas vivas
las frutillas del «cajá»
y las manos de los niños.

Canta un pájaro sin nombre,
pero es mía su belleza.

Solamente la justicia
—estos ojos, el transistor,
la sospecha escarmentada—,
solamente la justicia
se me escapa de las manos
por las manos de otros hombres,
como yo, señores, libres.

 

HAMBRE DE TI

«Amor de Ti nos quema,
blanco Cuerpo».
Unamuno

Hambre de Ti nos quema, Muerto vivo,
Cordero degollado en pie de Pascua.

Sin alas y sin áloes testigos,
somos llamados a palpar tus llagas.

En todos los recodos del camino
nos sobrarán Tus pies para besarlas.

Tantos sepulcros por doquier, vacíos
de compasión, sellados de amenazas.
Callados, a su entrada, los amigos,
con miedo del poder o de la nada.

Pero nos quema aun tu hambre, Cristo,
y en Ti podremos encender el alba.

 

POR ESE MERO HECHO
DE SER TAMBIÉN OBISPO


Por ese mero hecho
de ser también obispo,
nadie me va a pedir
—así lo espero, hermanos—
que deje yo de ser
un hombre humano.
(Humanamente frágil, como todos.
Humanamente libre, como algunos.
Humanamente vuestro).

Nadie me va a pedir
que deje de tener yo mis amores:
los niños, por ejemplo,
las garzas,
Nicaragua,
«Geró», la vieja gata de verdes ojos sabios,
los libros, un poema,
las cartas, un abrazo,
una canción reciente,
una canción antigua
la tarde recogida bajo la luz domada,
los indios de estos pueblos que fueron tan desnudos,
aquellas viñas viejas de mi lejano pueblo,
América Latina como una esposa última,
los Pobres de la Tierra,
¡Jesús de Nazaret!

Por ese mero hecho....
nadie me va a pedir que ponga piedras
en esta honda cavidad del pecho.

 

DE HIPONA HASTA SÃO FELIX

La vida de Agustín
me acoge como un poyo
al borde del camino contestado.
Hay huellas por la arena solitaria,
de Hipona hasta São Félix.
La Iglesia viene antigua
diversa,
caminante.

¡No faltarán los elegidos bárbaros
que doblen el Imperio, hermanos de provincias!

Con rostro palestino y al viento de la Historia,
Dios marcha en caravana con nosotros.

¡Las dos Ciudades irán siendo una!

 

AMÉRICA LATINA

Sobre su larga muerte y esperanza
desnudo el cuerpo entero
—la palabra, la sangre, la memoria—,
definitivamente
será mi cruz
América Latina.

Dios, pobre y masacrado,
grita al Dios de la Vida
desde esta colectiva cruz
alzada
contra el sol del Imperio y sus tinieblas,
ante el velo del Templo estremecido.

Mañana será Pascua
—porque El ya es mañana para siempre—.
(Revestida de llagas y sorpresas,
vendrá por el jardín
la Libertad,
hermanos.
Y hay que poner ternura en las quenas despiertas
y quebrar los aromas solidarios
y conminar el miedo del sepulcro
desarmando a los guardas).

Pero hoy todavía es Viernes Santo.
Todos somos testigos,
entre dados y lanzas,
mientras la madre llora sobre el hijo ciado.

Yo no quiero negarme a ese misterio.
¡Yo no quiero negarTe!

América Latina
será mi cruz
definitivamente.

 

 

III. CANTO LLANO

 

MI SOLEDAD

Mi soledad soy yo.
No hay compañía
que me acompañe todo.
En honda gran medida
vivir es andar solo.

 

NUESTRA HORA

Es tarde
pero es nuestra hora.

Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer futuro.

Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.

Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.

 

EL PERRO CIEGO

Soga al cuello, como un reo,
callada víctima cierta,
en borracho devaneo
hacia la luz y una puerta,
la blanca pupila muerta,
hambrientos los huesos finos,
desecho de peregrinos,
fardo sin dueño a mi lado,
en un cruce de caminos,
sin camino abandonado.

 

VERDE NAVIDAD

Verdes periquitos
rompen a cantar
sobre el campo verde
bajo el sol feraz.

Piel de niño verde,
brota el arrozal.
Las colinas verdes
de vigía están.
Y el aire de Adviento
Lo presiente ya.

