La paloma de Ayacucho
Entrevista-circular
Este año no es la
carta, es una entrevista. Circular, rodando por entre amistades y complicidades
solidarias. En ese círculo mayor de la Causa común del Dios de
la Vida y de todas nuestras vidas humanas. Con un gran abrazo, ya jubilar, por
todo ese clima que se va creando en torno al famoso año 2000.
El título «La paloma de Ayacucho» viene de una paloma de
barro que nos trajo de Perú Cerezo Barredo, el pintor, y que posa sobre
el altar de nuestra capilla forestal. Presente agradecido de un campesino indígena
de Ayacucho, calumniado, preso y tortura do hasta casi la muerte. La paloma
está con el oído atento, como para captar las voces del Viento
y de la Historia. Todo un símbolo de esta hora desconcertada y desafiante,
en este final del «siglo fascinante y cruel».
La carta es entrevista, pues. Bajo el signo profético de esa paloma.
Y quien pregunta es José María Vigil. (El está aquí,
con Cerezo Barredo, y juntos, los tres, estamos preparando la Agenda Latinoamericana'98.
La Agenda'97 -Una Patria de Patrias hermanas- ya está en la calle hace
muchos días, a disposición de la solidaridad internacional).
Pienso que buena parte de las respuestas de esta entevista nos corresponden
a todos y a todas, hermanas, hermanos.
-Comencemos por la Prelatura que acaba de celebrar sus 25 años. ¿Qué
evaluación haces de esa «caminhada»?
-La que se pueda hacer de una especie de infancia colectiva. 25 años
son poco tiempo para una Iglesia local que, prácticamente, empezó
de la nada, en una región de frontera y en medio de un pueblo principalmente
migrante. «Menina do Araguaia» se ti tula el video que Verbo Filmes
ha dedicado a nuestras bodas de plata y de sangre. Somos aún una Iglesia
niña.
Por un lado, me da la impresión de que sólo hemos empezado a roturar.
Por otro lado, veo las comunidades que se están multiplicando en las
pequeñas ciudades y en el «sertão». Y hay que reconocer
que, a lo largo de estos 25 años, ha corrido mucha tinta, a favor y en
contra, acerca de esta nuestra pequeña Iglesia.
Sintetizando, podríamos dividir nuestro proceso eclesial en tres períodos
que se implican, evidentemente:
1†. Un primer momento, radical, militante, de protagonismo total y con suplencia
casi omnímoda, bajo la dictadura militar, y en medio de un pueblo sin
estructuras administrativas ni sociales.
2†. Un período de transición, con un intento de estimular la autonomía
de la administración política y las organizaciones populares.
En esa época se conquistaron algunas alcaldías, que se pusieron
efectivamente al servicio de la población. Varios de nu estros agentes
de pastoral pasaron a servir al pueblo en la política.
3†. De una dedicación privilegiada a los indígenas, a los «posseiros»,
a los peones, nos abrimos pastoralmente, para alcanzar también al gran
pueblo (el «povão»), la masa diversificada, en la cual entran,
para la pastoral, otros sectores sociales que i ban apareciendo en la región.
Durante cuatro años hicimos una evaluación, asesorada por ISER
(Instituto de Estudios de la Religión, de Rio de Janeiro); reformulamos
toda la estructura de la Prelatura a base de consejos (local, regional, general);
diversificamos los equipos pastoral es de laicos, laicas, religiosas, sacerdotes
(mixtos o no) según las circunstancias; y ahora acabamos de celebrar
una asamblea pastoral en la cual redefinimos el objetivo de nuestra Iglesia,
sus prioridades, acciones y pasos.
Siempre, es evidente, hemos sido hijos e hijas de la hora, como Iglesia y como
Sociedad. Con evaluaciones constantes, eso sí, y, gracias a Dios, con
buenas asesorías y mucha solidaridad. Bien o mal, siempre hemos mantenido
el objetivo fundamental que a sumimos ya en aquellas primeras horas martiriales:
*la opción por los pobres, la liberación integral, la solidaridad
que va y viene.
