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VIDA SOBRE LEY

Marcos 3, 1-6

Ingrid María MARTÍNEZ


 

 

¡Un día más!- suspiraba diciendo- Baltasar

Y sus negros ojos se cristalizaban viendo a su papá postrado en un colchón que por los agujeros que tenía dejaba notar su antigüedad.

¡Si, un día más! decía con gran esfuerzo José, que de cariño le llamaban “Chepe”.

Chepe era un anciano con la piel tostada, de tanto trabajar bajo el sol en las cortas de café y de maíz. De los 7 hijos varones que vio crecer, 3 desaparecieron en la guerra, mientras que los otros 3 habían sido asesinados en las masacres que cometía el ejercito, solo Baltasar le quedaba para seguirse llamando papá.

¡Ya viene! ¡Ya viene!-gritaban los niños

Todos y todas rodearon a la doctorcita al bajarse del automóvil.

- Hola, soy Lucia, ¿Dónde está el enfermo por el cual me han hecho llamar?

¡Aquí! Gritan

Lucia era una joven recién graduada de medicina que tenía poco tiempo de trabajar en una Unidad de Salud a unos 27 kilómetros de la Comunidad Rural Las Marías, cuando ve a Chepe tosiendo en su viejo colchón, sintió desgarrársele el corazón y dijo: ¿Por qué no han llevado a este hombre al hospital?

Baltasar responde: Necesitamos ayuda, y…

- Y nada- dice Lucia mientras se acerca y toca al paciente- hay que llevarlo ahora mismo

- Le trato de decir-afirmó más severo Baltasar – que en el hospital no nos ayudan, nadie nos quiere atender…

- ¡Cómo es posible! Si el hospital es una entidad de servicio. Ahora mismo me lo llevo.

- Ya nos han dicho que necesita un aparato para poder respirar, que vale 200 colones, perdón digo dólares

- Claro es de suponerse, hoy la salud la venden, y ¿qué le han dicho que tiene?

- Pues algo así como un montón de virus que no le permiten respirar, no recuerdo el nombre de la enfermedad, pero dicen que hay que quemarle todos esos virus con otros aparatos; nos piden dinero pero no tenemos.

Lucia supuso en silencio amargo que se trataba de cáncer ¡Me lo llevo! Y sujetó a Chepe.

No tuvieron más remedio que marcharse.

 

Ya en el hospital, al verlos entrar, las enfermeras murmuran: “otra vez este viejito” ¡no entiende que aquí no podemos atenderle!

Se acercaron a la enfermera de turno:

- Lucia, Médico general, quiero remitir este paciente, debido a qué…

La interrumpe la enfermera: Ya le hemos dicho a este señor, que aquí no podemos ayudarle

- Y ¿se puede saber por qué?

- sólo atendemos afiliados del seguro social de este municipio, y el paciente no está asegurado y ni tan siquiera es de esta localidad

- ¡Pero está muy enfermo!

- Lo siento la ley no lo permite

- ¡Cómo que la ley! ¿Qué vale más sus tontas leyes o la vida de este hombre?

- Lo siento pero no podemos ayudarle…

Lucia indignada los miró y salió con el enfermo, en su rostro llevaba una lágrima.

Se lo dije doctorcita, aquí nadie nos quiere ayudar-dijo cabizbajo Baltasar-

Aquí no, pero lo llevaremos al Hospital Nacional- afirmó Lucia-

¡Al hospital Nacional! -Gritó Baltasar- ahí no tienen ni una aspirina, se repetirá la misma historia y…

Y…nada -pronunció Lucia- déjeme hacer mi trabajo

 

Llegaron al Hospital Nacional:

- Buenos Días, el señor José…

La interrumpe la enfermera, Si José Pérez, ya lo remitimos al Hospital Neumológico

- ¿Debido a qué?

- El señor adolece de insuficiencia respiratoria, aquí no podemos atenderlo, no contamos con la tecnología necesaria para su enfermedad

- ¡Pero ayúdeme! necesita una terapia respiratoria de emergencia

La enfermera le da un numerito,

- ¿Y esto qué significa?

- Significa que ustedes son el número 47 en la lista de hoy

- ¡Quéeeeeeeeeeeeeeee! Y usted qué piensa, ¿que mi paciente le dirá a sus pulmones que esperen turno para respirar?

Hubo silencio.

Lucia los miró, sentía en su corazón ira y confusión, no podía creer como sus colegas se negaban a servir.

 

Salieron rumbo al Neumológico…

- ¡Pero qué!-grita Lucia-¿Por qué no pueden realizar los exámenes? ¿Y a dónde va todo el dinero de préstamos internacionales?

- No contamos con tecnología adecuada para estas enfermedades-dice el doctor que los atiende- sin embargo, tome esta tarjeta, aquí está la dirección de una clínica privada

- ¿Una clínica privada? $80 por realizar los exámenes, ¡y miren quien es el dueño Ulises García! El Ministro de Salud. Y rompió la tarjeta diciendo ¿Usted sabe que gastar 25 centavos de dólar en transporte para Baltasar significa perder pan para la cena?

