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Y QUIERO QUE TODO LO QUE PIDAN AL PADRE EN MI NOMBRE, ÉL SE LO DÉ.

Juan 15, 16

Astrid OICATÁ


 

 

Cuando se le dice a la gente, al pueblo, que oren por el cese de la violencia en Colombia y el mundo, se percibe desánimo e impotencia.

"¿Para qué?" dicen algunos. Deberían sacar las máquinas de juegos bélicos, esas en las que algunos de nuestros jóvenes desgastan su potencial y despilfarran dinero, Adriana les aconseja "Esa máquina les chupa el cerebro" y cuando son conocidos les planta un beso a ver si se desconcentran.

Están acostumbrados al tema de la violencia y de la mera costumbre, casi nada les perturba, en Colombia y varias partes del mundo, son y eran reclutados. Pero brilla la esperanza, como el Himno Latinoamericano "América despierta, (y al mundo) sobre tus cerros despunta la luz de una mañana nueva”.

Y las oraciones por la Paz, de quienes le creen a Jesús, de quienes hacen Iglesia, con una fe tal, como quien se lanza en bombi jumping y de espaldas, dan su fruto. Una mañana nueva se inició para Colombia en Mayo de 2003, cuando comenzaron las desmovilizaciones de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). Aún en eterno amanecer, se ruega que los demás insurgentes también depongan sus armas. Ya en el 2006 se han entregado todos y acogido a la Comisión de Justicia y Reparación, además del Programa de Reinserción. Decían que el departamento del Meta era zona roja. No. Es zona verde cuya flora y fauna son patrimonio local y mundial.

Pese a esos casi 3 años de amanecer, algunos siguen ondeando su bandera de pesimismo, en medio de la ignorancia y desinformación, porque poco gusta leer, desconocen el Proceso que se hizo en Sudáfrica donde enemigos ahora conviven como amigos bajo la Comisión para la Verdad y la Reconciliación creada en 1995. Que en Sudáfrica, en Colombia siga cayendo, ojalá pronto en Irak, el rocío mañanero del Perdón. Perdonar, verbo difícil de conjugar en muchas vidas, les cuesta creer pese a las circunstancias citadas y en el relato verídico que leerán adelante. El verbo Perdonar tiene validez, en la medida que se viva, poniéndose los zapatos del otro. Hay que tener pantalones para pedir perdón públicamente al pueblo como lo han hecho algunos de los exinsurgentes en Colombia y en Audiencia Pública allá en Sudáfrica, la respuesta: Se ha respondido a esa voz interior que pide Paz, a ese bien como semilla desde el origen, pues Dios es Amor. Hay que tener ojos y oídos para captar que miles de personas de varias profesiones en el mundo están detrás de todos esos procesos de Perdón, Paz, Justicia, Reparación, a costa de sus vidas. En ocasión de asesorar un trabajo escolar, escribió Adriana: “Guerra aquí y allá que asustas, que hieres, que desesperas, que me quitas el ánimo pero no el espíritu de lucha. Guerra que me quitas una mano, un ojo, un pié…¡Pero no la voluntad!. Que me quitas violencia mi terreno, mi espacio donde soy y somos nosotros…¡No me quitarás el gentilicio!.

Guerra que me dejas casi en la desnudez, apenas con el ropaje de la Vida guerra que atentas contra mi Fe, que me haces mirar al Crucificado y mirar al necesitado, tener esperanza. Si me quitas la vida, te lo permitieron, guerra que estás ahí, por algo será…tengo que aceptarlo…Guerra, ¿Cuándo te irás?"

Alegría, al ver cómo es España también ese bálsamo del Perdón se quiere esparcir en los corazones de quienes están equivocados (ETA), lejos de la Casa del Padre. Vaya que por algo se comienza, motivo más de gozo y alegría perfecta: que los que ruegan por la Paz indirectamente pidan por el Perdón.

Hay que sacar de raíz esa maleza de la duda cuyas flores negras son frases nada educativas en libretos noveleros “perdono pero no olvido”, “lo espero en la bajadita”, y lo peor: ese ardor y ansiedad que produce el aguardar una venganza, acompañada de miradas y gesticulaciones cargadas de violencia contenida. “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”, palabras que deben hacerse propias siendo Jesús el Modelo de Fidelidad a Papá Dios; y para esto hay que abrir el corazón, cabe recordar que éste se abre desde adentro, la invitación y la necesidad del Perdón están a la orden.

¡Ah, es que son ateos esos violentos!. Dicen otros. Sí y no, y el ateísmo no implica irresponsabilidad, por esos violentos es que se debe seguir pidiendo. Criticar no es lo mismo que aconsejar.