Debo reconocer la ventaja y el inconveniente, a la vez, de haber partido de
la nada, porque podíamos crear más libremente. Así como
la ventaja de la homogeneidad de opción de los agentes de pastoral. Y
también el inconveniente de esas infinitas distancias y el subsiguiente
activismo y, a veces, agotamiento de nuestro trabajo.
Dom Zumbi, el muy querido patriarca José María Pires, con ocasión
de un retiro espiritual que nos animó, nos definía con cierto
benevolente humor como «la Iglesia menos estructurada del mundo».
Personalmente pienso que hemos mantenido un nivel aceptable de Iglesia «popular»:
dedicada al pueblo, comunitaria, participativa. Nunca hemos huido del conflicto,
en la causa indígena, en la lucha por la tierra, en la defensa de los
de rechos humanos, en la solidaridad latinoamericana. Hemos dado también
bastante importancia siempre a la información, al intercambio y a la
memoria histórica. Nuestros textos pastorales se han multiplicado en
decenas de edi ciones por todo el Continente y el gallo de nuestro boletín
«Alvorada» sigue cantando a sus 25 años de edad.
Providencialmente, nos ha bautizado la gracia del martirio. Y en julio del 96
-a los 20 años del martirio del P. João Bosco-hemos celebrado,
en Riberão-Cascalheira, la gran Romería de los mártires
de la caminhada, en el Santuario iluminad o y restaurado por el arte de Cerezo
Barredo, que ahora exhibe una galería permanente de testigos del Reino
de toda Nuestra América. (En Internet [http://servicioskoinonia.org/martirologio]
consta ahora ya la galería completa de los mártires lati noamericanos).
La pastoral indígena en nuestra región acaba de ser reconocida
en la persona de la hermanita de Jesús, Genoveva, nuestra veterana e
inquebrantable Veva, y en la resistencia colectiva del pueblo Tapirapé.
Este pueblo y Veva han recibido el premio Bartolomé de Las Casas, otorgado
en España por la Casa de América y la Secretaría de Estado
para la cooperación internacional.
Los dos grandes desafíos que, a mi parecer, nos reclaman más fundamentalmente
continúan siendo el automantenimiento pastoral, tanto en recursos humanos
como en recursos económicos. Suscitar y formar animadores y animadoras
de las comunidades seg ún las varias vocaciones, laicales, religiosas,
sacerdotales. Y educar la fe de nuestro pueblo y su vivencia evangélica
para un compromiso adulto y corresponsable en la Iglesia y en la Sociedad. En
esta hora precisamente, cuando parece que la tenta ción invita a bajar
la guardia y a rendir las banderas de la utopía y la radicalidad.
-¿Cómo la ves tú, esta hora, en Brasil, en América,
en el Mundo? ¿Y qué características o acontecimientos destacarías?
-Fernando Henrique Cardoso, «príncipe de los sociólogos»
un día, y ahora «sociólogo de los príncipes»
según el humorista, acaba de definir el cuadro económico, político
social de Brasil, de América, del Mundo, con estas palabras escalofriantes:
«El régimen actual está dando posibilidad para que los sectores
más avanzados del capitalismo tengan prevalencia. Es progresista, ya
que incorpora masas al consumo, pero tampoco voy a decir que sea de los excluidos,
porque no tiene condiciones para ser lo».
Es decir, vivimos -quede claro- en pleno neoliberalismo excluidor y es necesario
que la Iglesia de Jesús y todas las religiones que creen en el Dios de
la Vida, y la Humanidad que todavía quiera considerarse tal, lo denuncien
a los cuatro vientos y se opongan al mismo profética y solidariamente.
