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El Cosmos como Revelación primordial

SWIMME, Brian


 

Parte del primer capítulo del libro del mismo autor El Universo es un dragón verde. Relato cósmico de la creación, Sello azul, Santiago de Chile 1997, 21998. Título original The Universe is a Green Dragon, Bear & Company, Santa Fe, NM, EEUU, 1984.

Recomendamos vivamente la lectura completa del libro.

 

Introducción

Un día dictaba una charla sobre la nueva cosmología en la ciudad de Chicago. De repente una mujer se puso de pie, mirándome furiosa, como si la mismísima Atenea se dispusiera a atacarme. "Quiero que me explique por qué no le enseñan esto a mi hijo en el colegio. Usted dice que los científicos han abandonado la imagen materialista del mundo. ¿Me podría decir por qué mi hijo tiene que seguir soportándola, entonces?".

Excelente pregunta. Y que no se limita sólo a los colegios. Cuando enseñaba matemáticas y física a nivel universitario, solía preguntarme algo parecido. Se suponía que debía hablarles a mis alumnos del Universo, nada más que del Universo, sin entrar a hablar de su sentido. Raro, ¿no les parece?

Si uno se plantea una y otra vez la misma pregunta, no es difícil responderla. La civilización occidental se inició en medio de una especie de esquizofrenia cultural. De hecho, nuestras investigaciones científicas se apartaron de las corrientes humanistas y espirituales al comienzo de la era moderna. Con buenos motivos, por supuesto, pero la neurosis ha terminado por extenderse a varios continentes. Inmersos como estamos en la más espantosa patología conocida en la historia de la humanidad, habría que preguntarse si valió realmente la pena ese alejamiento.

Los seres humanos conscientes comprendieron desde un principio que era algo peligroso. Aunque no podían haber previsto los males que se ciernen sobre nosotros a nivel planetario ni la amenaza de aniquilación bajo la cual nos dormimos noche a noche, se daban cuenta de que el futuro que nos esperaba era absolutamente insano. Una actitud mental enferma no puede sino conducir a un medio ambiente enfermo, pero no se podía hacer nada al respecto. Como los conceptos mecanicistas de las disciplinas científicas dieron buenos resultados, terminaron por aislarse en el mecanicismo. Nuestra tradición religiosa se limitó cautelosamente a la redención y decidió que la creación no le interesaba. La cultura occidental tomó un camino que la llevaría inevitablemente a una patología cada vez más generalizada.

Actualmente se está produciendo un fenómeno impresionante, capaz de poner fin a este impase. Me refiero a la transformación radical de la imagen del mundo que va produciendo el relato cósmico de nuestro origen y desarrollo en la medida en que va penetrando en la conciencia humana. Cuando hablo denuestro origen y desarrollo no me refiero solamente a la especie humana, sino al origen y el desarrollo de todo el Universo. Hemos descubierto algo que encierra enormes posibilidades. No podemos seguir considerando al Universo como producto del choque casual de distintos elementos ni como un mecanismo determinista. El Universo considerado como un todo se parece más bien a un ser en proceso de crecimiento. El Universo tiene un comienzo y está en medio de su proceso de crecimiento, de una epigénesis cósmica de increíbles proporciones. Este nuevo fenómeno lo abarca todo: las galaxias, las estrellas, los planetas, la luz y todos los seres vivos.

¿Qué nos ofrece esta imagen más amplia del Universo? Nos permite reinventar lo humano como parte del nuevo relato cósmico. Ni más ni menos. Una nueva escuela sociológica o una nueva teoría psicológica serían muy limitadas para ayudarnos a enfrentar inquietudes de tal envergadura como las actuales. Tenemos que comprender lo humano como parte de la dinámica intrínseca de la Tierra. Alienados del cosmos, aislados en nuestros estrechos marcos de referencia, no sabemos qué somos como especie. La única manera de comprender nuestro rol en un sentido amplio es reinventar lo humano como una dimensión de un Universo en despliegue constante.

Lo que presento en este libro es una imagen general del relato cósmico de la creación, a través de una conversación que se prolonga a lo largo de toda una tarde Los interlocutores se llaman Thomas y Joven. Los he llamado así a modo de reconocimiento a Thomas Berry y a la corriente cosmológica que representa, cuyos orígenes se encuentran en Erich Jantsch y Teilhard de Chardin, Santo Tomás de Aquino y Platón. Lo que me propongo es dar a conocer la nueva imagen de la creación a partir de una conversación que sostuve con Thomas Berry en el restaurante "Broadway Diner" de la ciudad de Nueva York. Yo estaba comiendo una ensalada griega cuando, de repente, Thomas Berry me dijo: "Ustedes los científicos pueden describir maravillosamente la evolución del Universo, de una manera que supera todas las cosmologías conocidas. Pero si siguen limitándose a sus aspectos cuantitativos, jamás van a comprender su sentido. Son incapaces de escuchar la melodía que encierra. Y eso es lo que pueden ofrecer las corrientes espirituales. Describe la evolución, pero no te olvides de la melodía".

El otro interlocutor se llama Joven, para que no nos olvidemos que la especie humana es la más reciente, la más joven, la más inmadura. Somos recién llegados al Universo. Si podemos adaptarnos, si no dejamos de preguntar, de crecer y de tener esperanzas, si no dejamos de asombrarnos y sorprendernos, seguiremos avanzando en el único proceso que tiene sentido, en el proceso de nuestra auténtica maduración como especie. Sólo así permitiremos que la Tierra vuelva a florecer.

 

EL COSMOS COMO REVELACIÓN PRIMORDIAL

La creatividad: una fuerza primordial y omnipresente

JOVEN: ¿Por qué dice que el Universo es un dragón verde?

THOMAS: Porque me gusta contar cuentos. Además, me parece una buena manera de empezar a hablar de la nueva visión del cosmos.

JOVEN: ¿Pero por qué decir que es un dragón verde cuando no loes?

THOMAS: Por varios motivos. Digo que el Universo es un dragón verde para recordarnos que nunca podremos expresar a través de las palabras lo que es el Universo.

