Descubrir la originalidad cristiana
de la Iglesia latinoamericana


Nos proponemos en este sencillo artículo ayudar a descubrir las principales originalidades de la Iglesia latinoamericana. En lenguaje más plástico diríamos que nos referimos a las «marcas registradas» que distinguen a nuestra Iglesia. En lenguaje teológico hablaríamos de su «carisma». Porque también las Iglesias locales -continentales incluso- tienen su carisma, que también es, como todos los carismas, «para común utilidad» (1 Cor 12, 7). Son peculiaridades y diferencias que sirven a la unidad y realizan la verdadera catolicidad (LG 13). Son por tanto, a la vez, la aportación que cada determinada Iglesia local hace a la Iglesia universal. El V Centenario es buena ocasión para que las Iglesias de Europa «redescubran» la Iglesia de América Latina y se dejen contagiar y «conquistar» por su carisma.

Pero, ¿de qué «Iglesia latinoamericana» hablamos? Porque en nuestro continente cristiano, como en casi todas partes, hay realidades eclesiales de todo tipo, hasta los más contradictorios. ¿A qué Iglesia nos vamos a referir cuando hablemos de la «Iglesia latinoamericana»?

Responderé osadamente: a la Iglesia de los pobres, la Iglesia de la Liberación. ¿Por qué? Porque es ella precisamente la más genuina y originalmente «latinoamericana». La «otra» Iglesia de este continente es la que menos conciencia tiene de latinoamericana, la que más tiene de europea, de primermundista, de etnocentrista, de colonial, de reproductora de esquemas foráneos1.

Pero insistamos todavía un poco más en ese punto de la latinoamericanidad, porque algún lector puede no valorarla suficientemente. ¿Es acaso la latinoamericanidad una simple ubicación geográfica? ¿O es quizá una especie de «carisma» también: cultural, étnico, psicológico, político, geopolítico...? La Iglesia de la liberación ha sido y es todavía, sin duda alguna, una de las entidades o plataformas que más ha contribuido y contribuye a la conciencia de continentalidad, de una latinoamericanidad que podríamos describir haciendo nuestras las palabras de Pedro Casaldáliga:

Siento la Latinoamericanidad como un modo de ser que la nueva conciencia acumulada -de Pueblos hermanos oprimidos y en proceso de liberación- nos posibilita y nos exige. Un modo de ver, un modo de compartir, un modo de hacer futuro. Libre y liberador. Solidariamente fraterno. Amerindio, negro, criollo. De todo un Pueblo, hecho de Pueblos, en esta común Patria Grande, tierra prometida -prohibida hasta ahora- que mana leche y sangre. Una especie de connaturalidad geopolítica-espiritual que nos hace vibrar juntos, luchar juntos, llegar juntos. Es mucho más que una referencia geográfica: es toda una Historia común, una actitud vital, una decisión colectiva. Juntando fe cristiana y latinoamericanidad, lo decía yo en mi soneto:

...Tenedme por latinoamericano
	tenedme simplemente por cristiano,
	si me creéis y no sabéis quién soy.

Somos continentalidad en la opresión y en la dependencia. Hemos de serlo en la liberación, en la autoctonía, en la alternativa social, política, eclesial.

Ahora ya podemos preguntarnos, ¿cuáles son pues las «marcas registradas», el «carisma» de nuestra Iglesia latinoamericana?

A. La Opción por los pobres2.

La opción por los pobres (OP) no es el «amor preferencial» del que algunos hablan, que no vendría a ser otra cosa que el amor que siempre tuvo la Iglesia a los pobres, aun en sus peores tiempos de alianza con el Imperio y con los poderosos. Para ese viaje no harían falta tales alforjas. La OP es el amor preferencial de siempre, sí, pero consciente, crítico, comprometido, solidario, político y geopolítico, redescubierto desde el Evangelio del Dios de los pobres, la Buena Noticia para los pobres.

La OP supone una ruptura de la alianza que la Iglesia hizo clásicamente con los poderosos. La Iglesia siempre ha ayudado mucho a los pobres, pero lo ha hecho tradicionalmente aliándose con los ricos para conseguir que éstos favorecieran a los pobres. De esa manera, ese amor preferencial de la Iglesia ha servido para bendecir y legitimar el sistema, el (des)orden impuesto los dominadores. La OP consite precisamente en un cambio de lugar social: la Iglesia pasa ahora a aliarse con los pobres directamente, a confiar en ellos, a empujar su proyecto, a apoyar que ellos construyan una nueva sociedad, como nuevos sujetos históricos. Con ello legitima el proyecto de los pobres, y los poderosos se sienten «traicionados».

