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En medio de la ciudad en sombras, el hombre vio...

Apocalipsis

María Felisa ETCHAVE


 

«Página Neobíblica» que ha obtenido mención honorífica en el concurso de Páginas Neobíblicas, otorgado por la Agenda Latinoamericana’2005

 

En medio de la ciudad en sombras, el hombre vio... lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro. Porque tiene la certeza en la fidelidad de Dios e intuye la manera en que acabará la Historia.

1. Yo, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones y la espera en la venida de Jesús, escribo lo que he visto.

2. He visto que el Maligno le ha cedido su trono y su poder a un nuevo Imperio, al que llamaré la “Bestia”, así como Juan llamaba al Imperio de su tiempo.
Muerte, Injusticia y Destrucción, son sus cimientos.
Idolatría, Falsedad y Cobardía, son sus murallas.

3. He visto que la “Bestia” es una guarida de fieras, portadoras de destrucción y de “Muerte”.
Llevan en su frente el nombre de la “Bestia” y matan a aquellos que no adoran su imagen.
Veo cómo apuntan sus cañones contra los pueblos y cómo se embriagan con la sangre de los mártires.
Veo sus tanques controlando a las naciones y los veo emborracharse con el “oro negro” de los pueblos.
Los he visto empuñar sus “armas inteligentes” contra los hombres y les he oído asegurar que no producen víctimas inocentes.
Los he visto matar a millones de personas en el mundo y les he oído decir que son los “daños colaterales” de la guerra.

4. He visto que la “Bestia” es una cueva de ladrones, portadoras de injusticia y de pobreza.
Los he visto administrar los bienes para su provecho, los bienes que Dios ha creado para todos.
Veo cómo inclinan la “Balanza” siempre hacia su lado y cómo matan de hambre a millones de personas.
Los he visto compartir su vida lujosa con la “Bestia” y los he visto poner a disposición de ella su usura y su avaricia.
Los he visto imponer enormes sacrificios a los países pobres, porque su única moral es la del enriquecimiento.

5. He visto que la “Bestia” es también un refugio de langostas, destructoras de la naturaleza y de la tierra.
Los he visto contaminar con residuos venenosos, el agua de los ríos y los mares.
He visto los estragos que han causado con la deforestación y el desierto que han dejado tras la tala de los árboles.
Veo que los bosques ya no parecen bosques, que la hierba ya no crece como antes, que los animales corren peligro de extinguirse y que hasta el aire se ha vuelto irrespirable.
He visto que las hojas de los árboles ya no curan a los pueblos y sus frutos ya no son para los pobres.
Veo que ni el resplandor del agua, ni la sombra de los árboles, nos pertenece.

6. He visto que la “Bestia” tiene un séquito de idólatras, adoradores del Poder, del Tener y del Placer.
He visto su adicción a la doctrina de la “Bestia” y su vida superficial y fastuosa.
Los he oído anunciar en los países pobres, qué comer y qué beber, cómo vestirse y a dónde viajar, qué revistas leer y al son de qué música bailar.
Los he visto danzar al compás de las multinacionales, mientras millones de personas viven en la indigencia.

7. He visto que la “Bestia” tiene un séquito de falsos profetas y cobardes, portadores de pasividad e indiferencia.
Los he visto rasgar sus sucias vestiduras y después arrodillarse delante de la “Bestia”.
Incapaces de ver, de oír y de caminar, los he visto cerrar los ojos cuando caen las bombas, taparse los oídos cuando el pueblo pide justicia, dormir satisfechos mientras los pobres mueren de hambre.

8. He visto a Jesús llamando a la puerta.
Un manto de sangre cubre su cuerpo y sus manos aún llevan las llagas abiertas.
Sangre de los profetas y de los mártires y de todos los que sufren en la tierra.
He visto cómo se le niega la entrada en la vida y en la Historia.
He visto a los hombres buscar el sentido de su existencia, por los caminos de la hechicería, del esoterismo y de la astrología.

9. He visto el cortejo del Cordero.
Llevan su Nombre en la frente y siguen al Señor por dondequiera que vaya.
Los he visto soportar todas las persecuciones y todas las calamidades.
Los he visto inmolarse a Causa de la Palabra y la Justicia.
En su boca no hay mentiras ni falsedades, son las columnas de la Ciudad Santa.

10. He visto al Cordero hablarle a su Esposa.
Lo he visto alabar sus virtudes y reprochar sus infidelidades.
Lo he oído recriminarle que haya dejado enfriar el amor de los comienzos.
Lo he oído pedirle que se conserve fiel hasta el día en que El vuelva.

11. Veo venir un mundo nuevo y una tierra nueva, una visión anticipada de la Ciudad Santa.
Veo al Pueblo de Dios marchar hacia el desierto, para gritar de dolor y dar a luz a un Pueblo Nuevo.
Veo que recupera el amor de los comienzos y lleva en su frente el Nombre de Jesús.
Veo que se enfrenta a todos los poderes y a todas las potencias y da un testimonio auténtico de que el
Cordero es su único Señor.
Veo que se compromete a luchar contra las fieras, para que no haya más muertes, ni penas, ni quejas, ni dolor.
Veo que su destino se configura con el de Cristo y está dispuesto a derramar su sangre en favor de los demás.

12. Veo venir un mundo nuevo y una tierra nueva, una visión anticipada de la Ciudad Santa. Presiento la presencia del Cordero entre nosotros y oigo su voz enérgica y potente como un trueno:
“Ya no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor”. “Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en el estanque de azufre ardiente, que es la segunda muerte”.
Veo que ya no hay guerras, ni injusticia, ni destrucción, porque la “Bestia” ha sido vencida para siempre.
Veo que los pueblos cantan y danzan en las plazas, mientras los amigos de la “Bestia” se lamentan.
Veo que las razas se hermanan para siempre y que una Patria Grande cobija sus sueños libertarios.
La humanidad tiene una visión anticipada de la Ciudad Santa y sabe que el Pueblo de Dios se prepara para la Boda.
La humanidad ve a la Esposa del Cordero embellecida como una novia y la oye decir:
“¡Ven, Señor Jesús!”.
La humanidad ve que la Esposa se conserva fiel hasta el día en que El vuelva.

En medio de la ciudad en sombras, el hombre pudo ver un mundo nuevo y una tierra nueva, un anticipo de la Ciudad Santa.
No fue un sueño, no. Tampoco una ilusión óptica.
Su certeza en la fidelidad de Dios, le permitió intuir la manera en que acabará la Historia.
El mal será vencido por Cristo para siempre, junto a todos aquellos que luchan para que el Bien reine sobre la tierra.

¡Ven, Señor Jesús!, ¡Ven!

 

María Felisa Etchave

Morón, Rep. Argentina

 


 



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