JOVEN: ¿Por qué?

THOMAS: Porque el Universo es una singularidad. Para expresarnos no podemos dejar de hacer comparaciones. Podemos decir que tal casa es blanca, no marrón. O que tal persona es violenta, que no es amable. O que tal cosa ocurrió en el siglo XIX y no antes. Pero sólo hay un Universo. No podemos comparar el Universo con nada. No podemos encerrarlo en palabras.

Digo que el Universo es un dragón verde, porque no quiero caer en la tentación de pensar que podemos controlarlo, como haríamos si lleváramos a la perrera a un perro vagabundo. Quiero que tengamos presente esta relación cuando nos enfrentamos al Todo.

Además, y éste es otro motivo para llamarlo un dragón verde, a través de las investigaciones científicas hemos hecho descubrimientos que modifican toda nuestra imagen del Universo. El descubrimiento de Copérnico de que la Tierra gira alrededor del sol es mínimo en comparación con la revolución actual del pensamiento. Reconozco que comparar el Universo con un dragón verde es una locura, pero ojalá refleje el asombro que siento ante lo que hoy en día sabemos sobre el Universo. En realidad, la imagen del dragón es imperfecta, porque los dragones verdes son demasiado comunes y, por eso mismo, no reflejan en absoluto todo el alcance de lo que hemos comprendido. Así de limitado es el lenguaje...

¿Empezamos entonces?

JOVEN: ¿Usted me va a contar la historia del Universo?

THOMAS: ¿No te parece una estupenda manera de pasar una tarde al lado de un río? Eso sí, te advierto que a ratos te vas a sentir confuso; hay muchas cosas que te van a desconcertar. No dejes de interrumpirme cuando necesites reflexionar. Es la única manera de escuchar este relato como se debe; la única manera de empezar a sentir en toda su magnitud lo que está irrumpiendo en la conciencia del ser humano.

JOVEN: ¿Va a ser largo?

THOMAS: No, en absoluto. Terminaremos antes de que se ponga el sol y ya está sobre Hawai. Toma un poco de sidra. Cuando te cueste entender, piensa en este maravilloso roble colorado que ha estado aquí desde hace cuatrocientos años, más o menos. Piensa en todo lo que ha vivido. Piensa en la paciencia que ha tenido, en su perseverancia, en la fuerza que ha adquirido mientras aprendía a relacionarse con todo lo que se le ponía por delante. Y ahí sigue. Este roble nos va a ayudar cuando esto se complique

JOVEN: ¿Por dónde empezamos?

THOMAS: Por el principio. Por la historia de todo el Universo. El cosmos en constante despliegue es el contexto de todos los conceptos de valor, sentido, propósito y finalidad. Para hablar del origen del Universo tenemos que recordar el enorme fuego mudo del comienzo del tiempo.

Imagínate una caldera de la que iba surgiendo todo. Una hoguera que abarcaba todo el Universo, que era el Universo. No había ni un solo rincón del Universo en que no estuviera presente. La luz explotaba en todos sus rincones. Y todas las partículas ardían bajo una presión y un calor enormes; todo lo que vemos, todo lo que existe hoy ya estaba allí desde un comienzo, en esa inmensa explosión de luz incandescente.

JOVEN: ¿Y cómo sabemos que pasó eso?

THOMAS: Lo sabemos porque lo vemos. Porque vemos la luz de la bola de fuego inicial. Por lo menos la luz del punto más distante, porque estuvo ardiendo durante cerca de un millón de años. Y vemos el nacimiento del Universo, porque la luz del punto más lejano recién llega a donde estamos; se ha venido desplazando durante veinte mil millones de años para llegar aquí

JOVEN: ¿Qué quiere decir eso de que vemos la luz de la bola de fuego?

THOMAS: Cuando miramos una vela encendida, vemos su luz. Lo mismo pasa con la bola de fuego. Nos relacionamos físicamente con fotones que provienen del origen del tiempo.

JOVEN: ¿O sea que estamos en contacto directo con el origen del Universo?

THOMAS: Así es.

JOVEN: Me cuesta creer que no lo sabía.

THOMAS: Los científicos aprendieron hace muy poco a ver la bola de fuego. Su luz ha estado siempre presente, pero para poder verla el ser humano tenía que desarrollar inmensamente su capacidad de percepción. Así como un artista aprende a observar los sutiles matices de las orillas de un lago, la raza humana ha aprendido a agudizar su percepción para apreciar lo que le rodea. Fue un proceso que tardó millones de años, pero actualmente los seres humanos pueden relacionarse con las radiaciones cósmicas que surgieron junto con el Universo. Podemos observar el comienzo del tiempo... es algo prodigioso.

JOVEN: Impresionante.

THOMAS: Lo más impresionante es darse cuenta de que todo lo que hay en el Universo tiene el mismo origen. Los elementos de tu cuerpo y del mío están íntimamente relacionados, porque provienen del mismo fenómeno energético y forman parte de ese fenómeno. Nuestro linaje está formado por todos los seres vivos, y se remonta a las estrellas y al comienzo de la bola de fuego. El Universo es un solo despliegue dinámico y multiforme de materia, entendimiento, inteligencia y vida. Y todo esto es nuevo.

Ninguno de los grandes personajes de la historia lo sabía. Ni Platón ni Aristóteles ni los profetas hebreos, ni Confucio ni Santo Tomás de Aquino, ni Leibniz ni Newton ni ninguno de los otros grandes creadores. Somos la primera generación que tiene una imagen empírica del origen del Universo. Somos los primeros seres humanos que contemplamos el cielo nocturno y vemos el nacimiento de las estrellas, el nacimiento de las galaxias, el nacimiento de todo el cosmos. Nuestro futuro como especie se forjará a partir de esta nueva visión del mundo.

JOVEN: ¿Y qué pasa con mi futuro? ¿Qué sentido tiene esto para mí?

