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La parábola del alumno samaritano

Lucas 10, 25-37

Fernando Jorge BIFANO


 

Se levantó uno de esos alumnos que les gustan hacer preguntas nada inocentes para cuestionar a sus docentes y preguntó al maestro: ¿qué debo hace para aprobar la materia más importante de la vida y así conseguir eximirme para toda la eternidad? El maestro le dijo: ¿Qué dice el “manual de la vida”? ¿Qué cosa he intentado enseñarte con mi ejemplo hasta ahora, vos sos de los mejores alumnos y seguramente sabrás responderme? El chico contestó sin vacilar: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con todo tu espíritu; y a tu prójimo como a ti mismo” El Maestro se sintió satisfecho de la respuesta de su alumno y le dijo: “Tu respuesta es exacta, no presta a confusiones, si la pones en práctica obtendrás la mejor nota de tu vida para promediarla con el resto de tus buenas acciones y así terminarás eximiéndote en la vida”. Pero el alumno sintió que tenía la posibilidad de demostrarle a su maestro que él sabía más y volvió al acecho con un nuevo interrogante: “¿Pero quien es mi prójimo?”

El Maestro le dijo: “no voy a darte uno de esos sermones que otros suelen dar, tan sólo con este cuento pretenderé darte una pista para que tú descubras la respuesta. Bajaba un alumno de la escuela hacia su casa, cuando de camino pasó por la puerta de otra escuela y fue asaltado por otros jóvenes de su edad. Después de haberlo molido a palos, se fueron dejándolo medio muerto.

Por casualidad pasaba por allí uno de los máximos representantes de le educación del país, lo miró y exclamó: “¡la violencia es uno de los grandes males de la educación!”, pero siguió de largo pues dijo tener una reunión muy importante para tratar problemas más urgentes. Luego pasó por allí, uno de los “capos” de su propia escuela, quién exclamó: “menos mal que en mi escuela no tenemos esta clase de alumnos que tan mala imagen le dan a la institución”.

Luego pasó por allí un profesor también de su escuela, el alumno al reconocerlo levantó su mano para hacerle señas y el docente, que estaba muy apurado porque iba de camino a otra de sus tantas escuelas, le dijo: “Martinez, usted siempre haciendo preguntas en momentos tan poco oportunos”, y salió corriendo porque perdía el colectivo.

Finalmente pasó por allí un compañero de la otra división, quien lo miró y se dijo, nos es acaso este el flaco que siempre me toma el pelo y se cree que se las sabe todas. Sí (...) pero eso ahora no importa, está mal herido y precisa de mi ayuda” y conmovido se acercó, lo levantó, curó sus heridas y con su buzo improvisó unas vendas y le vendó las heridas. Luego lo llevó a su casa para que con la ayuda de su madre lo atendieran hasta que se recuperara. Y hasta se comprometió para darle una mano con las cosas de la escuela porque le habían robado su mochila con todo.

El maestro entonces le preguntó a su alumno: Según tu opinión, ¿cuál de estas personas se portó como prójimo del chico caído?”.

El alumno sintiendo que no tenía manera ya de poner en apuros a su maestro le respondió: “el que se mostró compasivo con él” Y el maestro le dijo: “Andá, salí al recreo y a partir de ahora hacé vos lo mismo. Y en la medida que pongas esto en práctica sentirás que has aprendido la mejor lección de tu vida”.

 

Fernando Jorge Bifano

Argentina

 


 



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