Solamente faltan
una lluvias más.
Háblame, Esperanza;
temores, callad;
que, a pesar de todo,
¡El nos nacerá!

Verde, verde, verde,
verde está mi paz.

Madura la Niña,
de tan verde edad.

¿Navidades blancas?
¡Verde Navidad

 

LA ROSA

La rosa es ella.
Y, sin embargo,
solamente es la rosa
si la cantamos.

 

PERSONALIDAD

Pájaro
que tiene
personalidad,
quiere el aire,
el riesgo,
de la libertad.
No le van las jaulas,
no le van.

 

DECIRLO ASÍ

Decir la marcha y su sentido,
lo porvenir y lo vivido,
decir la voz y la canción,
decir las cosas como son,
el Tiempo oscuro y redimido...
¡no por oficio, por pasión!¡

 

¡OH DIOS MAYOR!

Voy a intentar querer lo que Tú quieres
y hacer Tu voluntad contra la mía.
Quiero dejarTe ser lo que Tú eres:
¡Unico, Otro, Nuevo cada día!

 

EL MISTERIO

Os quedaréis sin la vida
si le quitáis el misterio.

Hay que salvar el aroma
de la madera cortada.

La mano de Dios confina
con las murallas del mundo,
con la esperanza del hombre.

Jugarse el tipo, de gracia,
como los niños que juegan.
Servir bajo el día a día.
Crecer contra la evidencia.
Decir siempre una palabra
última de lucha, para
caer luego de rodillas
en silencio.

 

QUIZÁS ESTA SOLEDAD

Quizás esta soledad
sea palpar horizontes
donde la noche se cierra
y andar, a pesar del miedo,
cuando tantos se recogen
al abrigo, y la montaña
se nos viene toda encima.
Soledad no es estar solo,
es vencer la compañía
que nos detiene y seguir,
con la mochila del riesgo,
consciente de la frontera
y el destino de ser hombre.

 

PALABRA GUARANÍ

Envíanos tu verbo
y en él habitarás
en medio de nosotros.
Tú eres tu palabra.

VA MI PALABRA


No voy,
va mi palabra.
¿Qué más queréis?
Os doy
todo lo que yo creo,
que es más que lo que soy.

 

CALLA Y ESCUCHA

Cállate ya
y escucha.
Escucha en paz humillada
—en humos de libertad—
la voz contraria de tantos.
Escucha Su Voz opaca,
la voz ambigua del pueblo.
Escucha también tus voces,
borbor de pozo confuso
que cifra toda su vida.VIVIR
Vivir es ir poniendo
el corazón y un pie detrás del otro
sobre el camino que se vaya abriendo.

 

NO TOQUEIS EL OCASO

No toquéis el ocaso.
Dejadlo se,
como una muerte noble.
Veladlo con el alma de rodillas
sobre la arena clara del silencio.

(Ahora recogidas, como en un pecho en gracia,
el Araguaia ofrenda las aguas luminosas,
leche y saliva y llanto y sangre nuestros).
Dejaos penetrar de esta lección suprema:
la paz vendrá al final de la jornada.

 

SOMOS EN ÚLTIMA INSTANCIA

Somos, en última instancia,
el Reino que nos es dado
y que hacemos cada día
y hacia el que, anhelantes, vamos

 

OLVIDO / MEMORIA

Al morir recibiremos
como sacramento último
el olvido de lo malo.
La Gloria será, en gran parte,
un recuerdo agradecido.

LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE


Porque soy yo,
porque eres tú
—humano empeño singular
y ningún bosque nos impide
la florecida identidad—,
puedes amarme,
te puedo amar.
Porque somos nos-otros,
te doy, me das
—la voz y el eco mutuamente,
en compartida humanidad—.

 

TU TIERRA Y MI LLUVIA

Tempestad
y bruma,
mis iras,
tus dudas.

Si es acantilado,
la palabra abrupta.

Sementera fértil,
tu tierra y mi lluvia.

 

UN POEMA

Soy el yunque del árbol derribado
el gavilán posaba su aéreo martillo,
fraguaba el sol la imagen en mis ojos
y los cuatro forjábamos este poema efímero

 

COLINA

Largos vientos la amasaron
como un pan de sumisión;
como un pecho que se entrega
sin rubor.

