Servicios Koinonía    Koinonia    Vd esta aquí: Koinonía> Páginas neobíblicas > 104
 

 

ESTA AGUA ES NUESTRA, COMPARTÁMOSLA

Génesis 26, 19-22

Francisco MURRAY


 

 

Pero cuando los servidores de Isaac, que habían estado cavando en el valle, encontraron un manantial, los pastores de Guerar discutieron con los de Isaac, diciendo: “este agua es nuestra” Entonces Isaac llamó a ese pozo Esec, que significa “litigio”, porque allí habían litigado con él. Después cavaron otro pozo y volvió a producirse un altercado a causa de él. Por eso, Isaac lo llamó Sitná que significa “hostilidad”. Luego siguió avanzando y cavó otro pozo más. Pero esta vez no hubo ningún altercado. Entonces le puso el nombre de Rejobot que significa “campo libre”. Gn 26, 19-22

Mwadia se despertó esa mañana -como lo hacía cada día- cuando aún estaba oscuro. Salió de su choza y se dirigió con su bidón amarillo -como todas las mañanas- a buscar agua. Su marido y sus hijos –como siempre– seguían aprovechando un poco más la oscuridad de la noche. Salvo el pequeño Ze, que debía viajar los 3 kilómetros en la espalda de su madre, para poder tomar la teta cuando llegara la hora correspondiente a su desayuno…

En el camino, ella se fue encontrando con las mujeres de las otras chozas quienes cargaban un bidón amarillo semejante al suyo en busca de la misma fuente de vida. Cargar agua era un encuentro diario que Mwadia repetía desde que había formado una familia y, antes, acompañando a su madre todas las mañanas.

En aquella zona del norte de Mozambique –como en muchas otras zonas de África– buscar y cargar agua y leña eran tareas cotidianas propias de las mujeres y de los niños. El agua, la mandioca y los frijoles, eran los elementos con los que vivía la familia. A veces, algún trabajo pasajero, un regalo o algún paquete de comida que les daban, le agregaba novedad a la dieta.

Las mujeres fueron intercambiando algunas frases en el camino: recopilaciones de lo vivido el día anterior en cada una de las familias, comentarios del tiempo o de alguna dolencia que nuevamente se había sentido esa mañana.

El lugar donde llenaban sus bidones quedaba en las afueras de la aldea. Un lugar donde cada una que llegaba colocaba su bidón en la fila y esperaba su turno para llenarlo. A veces, si se llegaba un poco tarde, podían ser horas. También se podía dejar a otra encargada de hacerlo mientras se iba a buscar la leña.

En ese lugar se encontraban mujeres de las dos etnias –macua y maconde– que por lengua, cultura e historia se reunían o separaban, se encontraban o se alejaban.

Los vínculos entre las etnias habían pasado por distintas etapas en la historia de aquella amplia zona de Mozambique. Los mismos vaivenes habían sucedido en la aldea.

Sin embargo, era cotidiano encontrarse para buscar agua, ese elemento tan vital, tan común, tan mundial, que nos hermana en la necesidad y en la búsqueda.

Pero esa mañana algo fue diferente a todas las demás. El agua escaseaba y, por lo tanto, ellas, las de su etnia, no podrían cargar agua. Debían ir a la aldea siguiente a probar suerte. Hubo algún cruce fuerte de palabras intentando forzar la situación para poder realizar esa tarea sin tener que caminar tanto, pero no hubo soluciones. Las otras eran más numerosas y más fuertes.

Entonces, resignadamente, tomaron sus bidones y comenzaron a caminar hacia la siguiente aldea. Unos 7 kilómetros más de caminata. Ellas estaban acostumbradas a caminar siempre y mucho, pero buscar agua les llevaba nada más que 3 kilómetros. En cambio, aquel día lo que era una tarea cotidiana se había convertido en un problema nuevo sin una solución cercana. Por eso, no se fueron de muy buen ánimo.

En el camino, los niños que las acompañaban –pasado el primer momento de tensión– comenzaron a jugar: ¿qué iban a saber estos niños del conflicto ancestral entre las dos etnias? ¿Qué podían intuir de una realidad más amplia que para ellos no tenía gran trascendencia? ¿Qué podrían comprender del problema de la escasez de agua?

Para ellos, había sido sólo un momento pasajero de desencuentro y, ahora, una oportunidad para visitar la otra aldea.

Fue un largo y fatigoso camino hacia el agua. Ya el sol comenzaba a brillar y, cuando volvieran, más que brillar sofocaría.