- Mire, lastimosamente solo un hospital Nacional Neumológico existe en el país, y el señor necesita de un concentrador de oxígeno, este aparato lo pueden adquirir solo en OXGASA.

- Comprenda qué mientras lo adquirimos, es necesario internar al paciente.

- Pero no tenemos camas, espere su turno,

- ¡Esperar qué! ¿Qué se muera?

- Además el tratamiento es muy costoso, no podrán pagarlo

- ¿Qué acaso la medicina es para predilectos?

- Son las reglas del hospital, quisiéramos ayudar a todos, pero las posibilidades son muy pocas.

- ¿Qué está permitido hacer el bien o el mal? ¿Dónde está la humanidad de su carrera?

- Mejor discuta con el sistema de salud

- Tiene razón, pero recuerde que el cambio comienza desde abajo, desde usted y yo.

Todos los que estaban alrededor empezaron a murmurar. Tristemente su fueron.

Yo le agradezco doctorcita- hablaba Baltasar- en mi comunidad, basta enfermarse de gripe para morirse, uno ya sabe que cuando le llega cualquier enfermedad, le llega la muerte, primero no tenemos como trasladar al enfermo, no hay hospitales que nos acojan, y si nos atienden no podemos pagar las medicinas, o nos dicen que lo mejor, es que el enfermo muera en la champa.

Sé que la situación es difícil-responde Lucia- pero ustedes como comunidad deberían exigir que ubiquen una Unidad de Salud cerca del lugar.

- Ya lo hicimos, pero la comunidad está entre dos municipios, no saben a cual de los dos le corresponde poner la unidad de Salud

- No es posible, Baltasar, siempre la ley encima de la vida, ¡pero hasta cuando entenderemos! y mientras tanto qué ¡qué la gente se muera de cualquier cosa, mientras deciden qué municipio pondrá en marcha la salud!

- De tanto hablar ya me duele la cabeza, y mientras habla, Baltasar saca de su bolsillo una pastilla que se dispone a tomar

- ¿Qué está tomando?

- Es una pastillita que nos dieron unos doctorcitos que llegaron a la comunidad hace dos meses junto al alcalde que está haciendo su campaña

- Pero, Baltasar, aquí dice que vencen en el 2000, ¡cómo puede estar tomando esto!

- Bueno es que… la verdad no sé leer, ¿Qué significa?

- que las medicinas en cierto tiempo se “arruinan” ya no funcionan de la mejor manera.

- todos y todas en la comunidad las tomamos, ya nos acostumbramos a recibir todo lo que no quieran

- ¡Qué tristeza!, ¿Quién ha comprado la salud? ¿Quién se ha adueñado de las medicinas?

Guardaron silencio, pensaban la respuesta.

 

Afuera, un edificio, con letras rojas ponía OXGASA, entraron:

- El concentrador de oxígeno, vale $ 200.

- El señor no tiene los recursos económicos para pagar tal cantidad. ¿Habrá descuento?

- ¡No!

- Iremos a otra empresa a cotizar mejores precios

- No encontrará ninguna

- ¿Por qué está tan segura?

- Sólo OXGASA, vende estos aparatos.

- ¡Ah Se me olvidaba su monopolio! ¡Desgraciados!

- ¡Y a nivel Centroamericano!- afirmó la dependiente con tono sarcástico-

Se marcharon.

Mientras tanto Lucia le decía a Chepe:

- Iremos a la clínica privada, pagaré los exámenes.

 

Llegaron. Entraron. Cada paciente en su cama acolchonada, estaban todos con su concentrador de oxigeno. En medio, estaba una cama vacía, Lucia se disponía a ubicar a Chepe, cuando se escuchó un grito, era una enfermera: “Alto”

- ¿Por qué? -grita Lucia-

- Es sábado y cambiaremos las camas, y…

-Y porque es pobre y moreno

Entonces Lucia de un impulso ubicó a Chepe en la cama, le colocó el concentrador de oxigeno, y mirando a todos con indignación pero a la vez con dolor por no entender el sufrimiento dijo: ¿Qué vale más una ley que oprima y que favorezca a unos pocos (mientras que a otros los discrimina por su condición económica y social) que la vida misma, el latir de un corazón no importando su color de piel, su lenguaje, su trabajo, su credo?

Saben ustedes ¿Qué se siente morirse día a día por falta de medicinas, de hospitales? Hay mucha gente que vive insegura ¡tienen miedo! ¡Miedo a enfermarse!

Porque bien saben que están solas, excluidas de los sistemas de salud, ¿Quién las pondrá en medio y dirá:

¡Qué están curadas! ¿Quién se olvidará de la ley y salvará la vida?

 

Lucia siguió atendiendo a Chepe, al cabo de 30 minutos terminó de aplicar la terapia respiratoria, se marcharon. Ella los miró por última vez, sabía que para esa hora en su expediente ya habría una falta grave, una acusación por faltar a las leyes. Desde ese día sería vigilada. Sin embargo notó que al final no estaba sola, muchos se decidieron por la vida dejando la ley.

 

 

Ingrid Mª Martínez

Antiguo Cuscatlán, EL SALVADOR

 


 



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