Un día los pies Xavante
la estremecieron, tambor.
Y la luna la segaba
con los ritos de su hoz.
Lluvias nuevas la revisten
de terciopelo, y el sol
la oblaciona, luminosa,
entre el cielo y el sertão.

Y mis ojos la defienden
como un alto corazón
que se arranca de estas tierras
calcinadas de ambición.

Colina verde, colina
única; peldaño hoy
de las Bienaventuranzas;
mañana, de la Ascensión.

 

MIRADA HUMANA

Una flor lila bastaba
para que todo el sertão
floreciese en mi mirada.

 

KÉNOSIS

Entra en picado
por aquella kenosis
que el Verbo aventuró
desnudamente,
de abismo en abismo,
hasta el foso fecundo de la muerte.

 

PALABRA DE CAMINANTE

Palabra de caminante
que me dice, con que digo
si es ala o piedra el instante,
si llega o muere un amigo.
Palabra que no consigo
decirme, decir entera;
que hablo soñando despierto
—plegaria, verso, bandera—,
parto de mí mismo cierto
cuando, callándome, muera.

 

SUPRACARTESIANA

Pienso en Dios
luego existo
capaz
del Infinito.

 

PODRÍA SER EL MAR DE TIBERÍADES

Podría ser el mar de Tiberíades,
orilla se Sus Pies.

Simón llegaba, adusto,
y echaba la mirada como una inquieta red:
—Maestro, ¿tú que dices?

—Pedro, vamos a ver...
El Reino, como sabes, pasa bajo las aguas
igual que un pez.

Podría ser el mas de Tiberíades,
si el Araguaia es.

 

CON MI GARZA BLANCA

Pero en todo caso
con mi garza blanca.

Sabia en sus esperas,
alegre en sus alas.

¡Majo el cazador
que piense cazarla!

Pasan las tormentas
y las noches pasan,

y amanece el río
con mi garza blanca.

 

ESPÉRAME EN LA CURVA LUMINOSA DEL VIENTO

Espérame en la curva luminosa del viento.
Cansancio, miedo, intriga,
dejaremos atrás.
Llevaremos la flor, quizás la espiga,
del solo Mandamiento.
La curva de ese viento
nos convoca a la Paz

 

LLEGAR POR FIN
A TU ANHELADO ROSTRO

Llegar, por fin, a Tu anhelado Rostro
y echarme entre Tus brazos con todos los llegados.

Dejar toda la vida sobre Tu Corazón,
como un niño dormido, despierto para siempre,
¡y darte a boca llena el nombre: Padre!

 

MI VIDA, MI MUERTE

Mi vida
son
muchos días.
Mi muerte
será
la hora.

 

ADVIENTO

Adviento,
otra vez Adviento,
sea siempre Adviento,
sea sólo Adviento
el Tiempo.

 

OTRO CANTAR

Ellos recitan mirtos, enciclopedias, mármoles.
Yo nombro las mazorcas, las horas, las heridas.
Ellos gozan ( o escupen) el Mar Mediterráneo.
Yo cargo el Araguaia y muchas vidas.

Ellos están de vuelta, o pasan, o suponen
que la Historia se hace como una digestión.
De espaldas al Dios vivo, coronan dioses muertos.
Ellos, si están, no son.

Yo creo en la canción hija del Hombre,
guitarra de una sola cuerda al alcance: hoy
Su Brazo en nuestros hombros, mi brazo en muchos brazos,
yo nunca estoy de vuelta, siempre voy.

 

CLAROSCURO

Claroscuro del sentido,
claroscuro de la fe.
Creo la luz que se ve,
veo el misterio escondido.
Claroscuro voy perdido
de belleza y de verdad.
Sombras, decidme. Callad,
luces sabidas. Creer
es la manera de ver
total la realidad.

 

EL CORAÓON LLENO DE NOMBRES

Al final del camino me dirán:
—¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres.

 

PAZ A DISTANCIA

Entre tu paz y mi paz
el ancho mar de por medio
como una cortina adulta
que nos preserve el recuerdo.

La distancia, como un aire,
para respirar sinceros.

 

SOLIDARIDAD

Para encender vuestra espera.
Para ayudarme a ayudar.
Porque es la sola manera
que a veces tengo de amar:
simplemente ser y estar,
donde sois y estáis ahora.
Ese nenúfar limón
bajo la niebla que llora
¿no apuesta mi corazón
para dar fe de la aurora?