El acuerdo que el gobierno de Fernando Henrique -por citar un caso concreto-
ha hecho para la renegociación de la deuda, bajo las instrucciones del
FMI y del BM, compromete al país hasta el año 2020, acelera la
minimización del Estado y abre las puerta s para un endeudamiento cada
vez mayor. «Reduce el país a la condición de neocolonia»,
dice un asesor del IFAS.
Según el informe del PNUD, Brasil se divide en tres países: una
pequeña Bélgica, una Bulgaria media y una inmensa India. Por segundo
año consecutivo -de acuerdo al informe del Banco Mundial- Brasil continúa
cargando el triste trofeo de campeón d e desigualdad social del planeta.
El mensaje publicado por el sector social de la CNBB responsabiliza a los tres
poderes de la República por el deterioro de las condiciones de vida,
debido al aumento del desempleo, a la restricción salarial y a la lentitud
de la Reforma Agraria.
Ha sido noticia mundial la masacre de Eldorado dos Carajás. Como lo es
la impunidad con que se siguen encubriendo esta masacre y las de Corumbiara,
Carandirú, Vigário Geral y las «masacres económicas»
de nuestros bancos y empresas contratistas.
En Colombia el porcentaje de los pobres ha saltado al 49%, más de 17
millones, cuando eran 15 millones dos años atrás. El consultor
del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Bernardo Kliksberg, revelaba que
a la entrada del nuevo siglo seis d e cada diez personas latinoamericanas vivirán
en la pobreza, y que la pobreza mata en América Latina un millón
500 mil personas por año, entre ellas 900 mil niños. Ni México
ni Perú, por citar dos países que se exhibieron oficialmente como
d iscípulos triunfantes del ajuste neoliberal, han superado la miseria,
la violencia y la indignación popular. Analícese como se quiera
la toma de la embajada de Japón en Lima, queda el grito de los Tupac
Amaru reivindicando mejor suerte para 13 millones de compatriotas excluidos.
Los zapatistas continúan mostrando al mundo el verdadero rostro de México,
país que, por cierto, ha degenerado bastante en el respeto a los derechos
humanos. De 1994 hasta noviembre del 96, la cifra de los desaparecidos rebasaba
l os 1300. Y es bueno no olvidar que hay más de 100 mil desaparecidos/as
en Nuestra América. ¡Somos tan propensos a la amnesia, a base de
amnistías que sólo favorecen a los que tienen el poder, la supuesta
ley y el dominio del pueblo...! Guatemala -e s otro ejemplo- acaba de firmar
el tratado de paz: ¿con justicia, con la dignidad reconocida para su
casi 70% de indígenas? ¿Podrá olvidar Guatemala sus decenas
de millares de torturados, desaparecidos, asesinados? Argentina, que también
se va dete riorando económicamente a pasos acelerados, acaba de contestar
la política neoliberal con tres huelgas generales en menos de cinco meses.
El IV Encuentro de Migrantes Latinos, realizado en Porto Alegre, Brasil, se
preguntaba preocupado: «Mercosul: ¿integración o exclusión
de los migrantes?», y denunciaba una integración de los países
miembros que sobrepone de modo muy privilegiado lo económico y comercial
en detrimento de lo social.
En el último mes de noviembre, y partiendo de Asís («dos
millones de pasos» en peregrinación) con la participación
de diez premios Nobel de la Paz, varias entidades de derechos humanos, sociales
y políticos, se congregaron en Milán, convocando a la «paz
para el corazón de Africa». Se referían concretamente a
los pueblos de los Grandes Lagos, que viven «abandonados a su propia suerte»
por la comunidad internacional.
Desde Sudán, el obispo de Torit, monseñor Paride Taban reclamaba
que «los cristianos sudaneses se sienten abandonados por el resto del
mundo».
El Secretario de Estado de EEUU, Warren Christopher, a su vez, hacía
esta «desinteresada» declaración de solidaridad imperialista:
«Ha llegado la hora en que Africa podría dividirse en zonas de
influencia, en las cuales las potencias exteriores al Cont inente considerarían
a grupos enteros de países como cotos reservados».