La OP es también «la nueva Reforma»3 que supera la división de los cristianos en una nueva unidad. Al ecumenismo frío, diplomático o doctrinal, sucede en América Latina el nuevo ecumenismo de la OP.

Leonardo Boff gusta de decir que la Opción por los pobres es el acontecimiento eclesial más importante desde los días de la Reforma protestante. Y es que no se trata de algo coyuntural, para estos tiempos, o de esta hora. Se trata de algo redescubierto como fundamental, como esencial, a lo que inexplicablemente habíamos permanecido ciegos; una dimensión de Dios mismo4 que una vez redescubierta reformula todas nuestras categorías y prácticas.

Pues bien, este «acontecimiento mayor», esta «reformulación global» que es la OP, es una gracia que Dios ha dado a las Iglesias y al mundo a través de la Iglesia latinoamericana. La OP está en lo más profundo de su carisma. Por eso, sólo desde la OP se puede comprender a la Iglesia latinoamericana, con su teología, su espiritualidad, sus mártires, sus conflictos con Roma...

B. Las comunidades de base y la Iglesia de los pobres5.

En el aspecto eclesiológico, el carisma de esta Iglesia es no sólo las comunidades eclesiales de base, sino todo un nuevo modelo de Iglesia. No «otra Iglesia», lógicamente, sino otro «modelo»6 . Porque las cebs (con toda su enorme variedad) no son sólo otra forma de ser Iglesia, sino que son -como dicen los brasileños con una expresión difícil para los traductores inexpertos- «um jeito de toda a Igreja ser», un estilo, un modelo según el cual la Iglesia toda está llamada a confirgurarse, una forma para que toda la Iglesia sea... Comunitaria, participativa, ministerial, creativa, dialogante, abierta al mundo... son características de este nuevo «modelo», que es también para «común utilidad» de todas las Iglesias.

Estas características eclesiológicas no se pueden separar de la OP;es el modelo de la Iglesia «de los pobres». O, dicho con un nombre tan bello y legítimo7 como indebidamente satanizado, de la «Iglesia popular». La Iglesia que no era pueblo8 y que ahora se hace pueblo9 . El pueblo que se hace Iglesia, pueblo de Dios, sin dejar de ser pueblo. Y esta fecunda convergencia entre Pueblo e Iglesia es lo que inquieta a muchos, que no quieren que el pueblo se haga Iglesia ni que la Iglesia se haga pueblo10 . Prefieren una Iglesia no sólo no popular, sino antipopular, contraria al proyecto del pueblo. De ahí la conflictividad, de la que hablamos más luego.

Se trata, en definitiva, de la «irrupción de los pobres en la Iglesia», como han irrumpido en la sociedad.

C. La teología de la liberación11

Es quizá el «carisma» latinoamericano más conocido. Aquí nos limitaremos a señalar el «carisma» de esta teología, lo que aporta a la teología global y a las Iglesias.

En primer lugar su doble referencia a la praxis: parte de ella y se dirige hacia ella. Si en otros tiempos primó en la teología su función de «sabiduría» o de «ciencia», en la TL tiene la primacía la «reflexión crítica sobre la praxis a partir de la fe»12. La TL es siempre «palabra segunda». La palabra primera, de la cual depende la segunda, está en la realidad. El «ver, juzgar y actuar» de la TL va mucho más allá que el de la Acción Católica.

La TL cambia el «desde dónde» en el que tradicionalmente se había elaborado la teología. Cambia de lugar social. La Tl está hecha desde el lugar social de los pobres, desde los intereses de las mayorías oprimidas.

La TL es prácticamente la primera teología del tercer mundo. Hasta ahora la teología europea era simplemente «la teología». En la TL es la primera vez que el tercer mundo lee originalmente el misterio cristiano y lo expresa en un discurso con pretensiones de universalidad. Los pobres toman la palabra en la Iglesia.

La TL abre el campo tradicionalmente estrecho de las mediaciones teológicas. La filosofía deja de ser la privilegiada ancilla theologiae para abrir la puerta a las ciencias sociales, y ,más ampliamente, a una interdisciplinariedad creciente.