En el camino, tanto de ida como de regreso, no se imaginaban que su conflicto no estaba limitado a ese pequeño espacio del mundo. Más allá de los sólo 7 kilómetros que las separaban del agua, había otros tantos conflictos nacionales e internacionales, incluso guerras, producto del mismo líquido: el agua.

Pero… ¿Qué iba a saber Mwadia y las otras mujeres de todo esto que estaba tan lejos de ellas?... Si lo de ellas era sólo cargar su bidón amarillo con el agua que tomarían ese día…

Porque este recurso, tan propio y necesario en nuestra vida humana, genera en el mundo cada vez más desencuentros.

Ente ellos… el Tibet, donde la gran fuente de agua tanto del río Brahmaputra como de su hielos es motivo de discordia y de que China decida sobre su futuro.

Estados Unidos y México en conflicto por los ríos Bravo y Grande.

Etiopía, Sudán y Egipto por el famoso río Nilo.

Turquía, Siria e Irak enfrentados por las aguas de los ríos Tigris y Eufrates

La Cordillera de los Andes, que divide Argentina y Chile, donde se libra la lucha entre las empresas mineras y los pobladores ancestrales ya que, para que aquellas embolsen enormes riquezas, deben gastar enormes cantidades de agua para lavar el metal, contaminando el ecosistema de las poblaciones vecinas.

Los conflictos entre Israel, Siria, Palestina y el Líbano para poder poseer el agua de los ríos Jordán y Litani… O el escaso suministro de agua potable a Gaza y Cisjordania.

Y la lista podría seguir…

Todos estos, y tantos otros conflictos por el agua – derecho de todos – se gestan por su escasez, su privatización por parte de la hidromafia, su despilfarro por parte de los que tienen acceso al agua potable o su contaminación por parte de los ambiciosos.

La fuente de la vida se va convirtiendo, cada vez más, en razón para la muerte. Es urgente poder buscar un “campo libre” como Isaac, fruto de otro mundo posible, donde la ecología, la justicia, la igualdad y el reparto solidario de los bienes de la tierra, reinen sobre la ambición, la avaricia, los odios étnicos, la lógica de la permanente búsqueda de un enemigo que justifique la muerte. El agua del “litigio” y la “hostilidad”, deberá ser reemplazada por: “Este agua es nuestra. Cuidémosla, compartámosla”…

 

 

 

(Em português:)

PARTILHEMOS ESTA AGUA, QUE É NOSSA...

Génesis 26, 19-22

Francisco MURRAY


«Os servos de Isaac cavaram no vale e encontraram aí uma fonte. Mas os pastores de Gerara brigaram com os pastores de Isaac, dizendo: ’Esta água é nossa’. Isaac então chamou este poço de Desafio, pois brigavam por causa dele. Cavaram outro poço, e também acabaram brigando por causa dele. A este Isaac deu o nome de Rivalidade. Então partiu daí e cavou outro poço; e, como não houve briga por causa ele, deu-lhe o nome de ‘Campo Livre’» (Gn 26,19-22).

Mwadia despertou nesta manhã – como acontecia todos os dias – quando ainda estava escuro. Saiu da sua choupana e foi, com a sua vasilha amarela, como cada manhã, buscar água. Seu marido e os filhos, como sempre, continuavam aproveitando um pouco mais a escuridão da noite. Exceto o pequeno Zé, que devia fazer 3 quilômetros nos braços da mãe, para amamentar, ao chegar a hora adequada para o seu desjejum...

Pelo caminho ela foi se encontrando com outras mulheres de outras choupanas que carregavam uma vasilha amarela como a sua, em busca da mesma fonte de vida. Buscar água significava um encontro diário que Mwadia repetia desde que tinha formado uma família e, antes, o fazia todas as manhãs acompanhando sua mãe.

Naquela região do norte do Moçambique – como em outras regiões da África – buscar e carregar água e lenha eram tarefas cotidianas próprias das mulheres e das crianças. A água, a mandioca e o feijão eram os elementos com os quais vivia a família. Às vezes, algum trabalho passageiro, um presente ou algum pacote de comida que lhes davam lhes traziam novidades à sua dieta.

As mulheres foram intercambiando algumas frases pelo caminho: recordações do que se viveu no dia anterior em cada uma das famílias, comentários do momento ou de alguma preocupação pela qual novamente se tinha passado naquela manhã.

O lugar onde enchia suas vasilhas ficava nos arredores da aldeia. Um lugar onde cada uma que chegava colocava sua vasilha em fila e esperava o seu turno para enchê-la. Às vezes, se chegavam um pouco tarde, podiam esperar horas. Também se podia deixar outra encarregada de enchê-la, enquanto se ia buscar lenha.