Sigue siendo una dramática verdad la consideración del teólogo
camerunés, J. M. Ela, calificando a su Continente negro como «Africa
estrangulada».
Según previsiones del Banco Mundial, la pobreza aumentará en el
mundo en un 17% durante esta década. Y en el año 2000 habrá
1.300 millones de personas cuya renta no llegará a un dólar. Otra
vez es bueno recordar y condenar indignadamente que sól o una quinta
parte de la humanidad acapara más del 82% de todos los bienes y recursos
del mundo (solamente en EEUU el 1% de la población posee más del
40% de toda la riqueza nacional).
La Conferencia mundial sobre el futuro urbano de la humanidad (semanalmente
los centros urbanos del planeta reciben un promedio de un millón de nuevos
habitantes) ha denunciado que de los 2,4 billones de personas que actualmente
habitan en las c iudades, cerca de 500 millones no tienen vivienda y otros 600
millones viven en lugares de riesgo.
Toda esa desigualdad, homicida y suicida, no es casual, sino causal, estructurada,
programada. El neoliberalismo no es simplemente un modelo: es una ideología
total.
Un modelo y una ideología que, por otra parte, y para nuestro aliento,
ya van haciendo agua, como no podría ser menos si Dios es Dios y la humanidad
es humana. El director general de finanzas internacionales de Japón hablaba,
no hace mucho, de «el fin de la fe en el progreso» . No se acabó
la historia, dice él, y el capitalismo no es la meta de la humanidad.
La cultura occidental no es universal, añade. Y advierte que hay que
poner punto final al mito del progreso y al antropocentrismo fatal que precon
iza que desarrollarse significa dominar la naturaleza. A sus 80 años,
John K. Galbraith, uno de los más importantes economistas de este siglo,
ha lanzado un libro polémico, a contracorriente del neoliberalismo: «La
sociedad justa. Una perspectiva humana». En él afirma que «la
moderna economía de mercado concede riqueza y distribuye renta de una
forma bastante desigual, socialmente adversa y funcionalmente perjudicial».
Noam Chomsky, el gran demoledor de imperialismos y economicismos, en una entrevista
rec iente que dio aquí en Brasil, nos invitaba a reaccionar lúcidamente
«ante la insoportable claridad de las cosas»: contra la deuda externa,
contra la dictadura económica, contra ciertas privatizaciones, contra
la pasividad de tantos intelectuales y contra la élite latinoamericana
transnacionalizada. «Si la democracia formal surge justamente con el aumento
del poder privado y la eliminación de las opciones públicas, afirma
Chomsky, ella pierde su sustancia».
Ensanchando nuestra visión y nuestro compromiso a nivel cósmico,
la revista «Alternativas», de Guatemala, en diciembre del 96, publicaba
un artículo titulado «Retos eco-teológicos», de Rui
Gracio das Neves y Sergio Bran. La ecología, pues, no es sólo
una cuestión humana; es también una cuestión divina.
-¿Y no hay motivos de esperanza en medio de tantos datos estremecedores?
-Motivos de esperanza no faltan. Subiendo desde la tierra, desde los pobres.
El Frente Zapatista de Liberación Nacional nos ha convocado a «la
Internacional de la Esperanza», a la esperanza rebelde que «rechaza
el conformismo y la derrota», a re sistir contra ese «crimen mundial
llamado neoliberalismo». Y a esta idea de los zapatistas, que es también
nuestra idea, «algunos -dicen ellos, con su gallardía habitual-
la llaman necedad; nosotros la nombramos esperanza».
El Movimiento de los Sin Tierra en Brasil ha realizado este año 167 ocupaciones
victoriosas. Y los pueblos indígenas del mundo siguen celebrando su decenio.