Ilustrando con los pinceles del Amor, Adriana fue testigo de un PERDÔN, cuando Luciana, allá en Maracay, Venezuela, oyó en una Nochebuena, en los 80’s que Dios se había hecho niño y con toda su ternura venía para que no siguiéramos solos. Cuenta ella que fue una lluvia que empapó la aridez de su corazón, pese a que tenía fe, y le produjo llanto de alegría cuyas lágrimas le aconsejó el Sacerdote, se las ofreciera al Niño Dios.

Pasaron años, durante los cuales la vanidosa y petulante Luciana dio un cambio radical en su angustiada y superficial vida. La desconocían, había empezado a asistir a Convivencias (Cuyos regalos personales hay que prodigarse cada quien). En un Retiro el bisturí de la Palabra de Dios revolvió pésimos recuerdos a Luciana: Su mamá Eudoxia, no lo era, (era una tal Aliria), tampoco lo era su hermano; En plena adolescencia y por la imprudencia de algunos adultos se enteró que Aliria la había regalado a Eudoxia quien la Registró inmediatamente

Mamá Eudoxia lo explicó todo. Aunque más adentrada en la Fe, a Luciana le costaba aceptar ese juego macabro de su mamá biológica, Aliria, de quien no sabia si aún vivía. Falleció Eudoxia, lo cual fue un dolor intenso y al porqué de lo hecho por Aliria, no le hallaba respuesta humana y total tranquilidad a su ser. Y por fin la halló en Jesús. Con mamá Eudoxia nada le había faltado, por tanto, se sentía huérfana y no a la vez.

Estando Venezuela preparando la venida del Papa Juan Pablo II, conoció a Adriana que para entonces era la encopetada y ella la sencilla en su Amado Jesús. Entraba en crisis todavía al hablar de Aliria, Adriana enmudecía.

Encontrarse con Cristo es volver la vista a los hermanos, Luciana motivó a su hermanastro que se casara por la Iglesia (sólo convivía en pareja) pero había que sacar los papeles en Maturín, él por su trabajo no podía; su hermanastra, siempre servicial, se ofreció y con Adriana planificaron el viaje… aleccionador.

Llegaron tempranísimo, se sentaron a hablar y desayunar (llevaban su vianda), la plática se centró en Aliria. Cerca de ellas estaba una muchacha con dos niños. Las campanas anunciaron las 8:00 a.m. y al disponerse para irse, la joven sin poder contenerse se disculpó diciendo que era demasiada coincidencia los nombres citados por Luciana, pero que ella era hija de…Aliria…

¿¿¿¡¡¡Cómo!!!??? Con emoción y llanto se enteraron que ella estaba, y aún viva, ahí en Maturín. Estaba amaneciendo de nuevo en corazones cuyos deseos de encuentro se habían suplicado durante casi 34 años. La joven Magali, previa llamada telefónica, las llevó. Entró y salió de la mano con la señora: “Mamá, ella te quiere saludar”. Aliria miro, miro el rostro de Luciana y sus ojos tristes y su tez morena marcados por el paso de las años se iluminaron. Se abrazaron, Aliria de pronto, mostró una foto desgastada por las caricias extraviadas en los errores de la juventud, era aún nítida, Luciana tendría 6 años.

¡Maturín dista de Maracay miles de kilómetros, a más de 10 horas de viaje! Y Magali sólo halló ese momento, ese día, esa hora, esa banca, ese año 1991 para también tramitar documentos de sus hijos. Actualmente Luciana y Alira se comunican seguido. Es una causalidad y hay quienes dicen que los milagros no existen, es que el Perdón libera.

El emperador (el mundo) no tiene paz, sigue desnudo cuando directa e indirectamente preocupa más el competir que el C O N V I V I R, olvidando la Unidad del pueblo como quiere Dios, y no justificar el querer ser mejor pasando por encima de la dignidad del prójimo, erróneamente esto comienza en algunos Hogares forzando a competir con el propio hermano. Como de los errores se aprende, es modificar ese vocabulario ajustándose más a la finalidad que se desea lograr.

Luciana, con más madurez espiritual lo había pedido. ¿Y todavía dudas Pueblo? ¿Así de fácil? El Perdón es fruto de la Paz dada en la experiencia íntima de la Oración al Hijo, es un querer igual al de Él, y Luciana quería hacerle saber a Aliria que tranquila, todos cometen `más errores por ignorancia que por malintencionados.

Los asuntos de Dios se entienden viviéndolos, no teorizándolos. Bienvenidos a la Mesa del Perdón.

 

Astrid Oicatá

Villavicencio (Meta) - COLOMBIA

 


 



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