Si bien todas estas características no son todas y cada una propias y exclusivas de la TL, el conjunto el constituye indudablemente el carisma de la TL, que ha enriquecido indiscutiblemente el patrimonio común de la Iglesia y de la teología.

D. La lectura popular de la Biblia13.

Este aspecto es menos conocido. En muchos lugares -universidades incluso- del primer mundo, ni siquiera se han enterado de él. Y sin embargo supone una auténtica conmoción .

Los pobres toman la Biblia en sus manos y la leen desde su perspectiva, la perspectiva de los oprimidos. Ya no se trata de leer e interpretar la Biblia para los pobres, sino de que ellos mismos se convierten en sujeto de interpretación, no meros destinatarios receptores.

El pobre lee la Biblia a partir de su situación de oprimido dentro de la sociedad actual. Esto le permite descubrir lo que los exégetas no descubren porque están situados en otro lugar social, con otra perspectiva. El pueblo no hace una lectura «neutra». Hace una lectura comprometida con los pobres y con la lucha de los pobres.

La Biblia ha sido leída tradicionalmente a partir de la posición de los grupos dominantes: todo se presenta como algo armonioso, y los conflictos son transferidos a una esfera abstracta, entre el bien y el mal, entre el pecado y lagracia, entre el diablo y Dios, mientras las contradicciones sociales reales quedan encubiertas. Cuando el pueblo hace su propia lectura de la Palabra y la interpreta a partir de su situación real, aparece la imagen de Dios como el Dios de los pobres, liberador.

«Este tipo de lectura es intersada (y hasta ideológica si se quiere), como lo es cualquier otra lectura; pero su interés consiste en la liberación de los humildes, y ése es precisamente el interés de toda la Biblia, y en especial de los evangelios. Por eso, podemos decir que el interés por la liberación es un lugar hermenéuticamente correcto desde el que leer los textos sagrados y que no violenta en absoluto la naturaleza de la revelación»14 . La lectura científica de los exegetas pretende ser «objetiva», pero no existe otra lectura objetiva que la que se sitúa dentro del «objetivo» mismo de la Palabra de Dios y contribuye a ese objetivo15 , que es la liberación de los oprimidos. Toda lectura de la Biblia que legitime (o simplemente que no denuncie) un sistema opresor, es una lectura que desnaturaliza y manipula la Biblia, por más «científica» que se pretenda.

Se nos cayeron las escamas de los ojos y aquí en América Latina comenzamos hace tiempo a leer la Palabra con ojos nuevos, con los ojos de los pobres. Y ahora creemos descubrir al Dios de siempre con un rostro nuevo, su rostro antiguo, su rostro auténtico, el Dios de los pobres. Es uno de los dones mayores que ha recibido América Latina. Para «común utilidad».

E. La espiritualidad de la liberación16.

Mirado desde la fe, como lo estamos mirando nosotros, todo lo que está viviendo la Iglesia latinoamericana en estas últimas décadas no es sólo ni principalmente un fenómeno social, cultural, político o psicológico, sino sobre todo un acontecimiento espiritual. El Espíritu ha sido derramado sobre este Continente creyente y oprimido, y los pobres -y todos los que con ellos han hecho alianza de esperanza- se han puesto en pie llenos de espíritu, animados por el Espíritu...

La espiritualidad de la liberación (EL), como la liberación misma, no es una realidad eclesiástica, ni espiritualista, ni siquiera religiosista. Es, como lo dice su propio nombre, la EL es el espíritu (el sentido, el talante, la fuerza, el estilo) que anima a los que participan en ese proceso histórico que es la liberación. Detrás de ese espíritu está el Espíritu, evidentemente, que sopla donde quiere y como quiere, pero que no queda encerrado en los muros de los templos, en los libros de piedad o en los grupos estrictamente religiosos. Los militantes, los revolucionarios, los luchadores, los caídos, los mártires... rezuman ese espíritu, por obra del Espíritu. Por eso, en buena parte, la EL se expresa con categorías y en prácticas seculares (no más seculares ni menos religiosas que las de Mt 25, 31ss o Lc 10, 25ss).