Se han multiplicado la movilización, los manifiestos, las acciones de
las mujeres en el Contine nte y en el mundo. La manifestación, con sus
diversas facetas, de lo que llamamos ciudadanía es hoy una realidad mundialmente
reconocida; no sólo en las ONGs y entidades semejantes, sino también
en las acciones más espontáneas y cotidianas, de salu d, de educación
y cultura, de comunicación, de solidaridad.
Políticamente hablando, los partidos más populares en realidad
no pueden arrogarse victorias mayores. Sin embargo, en las últimas elecciones
de Brasil, el PT, aun sin conquistar las alcaldías que esperaba, ha crecido
en conjunto en el país. Y en Nicara gua -siempre un poco original la
querida Nicaragua- casi ganan las elecciones los maltratados sandinistas. (En
paréntesis puedo decir que hay quien cree que las perdieron por las actitudes
del cardenal Obando -dignas de una novela anticlerical- dándole la lectura
de la misa y el palio de la procesión al candidato contrincante, conocido
somocista. Aconsejo leer el número de «Envío» del
mes de noviembre del 96).
La Teología de la liberación ha celebrado simbólicamente
sus 25 años de vida militante y de salud evangelizadora. No voy a defenderla
de nuevo, porque se defiende sola mientras haya Dios de los pobres y Evangelio
de Jesús e Iglesia samaritana.
Argentina, como reponiéndose más y más de un cierto letargo
y con la participación significativa de varias personalidades del Continente,
celebró en agosto los 20 años del martirio del obispo Angelelli,
«con un oído al Evangelio y el otro al pue blo». Un grupo
perseverante de comunidades y sacerdotes argentinos consolidaron su Seminario
de Formación Teológica anual, realizado siempre a la luz de la
opción por los pobres.
En Cachipay, Cundinamarca, de esa Colombia tan «martirizada, militante
y hospitalaria», del 10 al 14 de octubre pasado, nos reunimos 360 hermanas
y hermanos de 24 países del Continente, de Europa, Asia y Africa, para
celebrar la II Asamblea del Pue blo de Dios, APD. Y en esa hora, tan colombiana
y mundial, de «duelo entre la vida y la muerte», nuestra consigna
y el compromiso de la Asamblea fue «¡Creemos en el Dios de la Vida
y defendemos la Vida de nuestros Pueblos!».
Por cierto que, inmediatamente después de la APD, en Juiz de Fora, Brasil,
celebramos también un encuentro macroecuménico, conmemorativo
de los diez años de la Jornadamundial de oración por la Paz realizada
en Asís.
Las comunidades eclesiales de base, que han tenido encuentros importantes -Colombia,
Paraguay, México, Argentina...-, se preparan aquí en Brasil para
el IX Intereclesial de las CEBs, que se va a celebrar en São Luis do
Maranhão, del 15 al 19 de julio del 97, con el tema «CEBs, vida
e esperança nas massas».
El Secretariado de Pastoral Indígena (SEPAI), del Celam, reunido en octubre
del 96 en Bogotá, con el intento de articular mejor la pastoral indígena
a nivel latinoamericano en el umbral del tercer milenio, destacaba como señales
de esperanza la creciente autoafirmación de los pueblos indígenas
con sus organizaciones propias y una siempre mayor participación de la
mujer india; la nueva visión de la Iglesia con respecto a las culturas
indígenas, e incluso «el respeto y aprecio por la teología
indí gena».
Brasil, y todo el mundo en cierta medida, esperan celebrar, como un verdadero
kairós de la pastoral familiar, el II Encuentro mundial del Papa con
las familias, los días 4 y 5 de octubre en Rio de Janeiro.
Finalmente, Timor del Este, masacrado por la imperialista Indonesia bajo el
connivente silencio del mundo occidental, acaba de recibir el premio Nobel de
la paz en las personas del obispo Carlos Felipe Ximenez Belo y del abogado José
Ramos Porta . Todos cuantos nos solidarizamos con la causa de Timor del Este
hacemos extensivo el premio de la resistencia y de la paz al líder Xanana
Gusmão, que sigue luchando desde la cárcel por la liberación
de su pueblo.