THOMAS.- Para empezar, significa que tienes que aceptar tu capacidad creativa. El Universo se ha desplegado hasta el punto en que está ahora y te ha dotado de una enorme capacidad creativa para seguir desplegándose. La evolución del cosmos depende de los seres y los elementos que existen hoy en día, incluido tú. Tu creatividad es tan esencial para la evolución del Universo como la creatividad que contenía la bola de fuego.

JOVEN: ¿Qué tengo que hacer para entender en qué consiste mi creatividad?

THOMAS: Observa la creatividad que se manifiesta en el Universo. Eso te ayudará a entender qué papel juegas en la actividad creativa La bola de fuego era una caldera de creatividad. De allí salieron las partículas que dieron origen al Universo. Todo lo que existe en la Tierra existe gracias a esas partículas que aparecieron cuando el Universo empezó a desplegarse. Después de la bola de fuego, aparecieron las estrellas y las galaxias. No podemos*dejar de reconocer que la creación de una galaxia es un hecho estupendo. ¿Acaso lo podríamos hacer nosotros? Sin embargo, hay cientos de miles de millones de galaxias, cada una de las cuales se compone de cientos de miles de millones de estrellas. Y todas están en constante movimiento; las estrellas giran unas en torno a otras, explotando, creando nuevas estrellas, unidas en el silencio de la fuerza de gravitación que las envuelve. Y estas estructuras extraordinariamente complejas surgieron en un abrir y cerrar de ojos. Basta con pensar en la creatividad natural del Universo para sentirnos abrumados por su inmensidad y su aparente espontaneidad.

Para entender en qué consiste la creatividad tenemos que empezar por saber cómo se expresa la creatividad de la Tierra. No conocemos ningún otro planeta tan creativo como la Tierra. Y me refiero a la Tierra como un todo, como una unidad creativa. La Tierra creó masas sólidas, cadenas de montañas, una atmósfera. La Luna y Mercurio crearon cadenas de montañas, pero su creatividad dejó de manifestarse hace mucho tiempo. Marte también creó montañas y una gruesa capa sólida y una atmósfera, pero su etapa creativa más importante ya pasó. En cambio, la Tierra va a seguir creando durante miles de millones de años. Júpiter creó una atmósfera, eso es innegable, pero nunca va a ser capaz de crear un continente; las grandes masas que lo forman seguirán en estado gaseoso por muchísimo tiempo. Sólo la Tierra tenía la capacidad creativa necesaria para dar a luz tal diversidad, aunque fuera en forma elemental. La Tierra creó los océanos, lo que es una hazaña extraordinaria. Aún no hemos descubierto ningún otro océano en esta galaxia, ni lagos ni ríos. Sólo los encontramos en la Tierra.

JOVEN: ¿Solamente?

THOMAS: Hay vapor de agua y hielo, pero nada más. La creación del hielo es una manifestación incomparable de la creatividad; durante los primeros miles de millones de años del Universo no había hielo en ninguna parte. Venus creó vapores de agua, lo que evidentemente es una gran obra creativa, pero el haber creado océanos y haberlos conservado durante cuatro mil millones de años es una hazaña de la que sólo la Tierra puede vanagloriarse. Por lo que sabemos, es muy probable que no haya ningún otro planeta con tanta capacidad creativa. Puede ser una idea alarmante, pero es muy respetable mientras no haya nada que nos demuestre lo contrario.

JOVEN: Aparentemente, los océanos no son nada fuera de lo común.

THOMAS: Sí, tienes razón, pero eso no es más que un reflejo de lo limitado de nuestro entendimiento. Sólo cuando tomamos a todo el Universo como marco de referencia empezamos a reconocer el sentido cósmico que tiene el agua dulce. Sólo cuando tomamos conciencia de la evolución del cosmos empezamos a comprender el sentido y el significado de las cosas comunes y corrientes.

La Tierra fue una caldera de creatividad química y elemental, que dio origen a una enorme variedad de formas y combinaciones de elementos cada vez más complejos hasta que la vida apareció en los océanos y empezó a extenderse por los continentes hasta cubrir todo el planeta. Esta creatividad siguió manifestándose hasta que empezaron a aparecer flores en todos los continentes, y siguió desplegándose hasta que la imagen de las flores y de todo lo bello llegó a ser percibida y apreciada. Somos la más reciente, la más flamante extravagancia de esta Tierra extraordinariamente creativa.

JOVEN: ¿Y la última también?

THOMAS: La que está en pañales todavía. ¿Cómo puedes hablar del final? Recién hemos empezado a caminar y estamos profundamente conscientes de nuestra inmadurez. Esta misma conversación nos demuestra cómo sigue evolucionando la capacidad del ser humano para reflexionar sobre sí mismo. Hace un rato, ni siquiera sabías de la existencia de la bola de fuego inicial. Durante millones de años, ni una sola especie oyó hablar de la luz de la bola de fuego. ¿Te das cuenta? El Universo sigue evolucionando, sigue manifestándose a través de la conciencia del ser humano.

JOVEN: Cuando usted describe la aparición de los océanos, entiendo que fueron algo nuevo que se sumó espontáneamente a la Tierra, ¿pero qué aportan los seres humanos que sea realmente nuevo?

THOMAS: Lo humano le da al Universo la oportunidad de apreciar su increíble belleza. Puedes verlo así: antes de que aparecieran los seres humanos, la Tierra y el Universo eran maravillosos, pero nadie apreciaba todavía el profundo sentido de esa maravilla, nadie lo comprendía. Nosotros, los seres humanos, hicimos posible la profunda percepción de algunos aspectos del Universo, y recién hemos empezado a expresarnos; cuando maduremos, podremos dar mucho más todavía. ¿Qué otro sentido tendría que todo lo que existe en la Tierra tratara de llamarnos la atención, con la esperanza de percibir su existencia a través de una vida vivida intensamente? Piénsalo. Hasta ayer no tenías ni la menor conciencia de la bola de fuego. Ahora que has oído hablar de ella, dime si no te maravilla.

JOVEN: Bueno, sí, me maravilla.

