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Conozco un hombre

2004-08-20


  El ser humano es siempre la convergencia de los opuestos. A él cabe casar el cielo con la tierra, la ternura con la firmeza, la poesía con el trabajo. Cuantos más opuestos uno consigue articular en su personalidad, tanto más fecundo y humano se revela.

Conozco un hombre que realiza ampliamente este propósito inscrito en nuestra humanidad. Por eso irradia y nos inspira a ser, nosotros también, más humanos.

Es hermano y amigo de los pobres y al mismo tiempo circula sin cohibirse entre jefes de estado.

Nunca renunció a la idea de la revolución social sino que la unió a la revolución absoluta hecha por la mística.

Se comprometió con la liberación concreta de los humillados y ofendidos y soportó, en el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas, persecuciones y prisiones.

Posee clara percepción política, pero entiende la política como mediación del reino, la utopía del Nazareno.

Es de una radicalidad cortante y al mismo tiempo se muestra dialogante y flexible.

Es disciplinado en todo lo que hace, pero guarda creatividad y levedad en los gestos y en las palabras.

Posee un elevado sentido práctico, pero sabe conjugarlo con una visión espiritual de las cosas.

Es profundamente generoso, pero celoso de sus derechos y de los derechos de los pobres.

Es un hombre de pensamiento, pero vive inmerso en los movimientos sociales y populares.

Es escritor eximio y de altos vuelos pero nunca levanta los pies de la tierra a partir de donde su cabeza piensa.

Sabe cocinar como pocos, pues aprendió de su madre, pero aprecia cada comida que le ofrecen.

Se hizo íntimo de Dios hasta el punto de tener celos de Él, pero eso no le impide sentir amor y compasión por las personas.

Es un simple y pobre fraile dominico que vive en una pequeñísima celda, pero su convento es el vasto mundo.

Abrazó en cuerpo y alma el proyecto Hambre Cero, pero entiende su trabajo como forma de realizar evangélicamente la multiplicación de los panes y de los peces.

Es un hombre de evangelio que asumió el cuidado de su hermano enfermo no como quien carga una cruz sino como quien anticipa la resurrección.

Es el compañero, el amigo y el hermano que Dios nos dió para que la caminada en esta vida no sea sólo lucha y resistencia sino también celebración de alegría y de liberación.

El día 25 de agosto completará 60 años. Lo celebramos jubilosamente, junto con tantos y tantas, como compañero en las tribulaciones y coheredero de la esperanza.

Conozco un hombre. Se llama Carlos Alberto Libânio Christo o simplemente Frei Betto.

Él reunió en sí los opuestos en una síntesis tan feliz que los defectos que tiene no nos molestan. Su nombre suscita en nosotros admiración y cariño. Es una de esas personas de las que la humanidad y el cristianismo pueden siempre enorgullecerse.

 

Leonardo Boff




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