Así, la indignación ética, el compromiso revolucionario, la opción por el pueblo, el antiimperialismo, el espíritu de militancia, el amor a la autoctonía, la solidaridad internacional, la pasión por la realidad, la obsesión por la praxis... son nuevas «virtudes» en la EL, practicadas a diario por millones de latinoamericanos que no sabrían cómo usar la palabra «espiritualidad», pero que no por eso dejan de estar movidos por el mismo Espíritu que lo actúa toto en todos (1 Cor 12, 4-6)... Otros muchos latinoamericanos viven también ese mismo espíritu pero con un lenguaje consciente y explícitamente cristiano: el seguimiento de Jesús, la opción por los pobres, el reinocentrismo, contemplación en la liberación, encarnación, inserción, profetismo, santidad política, ascética militante, persecución y martirio, ecumenismo desde los pobres17 ...

Tanto en su aspecto secular laico, como en su aspecto explícitamente religioso se trata de una vivencia concreta y real, que está ahí, que tiene infinidad de testigos y de mártires, y que no procede de la enseñanza de nuevos «maestros espirituales» o escuelas de espiritualidad, sino del crisol de la experiencia de todo un pueblo18 . Y aquí también, «vox populi, vox Dei». Por eso, la EL, orginalidad y carisma latinoamericano, es don y desafío para todas las Iglesias.

F. Los mártires19.

Este sería el carisma más glorioso, la Iglesia latinoamericana ya gloriosa. Se trata de la mayor floración de mártires desde los tiempos de la primera generación cristiana. Son la prueba de autenticidad, la garantía mayor de veracidad, su mejor trofeo de credibilidad.

«Un pueblo que no venera sus mártires no es digno de ellos» ha repetido Pedro Casaldáliga. E pueblo latinoamericano los venera con fervor. Y no sólo a aquellos que han sido incluidos ya comúnmente en el «martirologio latinoamericano»20 , sino a tantos otros testigos de sangre, anónimos, que cayeron en la lucha por la libertad por los caminos de América: decenas de miles de caídos, de asesinados, torturados, desaparecidos...

Los mártires latinoamericanos son herencia de sangre, una gracia -ya plenamente Gracia, gloriosa-, la mayor aportación de la Iglesia de América Latina para toda la Iglesia universal.

G. La fidelidad en el conflicto21.

Que la Iglesia latinoamericana es objeto de represión y persecución nadie lo ignora22 . Desde los años 60 fueron sobre todo los regímenes políticos de Seguridad Nacional, las dictaduras militares, los escuadrones de la muerte... A partir de la década de los 80 se ha sumado una nueva represión, la eclesiástica: la descalificación de la TL, la satanización de la Iglesia popular, el silenciamiento de teólogos, las llamadas de atención a obispos y cardenales, la expulsión de religiosos, la prohibición de publicaciones, el obispos antiliberacionistas, la intervención de la CLAR...

Aunque este aspecto es todavía relativamente reciente, se puede afirmar que la experiencia habida hasta ahora deja en buen lugar a la Iglesia latinoamericana: ésta está sabiendo responder airosamente, al aire del Espíritu, «en rebelde fidelidad», sin rupturas ni nerviosismos, y con la misma disposición martirial de llegar hasta el final.

Se trata de una experiencia de alta intensidad espiritual: es más fácil seguir a Jesús cuando sólo se sufre la persecución de los poderes de este mundo, por terrible que ella sea, que cuando se comparte también con él la persecución del Templo y de la Sinagoga. Pero ahí también va haciendo la Iglesia latinoamericana su aportación nada despreciable a esta experiencia eclesial universal.

H. Los nuevos planteamientos misioneros23.

A pesar de los etnocidios culturales que la evangelización de América supuso, la Iglesia latinoamericana tiene en la actualidad los planteamientos misioneros más avanzados en la Iglesia católica universal24 . Es impresionante el camino recorrido en estos últimos treinta años. La aportación del CIMI25 quedará para siempre reflejada en la historia de la misionología universal. La instancia que más trabaja en el Continente para la vida y supervivencia de los pueblos indígenas es hoy, sin duda, la Iglesia latinoamericana.

En este mismo capítulo podríamos incluir algo que simplemente está en ciernes, pero que promete ser una fecunda realidad en breve tiempo: la teología india26 . Se trata de una teología hecha por los indígenas, a partir de su cultura, su punto de vista, que no deje de ser indígena para ser cristiana, que incorpore las riquezas culturales y religiosas de los pueblos amerindios. Hace falta que cristalice esta teología para que podamos hablar por primera vez de una verdadera inculturación del cristianismo en el Continente, para que empiece a ser verdad en este Continente que el cristianismo asume todas las culturas y las eleva y purifica sin destruirlas (LG 13, 17, 40; AG 8, 11, 22).