THOMAS: El Universo tiembla de asombro a través del ser humano. ¿Te das cuenta? Trata de imaginar lo que pasaría si no hubiera seres humanos en este planeta: las montañas y la bola de fuego seguirían siendo maravillosas, pero la Tierra no tendría conciencia de ellas. ¿Te das cuenta lo tristísimo que sería, lo terriblemente limitado que sería?

A veces pienso que lo más importante que pueden hacer los padres es percibir la belleza y el encanto de sus hijos. Los niños son maravillosos, indescriptiblemente lindos, pero no tienen conciencia de su belleza. ¿Te puedes imaginar lo dramático que sería que nadie percibiera y apreciara la belleza de un niño, que nadie se fascinara ante un niño lindísimo, que nadie apreciara lo maravilloso que es?

Con el cosmos pasa lo mismo; los seres humanos captan la inmensa belleza de la Tierra, de la vida y del Universo. Somos capaces de valorarla, de apreciar su grandeza.

JOVEN: ¿Y usted dice que no hemos terminado de hacerlo?

THOMAS: Cada una de las grandes eras de la humanidad ha tenido una imagen de su belleza. En la época tribal-chamánica, la conciencia humana percibió los profundos misterios de la Tierra, del cielo y del sol. ¡Imagínate lo que habrá sido para el ser humano percibir el estallido de un relámpago por primera vez, sentir la emoción de una tormenta eléctrica! Cada vez que nos asombramos ante la luz quebrada de un rayo, cada vez que nos estremecemos de expectación en un bosque antes del amanecer, estamos recordando la primera vez que la Tierra percibió su propia belleza.

En la segunda era de la historia de la humanidad, la era de las grandes civilizaciones clásicas, aparecen la cultura china, la india, la europea, la del Medio Oriente y la amerindia. Esas civilizaciones permitieron que los seres humanos se especializaran en distintas tareas y así hicieron posible el desarrollo de técnicas inimaginables en el mundo tribal. Ese fue el contexto en que se escribieron los grandes textos sagrados, en que se forjaron las disciplinas espirituales clásicas. En ese período histórico, lo humano comenzó a ser percibido como el punto en que se entrecruzaban el ámbito de los fenómenos y lo que está más allá de los fenómenos.

La tercera etapa de desarrollo de la humanidad es la era científico-tecnológica.. En los últimos siglos hemos descubierto empíricamente las leyes por las que se rigen la Tierra y el cosmos. Se descubrieron y codificaron en términos matemáticos los fenómenos de la gravitación, de la electromagnética, de las sutiles e intensas interacciones nucleares. Se desarrolló la capacidad de modificar la dinámica terrestre a través de nuevas técnicas. El ser humano tomó conciencia de las enormes dimensiones del tiempo y el espacio, y el origen mismo del Universo se hizo presente en la conciencia individual capaz de reflexionar sobre sí misma. La era científico-tecnológica ha permitido que las leyes del Universo se manifiesten en la conciencia del ser humano.

Actualmente, la especie humana avanza hacia una cuarta era, que podríamos definir como la era de la Tierra. Eso no significa que la ciencia y la tecnología desaparecerán en un abrir y cerrar de ojos. La época tribal-chamánica no desapareció cuando surgieron las civilizaciones religiosas clásicas y éstas no desaparecieron cuando comenzó la era científico-tecnológica. Pero el fuego creativo que se refleja en la aventura humana se concentra hoy en día en la creación de algo absolutamente nuevo, en una expresión de lo humano que se concibe a sí misma como parte de la dinámica terrestre en constante despliegue. La tribu no será el centro del reino de lo humano como tampoco lo serán la civilización, la cultura ni el Estado-nación. El centro de este reino será la comunidad de la Tierra, que percibiremos como nuestro hogar, como la fuente de creatividad y de vida.

Los seres humanos se interesarán por conocer más a fondo las dimensiones planetarias y cósmicas de una mente capaz de reflexionar sobre sí misma. Desde el punto de vista del planeta, podríamos decir que la Tierra recién está empezando a conocer su propia belleza, su poder y sus posibilidades futuras. La Tierra comienza a perseguir el despliegue de la visión de un ser consciente de sí mismo.

JOVEN: ¿Se podría decir que la Tierra es un individuo?

THOMAS: No. La Tierra despierta a través de la mente del ser humano. Hay que comprender esto desde dos puntos de vista. Por una parte, tenemos a la humanidad que despierta a su responsabilidad planetaria, y empieza entonces a ofrecerle a la Tierra un corazón y una capacidad de entendimiento. Desde otro punto de vista, vemos que el planeta como un todo va despenando a través de la mente que reflexiona sobre sí misma, que se despliega a través de los seres humanos.

JOVEN: ¿Y esto es algo que todo el mundo sabe?

THOMAS-. La terrible confusión que tenemos muchos actualmente es, en cierta medida, un reflejo del reconocimiento de la situación en que nos encontramos. La desesperación y el miedo son la forma en que mucha gente expresa la percepción reprimida de que algo de inmensas proporciones se está produciendo en la Tierra.

JOVEN: Usted dice que estamos dejando atrás la era tecnológica. ¿Qué va a pasar con la ciencia y la tecnología?

THOMAS: En la era científico-tecnológica, pensábamos que la tecnología les ofrecía mejores posibilidades a los seres humanos y que la ciencia era la suma de conocimientos sobre el Universo acumulados por la humanidad. En cambio, en la era de la Tierra la ciencia y la tecnología se nos aparecerán como simples actividades de la Tierra. Durante millones de años, antes de que aparecieran los seres humanos, las plantas tenían tecnologías propias, y había conocimientos científicos similares en todo el mundo biológico. ¿Tú creías acaso que la predicción del estado del tiempo era un invento de los seres humanos? Empezaremos a comprender que la ciencia y la tecnología no surgieron sólo como una herramienta útil para los seres humanos, sino para contribuir al despliegue del planeta, para darle más intensidad a la vida sobre la Tierra. La humanidad es una creación del proceso terrestre: hemos sido creados para enriquecer la vida del planeta con la ciencia y la tecnología y todo lo demás.