 

CARRETERA DE MISIÓN

Las raposas y el ganado
alternan días y noches,
en tu pulso accidentado,
con la fiebre de los coches,
la malaria y el pecado.
El alma en fiebre transida, luces y sombras también
alterno yo en tu vaivén
¡carretera, larga herida
del tamaño de mi vida!

 

HABLEMOS DEL TIEMPO, HERMANO

Hablemos del Tiempo, hermano,
antes de sea ido
lo que pudo ser humano.
Antes de que sea en vano
llorar un día perdido,
un surco sin nuestro grano,
un canto sin nuestro oído,
un remo sin nuestra mano.

Hablemos de la tarea
de nuestra caducidad,
que es hacer que el Tiempo sea,
todo él, Eternidad.

 

RETORNAR PARA VIVIR

La nieve se hace presente
—recordar para vivir—
en el río, bajo el puente.

Los ojos siempre en la fuente
—retornar para vivir—
los pies sobre la corriente
¡y el alto mar por venir!

 

SI NO HUBIERA GARZAS BLANCAS

Si no hubiera garzas blancas
tras los montes de la Muerte,
¿cómo afirmaría el alma
sus admiraciones verdes?

¿Cómo plantaría el cuerpo
sus mojones extasiados?
¿Y qué cara Te pondría,
Señor, yo, decepcionado?

 

LO MÍO Y LO TUYO

Porque esta rosa es mía,
la corto y me la llevo.

Porque esta rosa es tuya,
mustia te la devuelvo.

Y entre lo mío y lo tuyo,
sin rosas nos quedaremos.

 

SÓLO LLEGANDO A LA GRUTA

Sólo llegando a la gruta
de la mayor soledad
voy a encontrarme de lleno
con el manantial.

A CONTRAMANO


A contramano viene el Reino.
A contramano va el amor.
A contramano de mí mismo
voy.

HICISTE LA BELLEZA


Hiciste la belleza
porque sabías que mis ojos
exultarían viéndola.

Me esperas, en la Muerte,
porque sabes
que necesito verTe!

 

EL POBRE Y TÚ

El pobre,
como Tú,
piedra de escándalo.
¡El pobre, como Tú,
piedra angular,
Jesús!

 

SI FALTAN LOS PASTORES

Porque los pobres son la mayoría,
si faltan los pastores
Belén es una farsa.

 

¿SÓLO PARA MÍ?

¿Sólo para mí
estas mariposas?
Constan en mis ojos,
¡constan en mis hojas!

JO, YO, EU

Por tres fuentes me derramo
y no me derramo entero.
El agua más honda y mía
se me está quedando dentro.

Jo, yo, eu.
Los tres.
Ninguno.
El bressol d'un temps més alt
me nace y me niega al mundo.

(Cachoeira sou,
camino de acequia
y aigua de pou).

Por tres lenguas digo más,
tres lenguas me dicen menos.

Si las tres son fuentes mías,
sólo yo soy el venero.

 

MUCHOS ESPEJOS TE MIENTEN

Muchos espejos de mienten,
muchos ojos te delatan.
Sólo te ven todo entero
Dios y tu propia mirada.

 

TE HAS DE ENCONTRAR

Tarde o temprano
te has de encontrar.
No sigas siendo un extraño
en tu heredad.

Vuélcate sobre ti mismo,
abierto de par en par.

Sólo el que sabe enfrentarse
descubrirá la verdad.

Solamente el que se acepta
acogerá a los demás.

Sólo encuentra al Dios oculto
el que se sabe buscar.

 

LOS CONQUISTADORES
(Completando a Pemán.
Y avisando, a tiempo, para
las conmemoraciones
de los 500 años...).

«Llevaban la espiga»
(y también la espada).

«Llevaban la rosa»
(con muchas espinas).

«Y los mandamientos»
(todos conculcados).

«Y el avemaría»
(¡ llena de desgracias
para la Amerindia!

 

EL POETA

«El poeta es su infancia».
Y el niño Rilke lo supo.

Una infancia bien soñada.
La que soñara y no tuvo.

Todo poeta es un niño
que se niega a ser adulto.

Podrán crecerle las barbas
de la ira o del orgullo.

Y caérsele a pedazos
el corazón ya maduro.

Pero conserva los ojos
deslumbradamente puros.