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EL ARREPENTIMIENTO DE CAÍN

Génesis 4, 1-15

Gustavo Adolfo MANZANO GUEVARA


 

 

Eva es preparada en el Hospital, pronto va nacer su primer hijo. Adán no deja de pasearse impaciente en la sala de espera, va nacer su primogénito al cual llamara Caín, su alegría se confunde con su tristeza, un leve e insospechable presentimiento lo pone un tanto nervioso.

Las enfermeras corren por los pasillos, ha nacido el único varón de aquel día, las miradas un tanto confundidas hacen pensar que algo extraño en un futuro va pasar, primera vez en la sala de maternidad nace un varón en medio de tantas mujeres, pero al mismo tiempo, la alegría llega a todo el hospital, talvez lleguen cosas mejores que nadie imaginase.

Transcurre el tiempo, y Eva, pronto tendrá su segundo hijo al que llamaran Abel, la dicha de Adán y la felicidad de Eva es notoria; Caín el primogénito nunca más volverá a estar solo. La llegada de su hermanito llena de alegría los corazones de sus padres, cosa que entristece al de Caín y lo llena de ira e envidia porque se siente desplazado. Tal vez, nunca le explicaron que es mejor amar que ser amado, dar que recibir, y que el nuevo ser que llegaba al mundo, era un regalo de Dios para toda la familia, y no, aquella persona con la que tendría que rivalizar.

Pasaron los años, y Caín disfrutaba de su juventud de manera abnegada; los malos amigos, el licor, la parranda y las mujeres era el diario vivir como el de muchos jóvenes que viven en el mundo entero. Mientras tanto, Abel contaba con un guía espiritual que fue siempre su mejor amigo y consejero en la iglesia y el colegio, su cotidianidad de orar a Dios, ir a la iglesia y de ayudar al prójimo, hacía que su vida gozara del cariño y el respeto de los demás, y, hasta el mismo Dios de los ejércitos se complacía en él, y lo bendecía en todo lo que se proponía. Caín cada día más se llenaba de ira y de celo, al ver la prosperidad y las bendiciones que Dios daba a su hermano menor.

Una noche, Caín invita a su hermano Abel, a una misa que supuestamente se celebraría en la capilla de la iglesia, cosa que extraño Abel; pero gustoso y complacido aceptó la invitación, tal vez era un paso para ver el cambio en la manera de vivir y en la forma de ser de su hermano mayor, o posiblemente, su hermano buscaba arrepentirse de sus pecados.

Estando en camino a la iglesia, Caín ataco a su hermano Abel ocasionándole graves heridas con arma blanca ocasionándole la muerte. Algunas personas que cerca se encontraban, acudieron a la ayuda de Abel, el chico que tanta admiración despertaba en la juventud. Caín pronto fue detenido por los vecinos del barrio y entregado a las autoridades competentes, siendo conducido a la prisión del estado, donde sería juzgado y condenado de por vida.

El diario y amargo vivir en la prisión, permitieron que Caín reflexionara por el tiempo que había desperdiciado en lo mundano y por todo cuanto había sucedido con su hermano Abel. La presencia de un servidor de Dios y guía espiritual ayudo a que Caín reflexionara y rechazara todo el daño que él había ocasionado, se arrepintió de corazón y se entrego a la causa y al servicio del Señor, su arrepentimiento era legítimo y su amor al prójimo era de notar. Esas palabras de aliento, de esperanza y fe contribuyen al cambio de vida que tendría Caín.

El Caín fuerte, agresivo y violento, celoso e envidioso había desaparecido de la faz de la tierra, ahora, el amor a Dios y al prójimo había hecho de Caín un hombre nuevo; pues seria de ahora en adelante, el recipiente que Dios utilizara para salvación de muchos pecadores. Al poco tiempo bendecido por Dios, Caín creo una brigada de evangelización y servicio social para presidiarios, donde se predicaba el evangelio a todo aquel que se lo permitiese, por esta causa, el centro de reclusión se convirtió en modelo en centros penitenciarios y evangelista a nivel nacional y mundial. Además esto le sirvió para que a los pocos años de estar pagando la pena, las directivas carcelarias le dieran una nueva oportunidad y saliera libre bajo palabra, con la condición de llevar siempre el evangelio al centro reclusión.

Caín, al salir libre, fue a visitar a sus padres quienes le perdonaron el daño ocasionado a su hermano Abel. La vida había tomado un nuevo rumbo y le daba una nueva oportunidad la cual no había que desaprovechar. El servir a Dios trae bendición y nuevas oportunidades que cambian nuestras vidas.

REFLEXIÓN: “En el Antiguo Pacto, podremos observar que la persona que no cumpliera con la Ley, pagaba con su propia vida. En la vida actual en la aplicación del Nuevo Pacto, Dios nos enseña a amar a nuestro prójimo, y sobre todo, a dar nuestra propia vida si es el caso. Esto fue lo que paso con Abel aplicándolo a la vida de hoy, quien dio su vida para salvación de su hermano”.

 

Gustavo Adolfo Manzano

Cali, colombia

 


 



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