JOVEN: ¿Y qué puedo hacer yo? ¿Se supone que también tengo que aportar algo?

THOMAS: ¡No te impacientes! Primero tienes que aprender. Hace unos minutos no sabías cuál era el origen del Universo. Ten paciencia, porque indudablemente hay algo que sólo tú puedes hacer. ¿O acaso crees que el Universo ha venido trabajando durante veinte mil millones de años para crearte si no tuvieras algo especial que hacer, algo que sólo tú puedes hacer? Tu creatividad se despeñará cuando te llegue el momento de hacer la tarea para la que fuiste creado.

JOVEN: ¿A qué creatividad se refiere?

THOMAS-. Mientras no se manifieste no se puede saber. Ni tú siquiera sabes de qué se trata todavía.

JOVEN.- ¿Pero de dónde sale esa creatividad, si ni siquiera yo sé de qué se trata?

THOMAS: De donde sale todo. De donde surgió la bola de fuego, de un vacío, de una dimensión misteriosa de la realidad, de una nada que también es la fuente de todo lo que existe.

JOVEN: Espere...

THOMAS: Sí, me doy cuenta de que suena raro, pero así es. Te estoy hablando de algo que recién hace pocos años se comprobó empíricamente. En la física se lo conoce como fluctuación cuántica, y quiere decir que las partículas fluctúan entre la existencia y la no existencia. Bastante raro, ¿no? No vayas a creer que a los físicos les resulta más fácil entenderlo que a ti. Las partículas cobran vida de repente y luego desaparecen. De repente, aparece un protón. ¿De dónde salió? ¿Quién lo hizo? ¿Cómo surgió de un momento a otro?

Simplemente salió de la nada. Un segundo antes no había nada y al segundo siguiente ahí está. No estoy hablando de la transformación de masa en energía y viceversa, sino de algo mucho más misterioso. Lo que digo es que las partículas borbotean desde el vacío y emergen a la existencia. Así funciona el Universo, y lo único que podemos hacer es reconocerlo. No es un invento nuestro; es lo que ocurre y punto. Las partículas surgen de repente de un ámbito misterioso; y eso es todo.

Hablo de la nada. O del vacío. Pero esas palabras sólo reflejan lo limitado del lenguaje. Nos acercamos aquí al mayor de todos los misterios, que supera todos nuestros esfuerzos por comprenderlo e investigarlo. No había bola de fuego y surgió de la nada. El Universo irrumpió de repente, todo lo que existe surgió de la nada, todo cobró vida en un instante

Ojalá pudieras entender que estás lleno de vacío. Eres más vacío fecundo que partículas creadas. Para entenderlo, basta con examinar un solo átomo de tu cuerpo Si tomas un solo átomo y lo agrandas hasta que sea tan grande como un estadio enorme, verás que prácticamente lo único que contiene es vacío. El centro del átomo, el núcleo, sería más pequeño que una pelota de tenis colocada en la mitad de la cancha. Los elementos que lo rodean serían zancudos suspendidos en el aire mucho más arriba. ¿Y qué habría entre la pelota y los zancudos? Nada. Nada más que vacío. Lo que más tienes es vacío. En realidad, si te sacaran todo lo que no es materia, serías un millón de veces más pequeño que el grano más diminuto de arena.

Pero es bueno saber que somos vacío, porque el vacío también es la fuente de todo lo que existe. ¿Me entiendes?

JOVEN: ¿Y todo esto se descubrió hace poco?

THOMAS: Sí. El surgimiento espontáneo de las partículas es un descubrimiento contemporáneo muy radical. Todos estos descubrimientos científicos son muy recientes, y rompen con tradiciones que remontan al origen de la ciencia.

Sin embargo, desde otro punto de vista recién empezamos a comprender algo que fue muy importante en el período de las religiones clásicas. En la Europa medieval, Tomás de Aquino y el Maestro Eckhart, intuyeron que el vacío es la fuente de todo. Comprendieron que el reino de lo no articulado es la máxima expresión de la simplicidad divina. Esta misma idea se repite en la vida y en las enseñanzas de Buda, que comprendió que todo lo articulado surge del vacío y es inseparable del vacío.

JOVEN: ¿Quiere decir entonces que la física, el cristianismo y el budismo están diciendo la misma cosa?

THOMAS: No, no se podría llegar a una conclusión tan simplista. Lo que pasa es lo siguiente: el relato de la creación que va imponiéndose cada vez más a nivel científico les da un contexto y un sentido fundamental a todos los pueblos de la Tierra. Por primera vez en la historia de la humanidad, todos podemos estar de acuerdo sobre cómo surgieron las galaxias, las estrellas, los planetas, los minerales, los seres vivos y las culturas. Este relato no les quita ni un ápice de valor a las corrientes espirituales del período clásico y la era tribal de la historia humana. Por el contrario: pone a las enseñanzas de todas las corrientes en el marco adecuado; muestra la verdadera magnitud de sus verdades esenciales.

La cosmología que estamos creando abarca a toda la especie humana; no ignora los aportes culturales únicos de todos los pueblos, sino que acentúa esas diferencias. Cada corriente es irremplazable. No se puede asimilar a ninguna otra. Cada una es fundamental para avanzar hacia el futuro. Cada una florecerá más allá de lo imaginable cuando se relacione positivamente con las demás en el marco de este relato universal del cosmos.

Esto no podría haber ocurrido en los primeros siglos de la era moderna, por la pugna que había entonces entre las disciplinas modernas y las creencias y costumbres tradicionales, y que tal vez haya sido necesaria. La investigación científica tenía que ser austera y aislarse de todo lo demás, de las actitudes animistas del período tribal y de las cosmologías espaciales de las civilizaciones clásicas. El conocimiento científico era extremadamente nuevo y diferente de todo lo conocido y, por eso, no encajaba en las disciplinas anteriores; la ciencia tenía que crear sus propias reglas, sus propios procedimientos y métodos de experimentación, totalmente desvinculados de todo lo demás.