I. La solidaridad internacional.

La Iglesia latinoamericana es también la Iglesia de la «solidaridad». Nadie como ella ha hecho vibrar a pueblos y naciones de todo el mundo con esa «forma nueva de caridad» que es la solidaridad27 . La solidaridad ha dado rostro nuevo a la caridad, a la corresponsabilidad mundial, a la fraternidad entre los pueblos, a la comunión eclesial, a la catolicidad, al ecumenismo supraconfesional...

La Iglesia latinoamericana, como ninguna otra, ha saltado a la calle, a la escena política, a la opinión pública, a los medios de comunicación, a la noticia mundial. Sus luchas, sus mártires, sus preocupaciones centrales han encontrado eco y credibilidad también en los grupos alejados, en los sectores no creyentes o no cristianos, incluso en muchos sectores del Primer Mundo que se consideran «postcristianos» y no se sienten convocados por la Primera Iglesia. La teología de la liberación ha llegado a formar parte indisoluble de la cultura moderna (como ninguna otra teología), incluso en su aspecto más laico o secular. No se discutía sobre teología en la plaza pública desde hace varios siglos (a pesar de que ya no estamos en una sociedad de cristiandad).

Es decir, la Iglesia latinoamericana ha aportado una verificación realista de la caridad, un nuevo talante apostólico, un original estilo misionero, una fecunda creatividad renovadora. Conclusión.

Todo esto puede reflejar, aunque sea con limitaciones, el carisma de esta Iglesia, el don que ha de «poner al servivio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pe 4, 10).

El Padre, «reveló estas cosas a los sencillos»(Mt 11, 25). «Estas cosas», las del Reino. En muchas universidades del Primer Mundo -donde desde aquí nos parece ver unas Iglesias cooptadas por el capitalismo y neoliberalismo- no logran entenderlas, y vienen a América Latina a investigar para sus tesis doctorales.

Sólo hace falta que, como insiste Pedro Casaldáliga, sólo hace falta «que nos dejen ser "esta" Iglesia»28 , sin centralismos ni imposiciones, con un respetuoso reconocimiento de la catolicidad.