Neste lugar se encontravam mulheres das duas etnias que, por língua, cultura e história se reuniam ou se separavam, encontravam-se ou se distanciavam. Os vínculos entre as etnias tinham passado por distintas etapas na história daquela ampla região de Moçambique. Os mesmos «vai e vem» tinham acontecido na aldeia.

Sem dúvida era costumeiro encontrar-se para buscar água, este elemento vital, tão comum, tão mundial, que nos irmana na necessidade e na busca.

Mas, nesta manhã, algo foi diferente de todas as outras. A água escasseava e, portanto, elas, as mulhe-res da sua etnia, não podiam apanhar água. Deviam ir à aldeia seguinte para tentar a sorte. Houve alguma troca forte de palavras, tentando forçar a situação, para poder conseguir esta tarefa sem ter de caminhar tanto, mas não se chegou a uma solução. As outras eram mais numerosas e fortes.

Então, resignadamente, retomaram as suas vasilhas e começaram a caminhar até a aldeia seguinte. Uns 7 quilômetros a mais de caminhada. Elas estavam acostumadas a caminhar sempre e muito, mas buscar água não exigia mais de 3 quilômetros. Entretanto naquele dia o que era uma tarefa cotidiana se transformava em um problema novo, sem uma solução fácil. Por isto não foram de muito bom ânimo.

No caminho as crianças que as acompanhavam, passado o primeiro momento de tenção, começaram a brincar: o que entendiam as crianças do conflito ancestral das etnias? O que podiam intuir de uma realidade mais ampla, que para elas não tinha grande importância? O que podiam elas entender do problema da escassez de água? Para elas tinha sido só um momento passageiro de desencontro e, agora, uma oportunidade para visitar outra aldeia.

Foi um longo e fadigoso caminho até a água. O sol já começava a brilhar e, quando voltassem, mais do que brilhar, sufocaria.

No caminho, tanto de ida como de volta, não pensavam que o seu conflito não estava limitado a este pequeno espaço do mundo. Mas, alem dos 7 quilômetros que as separavam da água, havia outros tantos conflitos nacionais e internacionais, inclusive guerras, consequências do mesmo líquido: a água.

Mas... Que saberiam Mwadia e as outras mulheres de tudo isto, que estava tão distante delas?... Se o que lhes tocava era só carregar a vasilha amarela com a água que tomariam neste dia...

Por que este recurso, tão próprio e necessário na nossa vida humana, gera em todo mundo cada vez mais desencontros?

Entre eles... o Tibete, onde a grande fonte de água tanto do rio Brahmaputra como dos seus afluentes é motivo de discórdia e da qual a China deve tomar decisão sobre o seu futuro. Os Estados Unidos e o México estão em conflito pelos rios Bravo e Grande. Etiópia, Sudão e Egito, pelo famoso rio Nilo. Turquia, Síria e Iraque enfrentam-se pelas águas dos rios Tigres e Eufrates.

A Cordilheira dos Andes, que divide Argentina e Chile, onde acontece a luta entre as empresas mineradoras e as populações ancestrais já que, para que elas embolsem enormes riquezas, devem gastar enormes quantidades de água para lavar o metal, contaminando o ecossistema das populações vizinhas.

Os conflitos entre Israel, Síria, Palestina e o Líbano para usar a água dos rios Jordão e Litani... A escassa provisão de água potável para Gaza e Cisjordânia. E a lista poderia continuar...

Todos estes, e tantos outros conflitos por causa da água – direito de todos – se protraem pela sua escassez, sua privatização por parte da hidromáfia, seu esbanjamento por parte dos que têm acesso à água potável ou a sua contaminação por parte dos ambiciosos.

A fonte da vida vai se convertendo, cada vez mais, em motivo de morte. É urgente poder procurar um «campo livre» como Isaac, fruto de outro mundo possível, onde a ecologia, a justiça, a igualdade e a repartição necessária dos bens da terra prevaleçam sobre a ambição, a avareza, os ódios étnicos, a lógica da permanente busca de um inimigo que justifique a morte. A água do «litígio» e a «hostilidade» deverá ser substituída por: «Esta água é nossa. Cuidemos dela, façamos uso dela»...

 

(Tradução do Pe. Monte Alverne Queiroz Fraga).

 

Francisco José Murray

Indonesia

 


 



  Portal Koinonia | Bíblico | Páginas Neobíblicas | El Evangelio de cada día | Calendario litúrgico | Pag. de Cerezo
RELaT | LOGOS | Biblioteca | Información | Martirologio Latinoamericano | Página de Mons. Romero | Posters | Galería
Página de Casaldáliga | La columna de Boff | Agenda Latinoamericana | Cuentos cortos latinoamericanos