Lo extraordinario es que la investigación científica, empírica y racional terminara por relacionarse con todas las corrientes espirituales. Sin embargo, en este siglo la ciencia mecanicista se abrió para incluir las ciencias de lo misterioso y se produjo el encuentro con esa nada primordial que también es capacidad creadora; se comenzó a reconocer que el Universo y la Tierra pueden considerarse como seres vivos; se comprendió que el ser humano no es un ente aislado en el mundo, sino la culminación de un proceso que se ha prolongado por mil millones de años; y se comprendió que no existe un Universo lleno de cosas, sino que estamos rodeados de un Universo que es un fenómeno energético único, una fuente única, multiforme y maravillosa de vida.

No hay que olvidar que la distinción entre ciencia y religión ha causado muchísimo dolor Hemos pagado un precio muy alto por la disciplina científica; para festejar lo que se da ahora no podemos dejar de recordar el dolor que ha provocado esta situación esquizofrénica. Tenemos un nuevo y vasto relato empírico del Universo, que siempre va mucho más allá de cualquier descripción anterior de la realidad, una visión que es válida para todos los pueblos porque se basa en vivencias concretas. Con este relato que va cobrando forma podemos seguir avanzando hacia la plena concreción de nuestro destino.

JOVEN: ¿Qué destino?

THOMAS: Nuestro destino es transformarnos en amor encarnado en los seres humanos.

JOVEN: ¿Amor? Yo creía que estábamos hablando de ciencia y religión. Y del vacío.

THOMAS: Así es. El camino de salida del vacío es crear amor.

JOVEN: No entiendo.

THOMAS: ¿Qué?

JOVEN: Lo del amor. ¿A qué se refiere cuando habla del amor?

 

El encanto

THOMAS: Para hablar del amor, tenemos que partir por lo que conocemos, por el Universo en constante despliegue en que vivimos. Este ámbito de la existencia es nuestro hogar por antonomasia, el hogar de todos los seres, incluidos los seres humanos. Si queremos aprender algo, tenemos que partir del cosmos, de la Tierra, de las diversas manifestaciones de vida. El encanto, la atracción, es la primera expresión del amor. Piensa en el cosmos, en los cientos de miles de millones de galaxias que se desplazan a toda velocidad por el espacio. En esa escala cósmica, la dinámica básica del Universo es la atracción que cada galaxia ejerce en las demás. Ningún objeto de la ciencia ha sido estudiado con más atención y en más detalle que la atracción de cada elemento del Universo por los demás.

JOVEN: ¿Y esa atracción es amor?

THOMAS: Empecemos por el plano cósmico, donde se da la atracción.

JOVEN: ¿No es la gravedad?

THOMAS: Gravedad es la palabra que usan los científicos y que usamos todos en la era moderna para referirnos a esa atracción primordial. Presta atención; ya voy a explicarte lo que quiero decir. Durante trescientos años la palabra gravedad fue sinónimo de la teoría de Newton. Después vino Einstein, que desarrolló la teoría de la relatividad de la gravedad. Por eso, cuando los científicos contemporáneos hablan de la gravedad se refieren a la teoría de Einstein. Las sutiles diferencias matemáticas entre las teorías de Einstein y de Newton son muy importantes, pero las dos no son más que intentos de explicar en forma lógica por qué cae una piedra lanzada hacia arriba. Antes y después de todas las teorías está el misterio de la piedra que cae y de la Tierra que gira. El misterio sigue siendo un misterio aunque desarrollemos estupendas teorías. ¿Entiendes ahora?

JOVEN: No, no entiendo.

THOMAS: Si lanzo una piedra hacia arriba, ¿por qué cae?

JOVEN; Por la gravedad.

THOMAS: ¿Y qué es la gravedad?

JOVEN: Es una fuerza que atrae a los objetos.

THOMAS: ¿Pero qué los atrae?

JOVEN: La atracción, simplemente.

THOMAS: De acuerdo. Hay algo que atrae. Pero ese algo que atrae es un misterio.

JOVEN: Pero sabemos en qué consiste.

THOMAS: Sabemos cuáles son las consecuencias de la atracción, pero no sabemos en qué consiste. Muchos años después de escribir la ecuación de la ley universal de la gravitación, Isaac Newton seguía preguntándose "¿Por qué se da una gravitación mutua entre el sol y los planetas?" Nunca llegaremos a entender totalmente la atracción ni a saber por qué existe.

El Universo podría haber sido distinto. Podría haber existido sin gravitación, pero lo que pasa es que nuestra galaxia es atraída por todas las demás galaxias que hay en el Universo; y nuestra galaxia atrae a la vez a todas las demás. La fuerza de gravedad es un fenómeno extraordinario y misterioso. Fundamental. Abrimos los ojos y vemos que el encanto es la base fundamental del Universo macrocósmico.

JOVEN: ¿Y usted dice que esa atracción es amor?

THOMAS: El problema con la palabra "amor" es que le han quitado todo su sentido. Desde hace varios siglos el punto de referencia de nuestro lenguaje es el mundo de los seres humanos. Nuestro interés por vivir en un mundo antropocéntrico ha desvalorizado muchos conceptos e ideas. Cuando nos hablan de amor, pensamos solamente en el amor humano, que es una forma de amor muy peculiar. Por eso, no digo que la gravedad y el amor humano son una misma cosa.

Lo que digo es que si pensamos en el amor en términos del cosmos, tenemos que partir del Universo como un todo. Hay que partir de la atracción que se manifiesta en toda la macroestructura. Me refiero específicamente a la fuerza unificadora que se expresa en todas partes, al encanto que todas las galaxias ejercen en todas las demás.

JOVEN: ¿Y cómo se relaciona eso con el amor humano?

THOMAS: A ver, piensa en algo que te guste hacer.

JOVEN: Oír música.