-¿Cuál sería el mensaje principal de la APD para la teología,
para la Iglesia, para la Sociedad?
-En la Asamblea de Colombia, «frente a la mundialización del ídolo
de la muerte que el sistema neoliberal preconiza, proclamamos la mundialización
del Dios de la Vida y su presencia creadora en el universo». «Confesado
por mil nombres, revelándose en m il rostros, a través sobre todo
de la fe cristiana y de las religiones indígenas y afroamericanas (la
APD se celebraba en América Latina) El es siempre mayor que todas nuestras
confesiones, más bello que todas nuestras imágenes, único
en los más diversos encuentros». «Por El y con El nos negamos
al fatalismo de un supuesto final de la historia y rechazamos toda exclusión,
prepotencia, miedo y muerte».
Desde los diferentes sectores sociales y de las diversas prácticas de
liberación (indígenas, mundo africano, juventud y niñez,
mujeres, campesino-rural, urbano popular y telógico-pastoral), celebramos
el Dios de la Vida y la Vida de nuestros pueblos. D efiníamos, con mayor
precisión, el macroecumenismo como una espiritualidad: una actitud nueva,
una nueva visión, una lógica alternativa y enriquecedora. Reconocíamos
que no siempre sería comprendida esa espiritualidad, porque exige superar
las barreras de las propias confesiones con la audacia y la creatividad de una
fe macroecuménica y conjugar dialécticamente la identidad, el
pluralismo y la complementariedad.
Bien concretamente definíamos así «los rasgos mayores de
la espiritualidad macroecuménica:
1. La madurez y la libertad en la afirmación de la identidad propia desde
el género, la cultura, la fe religiosa y la condición social.
2. La escucha contemplativa del Dios de la Vida que sigue revelándose
y la pasión por su proyecto de liberación plena.
3. La abertura fraterno-sororal a todas las personas y a sus culturas y religiones,
y el diálogo sincero, autocrítico y crítico, en pie de
igualdad.
4. La sensibilidad misericordiosa y la solidaridad eficaz frente a toda situación
de marginación y muerte.
5. La celebración, gratuita y esperanzada, del Dios de la Vida, de la
Vida de la Humanidad y de la hermosura de la tierra y el cosmos, hoy dramáticamente
amenazada».
Creo sinceramente que, en esta hora de la historia y del cosmos, Dios nos llama
al ecumenismo, al macroecumenismo, al diálogo total entre todas las personas
e instancias de todos los continentes y culturas y religiones que quieran seguir
siendo vivas, humanas y fraternas. Esa otra mundialización de la Vida
que la mundialización de la muerte nos obliga a asumir por necesidad
de sobrevivencia cuando tal vez no la viviríamos por conciencia y en
gratuidad. Las grandes Causas de la V ida en sus varias manifestaciones, de
la preservación del cosmos, de los derechos humanos y los derechos de
los pueblos, de la paz con justicia, dignidad y libertad, nos convocan a la
unidad. Si la guerra de religiones o de razas ha sido siempre absur da y suicida,
hoy lo es definitivamente más, en esta encrucijada de la aldea global
sin fronteras.
-Tú hablas mucho de «cambiar de Dios»... ¿A qué
te refieres?
-A eso. A ensanchar la propia teología, la propia fe, a dejarle a Dios
«ser Dios», a ir creyendo siempre más en el «Dios mayor»,
a reconocerlo a través de todas las múltiples presencias de su
Presencia, única, universal y salvadora. Yo me pregunto en un poemilla:
«Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?»
El teólogo cingalés Tissa Balasuriya habla, desde Asia, de la
necesidad de una «teología planetaria».