  • 1 «No todo lo que viene de América Latina es latinoamericano. No olvidemos que la teología dominante en América Latina es justamente la europea. Ni todo lo que viene de Europa es "imperialista"». P. RICHARD, La Iglesia latinoamericana entre el temor y la esperanza, DEI, San José 1987, p.17.
  • 2 Como bibliografía al respecto citaremos solamente a C. BOFF / J. PIXLEY, Opción por los pobres, Paulinas, Madrid 1986, que es sin duda el libro más sistemático; J. LOIS, Teología de la liberación: opción por los pobres, IEPALA, Madrid 1986, tesis doctoral, para profundizar en el tema; y J.M. VIGIL (coordinador), Sobre la opción por los pobres, Sal terrae, Santander 1992, con la participación de L. Boff, P. Casaldáliga, V. Codina, J. Girardi, J.Lois, A. Nolan, J. Pixley y I. Sobrino, para una visión más completa y actualizada.
  • 3 Richard SHAULL, Heralds of the New Reformation; cfr también J.B. METZ, Un nuevo modo de hacer teología: tres breves tesis, en VARIOS, Vida y reflexión, CEP, Lima 1983, pág. 50.
  • 4 La OP no es sólo ética ni simplemente religiosa, sino teologal. Gustavo Gutiérrez gusta de afirmar que la OP tiene su fundamento en Dios mismo.
  • 5 L. BOFF, Iglesia, carisma y poder, Sal Terrae, Santander 1982; L. BOFF, Y la Iglesia se hizo pueblo, Sal Terrae, Santander 1986.
  • 6 Puebla 264; cfr P. RICHARD, La fuerza espiritual de la Iglesia de los pobres, DEI, San José 1987. Avery DULLES, Modelos de Iglesia, Sal Terrae, Santander.
  • 7 Puebla 263 reconoce un sentido legítimo para la expresión «Iglesia popular», siguiendo a Juan Pablo II en su discurso inaugural.
  • 8 Entre nosotros la palabra «pueblo» no es neutra, no es sinónimo de población, gente, masa... Es un concepto más analítico. En Brasil gustan de decir que la «masa» se hace «pueblo», «organizándose» en la «comunidad», tomando así «conciencia» de ser «sujeto»...
  • 9 Recordando a 1 Pe 2, 10 y a Os 1, 6-9.
  • 10 Pedro CASALDALIGA, en J.M.VIGIL, Nicaragua y los teólogos, Siglo XXI, México 1987, pág. 14.
  • 11 La producción de la TL es inabarcable. Como obra de conjunto más significativa podríamos señalar la colección de TL que a pesar de muchas dificultades va produciéndose coordinadamente en América Latina, que cuenta en la actualidad con 20 de sus proyectados 50 volúmenes. Es la primera colección teológica con pretensiones de universalidad producida en el tercer mundo.
  • 12 G. GUTIERREZ hizo célebre esta expresión ya en Teología de la Liberación, Sígueme, Salamanca 1972.
  • 13 La producción latinoamericana en el campo de la lectura popular de la Biblia es ya inmensa. En diferentes lugares del continente aparecen colecciones que reproducen folletos bíblicos que ya se han hecho patrimonio común latinoamericano. Autores como Mesters, Barros, Caravias, Saraiva, Schwantes... son leídos en todo el continente. Cfr además C. MESTERS, Como se faz Teologia Biblica hoje no Brasil, «Estudos Bíblicos» 1(1987)7-19; ID, Oír lo que el Espíritu dice a las Iglesias, Concilium 233(enero 1991)143-156; y la revista bíblica RIBLA, de reciente aparición.
  • 14 L. BOFF, Y la Iglesia se hizo pueblo, Sal Terrae 1986, 123-124.
  • 15 C. MESTERS, l.c., p. 11.
  • 16 Los escritores sobre la materia más conocidos han sido Segundo Galilea, Carmelo Maccise, Arturo Paoli, y Pedro Casaldáliga.
  • 17 CASALDALIGA-VIGIL, Espiritualidad de la liberación, Sal Terrae, Santander 1992, con ediciones -en castellano- en México (CRT), Guatemala (Lascasiana), Honduras (Guaymuras), El Salvador (UCA Editores), Nicaragua (Envío), Colombia (Paulinas), Ecuador (Verbo Divino), Chile (Conferre) y Argentina (Nueva Tierra).
  • 18 P. CASALDALIGA, El vuelo del Quetzal. Espiritualidad en Centroamérica, Maíz Nuestro, Managua 21989, pág. 16. G. GUTIERREZ ha subtitulado su libro sobre espiritualidad «en el itinerario espiritual de un pueblo».
  • 19 IHCA, Martirologio latinoamericano, Managua 1983; CONFREGUA, Mártires de Guatemala, Confregua, Guatemala, 1988; ANONIMO, Praxis de martirio ayer y hoy, Cepla Editores, Bogotá 1977. «Concilium» (marzo 1983) monográfico sobre «El martirio hoy».
  • 20 Sólo la Iglesia goza del privilegio de tener un martirologio propio, actual y popular.
  • 21 El tema del conflicto en la Iglesia, quizá por su propia conflictividad intrínseca, está muy poco reflexionado, aunque ciertamente hay ya mucha experiencia de fe, de esperanza y de amor acumulada al respecto. Como reflexión teológica, cfr Ion SOBRINO, Resurrección de la verdadera Iglesia, Sal Terrae, Santander 1984, págs. 210-242.
  • 22 Tampoco ignoramos que no es sin embargo la única Iglesia que sufre esta experiencia, que también se da en sectores liberadores o progresistas de otras Iglesias tanto del Tercer como del Primer Mundo.
  • 23 La producción es abundante. Pueden servir de muestra: P. SUEES (coordinador), Queimada e semeadura. Da conquista espiritual ao descobrimento de uma nova evnagelização, (Segunda semana de estudos teológicos, CNBB/CIMI), Vozes, Petrópolis 1988; P. SUESS, En defensa de los pueblos indígenas. Documentos y legislación, CEP, Lima 1982,
  • 24 Quizá comparte este carisma con las Iglesias cristianas del sur y sudeste asiático.
  • 25 Conselho Indigenista Missionário, departamento de la Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños para las misiones.
  • 26 Sus publicaciones apenas rebasan en este momento el nivel del mimeógrafo. Ha habido ya varios encuentros Internacionales. Eleazar López, teólogo zapoteco del istmo de Tepehuantepec, es actualmente su máximo representante.
  • 27 J.M.VIGIL, Por qué la solidaridad, en VARIOS, Kairós: llamada urgente a la solidaridad, San Esteban, Salamanca 1989, pág. 11-25.
  • 28 El vuelo del Quetzal, pág 184.

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