THOMAS: Bien, oír música... ¡Mira! No hay nada que explique el gusto por la música; simplemente hay ciertos tipos de música que nos gustan. Es una atracción elemental. Estás vivo y sientes que esa música te gusta, nada más. ¿Te queda claro entonces que la atracción, el interés y el gusto son un misterio primordial?

JOVEN: Recién empiezo a entenderlo.

THOMAS: Hay miles de sonidos, pero hay uno que te atrae más que otros. ¿Por qué? ¿Por qué ése y no cualquier otro de los miles de sonidos que existen? ¿Por qué la música? Es algo inexplicable, tan inexplicable como era para Newton la atracción que ejercía el sol en la Tierra. Lo más curioso de todo es que ese encanto se expresa en todos los planos del cosmos. Ese encanto que sientes tú y que sienten todos y todo es básicamente misterioso. Hay ciertas cosas que te interesan, ciertas personas, ciertas actividades; todos los intereses son tan importantes para el Universo como la atracción que siente la Tierra por el sol. No sabemos por qué se dan. Lo único que podemos hacer es reconocerlos. ¿Está más claro ahora?

JOVEN: Sí, pero quizá tenga una explicación. Por ejemplo, escuchar música me relaja. Quizá por eso los seres humanos..

THOMAS: La primera vez que escuchaste un trozo de música que te gustó, ¿te pusiste a pensar "esta música me relaja"?

JOVEN: No, no lo pensé.

THOMAS: Simplemente te diste cuenta de que esa música te atraía, ¿o no? Este interés es la base del amor. Hay algo que te atrae, o alguien, o una actividad; y eso es todo. Sólo te puedes explicar esa atracción después, cuando la justificas. La Tierra no piensa "es bueno que me sienta atraída por el sol, porque así los seres humanos pueden calentar agua para el té en bolsas negras y ahorrar electricidad". La Tierra sólo siente la atracción, nada más. El electrón sólo siente la atracción, nada más. La galaxia siente la atracción y nada más. La atracción que llamamos "interés" o "fascinación" es tan misteriosa, tan elemental como el encanto que llamamos gravitación.

JOVEN: Lo que usted dice, entonces, es que la galaxia forma parte de la atracción, y que lo mismo pasa conmigo.

THOMAS: Lo realmente misterioso es que cualquier cosa nos interese Piensa en tus amigos, en cuando los conociste, en lo primero que sentiste entonces. ¿Por qué tenemos que sentir interés por alguien? ¿Por qué no sentimos que todos son insoportables y terriblemente aburridos? ¿Por qué no funciona así el cosmos? ¿Por qué no sentimos una absoluta indiferencia ante todos los seres humanos, los bosques, las sinfonías y los mares? Lo más sorprendente es descubrir que algo o alguien es realmente interesante. Esa es la primera chispa del amor. El amor surge cuando descubrimos un interés. El sentir interés es enamorarse. El sentirnos fascinados es vivir un romance loco en cualquier nivel de vida.

Eso nos lleva a descubrir no sólo que sentimos interés, sino también que nuestros intereses son algo absolutamente personal. Nos damos cuenta de lo que nos interesa a cada uno de nosotros y a nadie más. Lo mismo pasa con los átomos de oxígeno. Y con los protones. Un protón sólo se siente atraído por determinadas partículas. A un nivel infinitamente más complejo, lo mismo pasa con los seres humanos: cada persona descubre toda una serie de cosas que la encantan y que, sumadas unas a otras, son un reflejo de su personalidad. El destino se despliega en la búsqueda de las cosas que nos fascinan y nos interesan.

JOVEN: Pero eso suena casi egocéntrico. ¿Qué pasa con los demás?

THOMAS: Cuando uno busca lo que lo encanta, contribuye a la unión de todo el Universo. La unidad del mundo depende de la búsqueda de lo que nos apasiona... ¿Te suena raro? Mira, hagamos una prueba.

Piensa en todas las formas de encanto que se dan en el Universo, en todos los niveles y en todos los órdenes: el encanto que llamamos gravitación, las interacciones electromagnéticas, la atracción química, el encanto en el campo de la biología y en los seres humanos. Ahora contéstame: ¿qué pasaría si nos bastara con chasquear los dedos para que todos esos encantos -que no vemos, ni sentimos ni oímos- desaparecieran?

Para empezar, las galaxias se desintegrarían. Las estrellas de la Vía Láctea se dispersarían por todas partes, porque dejarían de estar unidas en la danza de toda la galaxia. Sus brazos, que son como espirales, desaparecerían, y las estrellas se hundirían caóticamente en el espacio intergaláctico. Las estrellas se desintegrarían también, porque, sin la atracción que los mantiene unidos, los átomos saldrían disparados en todas direcciones, dejando escapar la presión que hay en el núcleo y suprimiendo las fusiones. Las estrellas dejarían de brillar.

Lo mismo pasaría con la Tierra; todos los minerales y los complejos químicos se disolverían, las montañas se evaporarían como enormes nubes negras bajo el sol del mediodía. Y aunque el mundo físico conservara su forma, el mundo de los seres humanos se desintegraría. Nadie saldría a trabajar en la mañana. ¿Para qué? Nadie tendría interés en ir a trabajar, fuera en lo que fuera. No pasaría nada. Los científicos que antes se quedaban despiertos toda la noche tratando de dilucidar los misterios del Universo, que les parecían tan interesantes, dejarían de hacerlo. Los amantes que se buscan de noche, dejando todo de lado por el amor, nunca más volverían a hacerlo. Todo el interés, el encanto, la fascinación, el misterio y el asombro desaparecerían y, sin eso, los grupos humanos perderían la energía que los mantenía unidos. Las galaxias, las familias, los átomos y los ecosistemas se desintegrarían apenas se diluyera el encanto que se manifiesta en todo el Universo. No quedaría nada. Ningún grupo humano sobreviviría. No quedaría nada de nada.

