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Política externa y nuevo paradigma

2006-05-26


  La crisis en las relaciones entre Brasil y Bolivia a propósito del gas, permitió que saliesen a la luz dos posturas fundamentales con referencia a las relaciones internacionales. Representan dos paradigmas de política externa: uno enfocado hacia el pasado, regido por la relación amigo-enemigo y por la confrontación; otro orientado hacia el futuro, guiado por la relación del aliado y de la convivencia. Estas posturas aparecieron nítidas en los debates internos y están presentes en la política mundial dentro del proceso de globalización.

Ante todo necesitamos tomar conciencia de la singularidad del momento histórico que estamos viviendo. Nuestra percepción de fondo ha cambiado: nos descubrimos como especie humana, reunida en un espacio limitado que es el planeta Tierra. Todos somos interdependientes. Nuestro destino común se ha globalizado: o cuidamos de la humanidad y del planeta Tierra como un todo o, simplemente, no tendremos ningún futuro.

Los peligros reales pueden significar una oportunidad única para la sociedad mundial, oportunidad de reinvención de un nuevo paradigma de civilización, asentado sobre la hospitalidad general, la convivencia, el respeto, la tolerancia, la responsabilidad universal y la comensalidad. Aprendemos mucho del pasado, pero no nos es permitido repetirlo.

Sin embargo, hay una clase de políticos que, ante los problemas mundiales o regionales, apuestan por soluciones del pasado, que usan la fuerza y el enfrentamiento. El presupuesto teórico formulado por Carl Schmitt (+1985) y repetido por Samuel P. Huntington en «El choque de civilizaciones» dice: «la esencia de la existencia política de un pueblo reside en su capacidad de definir quién es amigo y quién es enemigo». Definido el enemigo, entra a funcionar la política del garrote y la satanización del otro. Es lo que ha sucedido en Brasil con respecto a Bolivia, por causa de la nacionalización del gas hecha por el presidente Evo Morales. La clase política conservadora y miope no vislumbró una política de mediano y largo alcance, adecuada a la nueva fase de la historia de bloques regionales y de constitución de la globalización de la política, que exige diálogo, negociación y conciliación de intereses con vistas a la convivencia pacífica.

Otro grupo de políticos, bien representados por el Presidente Lula y por el Ministerio de Relaciones Exteriores, se mueve dentro de un paradigma de futuro y de largo alcance, exigido por la nueva situación de la humanidad. Al enemigo y a la confrontación se contrapone el aliado y la convivencia. Se reconocen las diferencias, pero se buscan puntos en común, capaces de crear el bloque latinoamericano, con fuerza para dialogar en pie de igualdad con otros bloques y con otros intereses.

Solamente esta actitud sabia responde a la inquietud de cómo construir un futuro común, cómo habitar poética y prosaicamente el mismo mundo, cuál es la base común que nos permitirá el entendimiento recíproco y la construcción de convergencias en las diversidades regionales y globales... Estamos convencidos de que surgirá una Tierra multicultural, coloreada por todo tipo de valores étnicos, éticos y espirituales con una economía multidimensional y una política del bien general. El propósito mayor es un nuevo modelo de coexistencia, que forme una civilización planetaria interconectada.

 

Leonardo Boff




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