Domingo dentro de la Octava de Navidad

La Sagrada familia: Jesús, María y José


Formulario I

Formulario II

Formulario I

 

Introducción:

En la familia de Jesús reinó siempre el amor (1ª lect.). Bendecimos a Dios, que nos da la vida (sal.). Queremos formar parte de la familia de Dios y hacer, como María, lo que le agrada (ev.).

 

PRIMERA LECTURA

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón

Monitor:

En la familia estamos contentos cuando sentimos el cariño de unos hacia otros. El amor que Dios Padre nos tiene es inmenso. No para hasta darnos a su Hijo amado. Jesús tuvo también una familia aquí en la tierra. En ella reinó siempre el amor. Jesús, María y José formaban la Sagrada Familia de Nazaret.

 

Lector:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-17

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.

El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.

Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 13 y 11. 17 y 21 y 22

Monitor:

Con las palabras del salmo ciento dos, bendecimos a Dios Padre que nos da la vida y siente ternura por sus hijos.

 

Salmista:

R. Bendecid al Señor que nos da la vida.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.

La misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
Bendecid al Señor, servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras. R.

 

Aleluya Col 3, 15a. 16a

Que la paz de Cristo actúe de árbitro
en vuestro corazón;
la palabra de Cristo habite entre vosotros
en toda su riqueza.

 

EVANGELIO

El que cumple la voluntad de Dios,
ese es mi hermano y mi hermana y mi madre

Monitor:

Jesús vivió en familia con María y José. Cuando se hizo mayor dijo algo sorprendente: Los que hacemos lo que a Dios le gusta, como hizo María, formamos parte de su familia.

 

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 31-35

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dijo:

—«Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan».

Les contestó:

—«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y, paseando la mirada por el corro, dijo:

—«Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.

 

Formulario II

 

Introducción:

Nuestros padres son un regalo de Dios (1ª lect.). Dios está con nosotros cuando vivimos unidos (sal.). Jesús muestra desde pequeño que ha venido a cumplir la voluntad de Dios (ev.).

 

PRIMERA LECTURA

Al que honra a sus padres el Señor lo escucha

Monitor:

Gracias a nuestros padres gozamos de la vida, que es un regalo de Dios. Ellos nos ayudan a crecer. Dios escucha a los hijos agradecidos que honran y respetan a sus padres.

 

Lector:

Lectura del libro de Sirácida 3, 2-6. 12-14

Dios hace al padre más respetable que a los hijos
y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.

El que honra a su padre expía sus pecados,
el que respeta a su madre acumula tesoros;

el que honra a su padre se alegrará de sus hijos
y, cuando rece, será escuchado;

el que respeta a su padre tendrá larga vida,
al que honra a su madre el Señor lo escucha.

Hijo mío, se constante en honrar a tu padre,
no lo abandones mientras vivas;

aunque chochee, ten indulgencia,
no lo abochornes mientras vivas.

La limosna del padre no se olvidará,
será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial: Salmo 132, 1. 3

Monitor:

Que los hermanos vivan unidos es señal de que Dios está con nosotros. Por eso decimos juntos: «Vivamos unidos en el nombre del Señor».

 

Salmista:

R. Vivamos unidos en el nombre del Señor.

Ved que dulzura, que delicia,
convivir los hermanos unidos. R.

Es rocío del Hermón1, que va bajando
sobre el monte Sión.
Porque allí manda el Señor la bendición:
la vida para siempre. R.

 

Aleluya Cf. Hch 16, 14b

Ábrenos el corazón, Señor,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

 

EVANGELIO

¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?

Monitor:

Poco después del nacimiento, Jesús fue a vivir a Nazaret con María y José y allí fue creciendo como uno de nosotros. Pero en Jesús había algo diferente a los demás hombres. Poco apoco fue dejando entrever que su verdadero Padre era Dios y que, por encima de todo, había venido a cumplir su voluntad.

 

Sacerdote (o diácono):

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contesto:

—«¿Por qué que me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Palabra del Señor.

 

 


1«Rocío del Hermón»: El salmista emplea la imagen del rocío derramado en el monte Hermón (al norte del país), que baja por las laderas y fecunda la tierra de los valles, para indicar la bendición del amor que Dios derrama en nuestros corazones para que podamos convivir como hermanos. Volver.