JOVEN: Es una suposición bien impresionante

THOMAS: Es una suposición que pone de relieve el efecto más importante del encanto: la evocación de la existencia, la creación de colectividades. Todas las colectividades surgen en respuesta a un encanto anterior y misterioso, ¿verdad? El encanto evoca la existencia y la vida. En eso consiste. Quizá ahora entiendas lo que es el amor: amor es una palabra que se refiere al encanto a nivel cósmico; a la fuerza elemental que crea agrupaciones de átomos, galaxias, estrellas, familias, naciones, personas, ecosistemas, océanos y estrellas. El amor da vida.

Piensa en el poder que ejerce el encanto, en su inmensidad. Apenas somos capaces de echar a andar nuestros autos y hacer que nos lleven de aquí para allá. ¿Qué pasaría si tuviéramos que hacer girar las estrellas y moverlas dentro de las galaxias? ¿Si tuviéramos que mantener unidos a los átomos? Cuando te pones a pensar en la extraordinaria actividad galáctica que despliega el Universo a cada instante, te das cuenta de lo impresionante que es el encanto cósmico del amor. Ese encanto es lo que empuja a los amantes una y otra vez a los brazos del amado, lo que hace saltar a los padres de la cama por tercera vez en la noche para calmar a un niño afiebrado, lo que impulsa a los seres humanos a pasar toda la vida aprendiendo y creciendo. La emoción que sentimos cuando abrimos la carta de un amigo es la misma fuerza que hace girar a la Tierra, en toda su inmensidad, durante toda la noche hasta que aparecen los primeros albores del amanecer.

JOVEN: ¿Entonces el encanto es amor?

THOMAS: Sí, el amor es el encanto en acción, lo que crea y recrea vida.

JOVEN: ¿Encanto y evocación son lo mismo entonces?

THOMAS: Piensa en una estrella. Su desarrollo es una excelente demostración de que el encanto y la evocación son la misma fuerza.

Imagínate una enorme nube negra de átomos de hidrógeno que abarca millones de kilómetros. Cada uno de esos billones de billones de átomos se siente atraído por todos los demás y comienza a moverse. Luego aparece un núcleo común y los átomos empiezan a acercarse unos a otros. La presión cada vez más intensa crea la fuerza de gravitación que produce la fusión de los átomos de hidrógeno y los lleva a transformarse en átomos de helio, y a liberar la energía que encierran en una intensa explosión de luz que se proyecta hacia todas partes, hasta que el núcleo de la estrella se enciende. Todo esto es el producto de ese encanto cósmico que es la gravitación. Donde al comienzo había una nube negra de átomos de hidrógeno ahora hay un brillo estelar que atraviesa el espacio intergaláctico hasta llegar a los extremos más lejanos del cosmos. Donde antes había hidrógeno ahora hay una estrella. Eso es lo que pasa. El encanto de la gravitación dio vida a la estrella. Los átomos de hidrógeno respondieron a ese encanto expresando todo su poder como elementos de una estrella potentísima. La respuesta al encanto era la única manera de revelar los niveles más profundos y de que el ser de la estrella se manifestara.

JOVEN: ¿Y lo mismo pasa con los seres humanos?

THOMAS: Sí, lo mismo pasa contigo. No sabes lo que eres capaz de hacer ni cuál es tu verdadero sentido ni qué poderes tienes. Todo está sumergido en el vacío de lo que puedes llegar a ser, en un plano que no vemos ni sentimos ni tocamos. ¿Cómo expresar tus capacidades? ¿Cómo despertar tu creatividad? Respondiendo a lo que te encanta, obedeciendo a lo que te apasiona y te interesa. El encanto te da vida, como le dio vida a la estrella. Nuestra vida y nuestras capacidades se manifiestan en nuestra respuesta al encanto.

JOVEN: ¿A cualquier cosa que nos seduzca?

THOMAS: Sí, a cualquier cosa.

JOVEN: ¿Qué pasa cuando leemos a Shakespeare? ¿Qué nos despierta la lectura?

THOMAS.- Cuando lo lees atentamente y te dejas fascinar por sus dramas, de repente descubres que se te han despertado fuerzas que ni sospechabas que tenías, que se te ha abierto un espacio en el que se manifiestan todas las emociones humanas. Cuando te sumerges de pies a cabeza en sus obras, te encuentras de repente sobresaltado ante sentimientos que no conocías; te sientes emocionado por la condición humana, por lo débil que es la voluntad, por la nobleza del espíritu que aflora en cada generación por terribles que sean los sufrimientos y las desilusiones a los que se enfrente.

Hace un rato me preguntaste qué pasaba con los demás, qué papel juegan. ¿Entiendes ahora? La lectura de las obras de Shakespeare te ayuda a comprender mejor las complejas relaciones que se dan entre los seres humanos. Y las comprendes mejor precisamente porque el lenguaje de Shakespeare abre en ti el espacio ontológico necesario para entenderlas. Tu conciencia se amplía y eso te lleva a relacionarte con más sutileza. El mundo se hace más presente en ti; lo que antes era invisible ahora se manifiesta. A eso me refiero cuando digo que tu ser se ha despertado, se ha activado, se ha abierto, se ha evocado.

Si te dejas llevar más y más por esos intereses, vas a terminar entendiendo qué inspiraba a la sociedad inglesa, a la sociedad romana, a la sociedad italiana del medioevo. Y cuando entiendas cómo se reflejan en el presente las vidas de nuestros antepasados empezarás a ver cómo influye la historia occidental en todo lo que hacemos hoy en día. Vivirás la complejidad del mundo de una manera inconcebible para tu antiguo ser. Verás que no estás desconectado del mundo, ni de los seres humanos que se empeñan por superar todos los problemas que se les presentan, vivan donde vivan. Tendrás el primer atisbo de la intensidad con que se unen los humanos para crear todo un orden social a partir del profundo reconocimiento de lo que significa ser un humano compasivo.

JOVEN: ¿A eso se refiere cuando dice que lo invisible se hace visible? De repente, surgen tantas posibilidades de relacionarse... Es impresionante imaginar lo que podría haber sido el mundo si Shakespeare y otros poetas no hubiesen escrito. ¿Pero por qué escriben? ¿Por esa seducción de la que usted habla o por otros motivos?

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