No se trata de minimizar la revelación bíblica, ni de negar la
universalidad de la mediación de Jesucristo, ni de ignorar la especificidad
cristiana. Se trata de rever nuestra teología, nuestra cristología
y nuestra eclesiología, aculturadamente miopes , secularmente colonizadoras.
Se trata de creer, efectivamente, en la voluntad salvífica universal
de Dios, que envió su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo.
Se nos abre por ahí un largo camino de escucha, de acogida y de encuentros.
-Cómo ves el programa del jubileo del año 2000?
-Qué menos que celebremos los 2000 años del nacimiento de Jesucristo.
Lo decisivo es que lo celebremos bien. Yo pienso que la celebración jubilar
del año 2000 tanto puede ser un acontecimiento de conversión eclesial
histórico como un festival autoi dolátrico del cristianismo.
Espero que la Iglesia de Jesús -las Iglesias, la Iglesia- celebre, agradecidamente
y penitencialmente a la vez, esos veinte siglos de Evangelio bien vivido y mal
vivido; la buena nueva y la mala nueva que simultáneamente ha sido el
cristianismo, entre santidad y pecado, entre caridad y guerras religiosas, entre
iluminación y fanatismo, entre universalidad y colonización.
La apertura del «Proyecto de evangelización rumbo al próximo
milenio» se celebró en Brasi, significativamente, en la Candelaria,
de Rio de Janeiro, como lugar dramáticamente simbólico porque
en él aconteció aquella triste masacre de niños de la calle.
¡Desde la vida de los pobres hay que celebrar el Jubileo de la Redención!
La Iglesia católica prepara varios sínodos continentales para
este final de siglo, después del Sínodo de Africa. (Con respecto
al Sínodo para América caben algunas restricciones serias, porque
los lineamenta ignoran los grandes testimonio s y conquistas de nuestra Iglesia
latinoamericana y porque ese Sínodo podría intentar ser el fin
de nuestros providenciales «concilios» -no sólo consultivos
sino también decisorios- de Medellín, Puebla, Santo Domingo...)
Acabamos de celebrar los 450 años de la muerte del reformador Martín
Lutero, cada vez más rehabilitado en la Iglesia católica también.
Y el pastor Konrad Raiser, Secretario del Consejo Ecuménico de Iglesias,
propone un Concilio Cristiano Univ ersal de las Iglesias ortodoxas, católica,
protestantes y pentecostales. Ciertamente, esta iniciativa sería una
auténtica teofanía del Dios de Jesús, pero me temo que
no seremos capaces de gestos mayores. Hay que estar alerta para que la celebración
d el jubileo no se quede en documentos solemnes, celebraciones transitorias
y artificios de luces e incienso.
-Para finalizar las entrevistas se le pide al entrevistado si tiene algún
consejo que dar...
-Más que consejos, tengo dos constataciones: una que se refiere al diablo
y otra que se refiere Dios.
Glosando al sabio sufí Jalaluddin Rumi, en su «Masnavi»,
uno puede preguntarse estupefacto:
«El becerro de oro [del mercado total] ha mugido. Pero ¿qué
es lo que habrá dicho ese becerro de oro para que [tantos] tontos sientan
toda esa devoción por él?».
Y el teólogo humorista José Luis Cortés presenta una entrevista,
con el consiguiente repórter, cámara en ristre sobre la cara misma
de Dios, y peguntándole: «Como Dios que eres, nunca dormirás,
claro...» «Nunca». «¿Y a qué dedicas todo
ese tiempo libre?...». «¡Perdono!»
Con esa advertencia del sabio sufí y bajo esa infinita ternura de Dios,
les abrazo a todas y todos, en la paz, en el compromiso y en la esperanza.
Pedro Casaldáliga
entrado el año de 1997
Caixa Postal 5
78670-000 São Félix do Araguaia, MT, Brasil
araguaia@quedinet.com.br
http://servicioskoinonia.org/pedro