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El «punto Dios» en el cerebro

2003-11-05


  Un frente avanzado de las ciencias está constituido hoy por el estudio del cerebro y de sus múltiples inteligencias. Se ha llegado a resultados significativos, también para la religión y la espiritualidad. Se destacan tres tipos de inteligencia. La primera es la inteligencia intelectual, el famoso CI (cociente de inteligencia), al que se dio tanta importancia durante todo el siglo XX. Es la inteligencia analítica, por la que elaboramos conceptos y hacemos ciencia. Con ella organizamos el mundo y solucionamos poroblemas objetivos.

La segunda es la inteligencia emocional, popularizada por el psicólogo y neurocienftífico de Harvard, David Goleman, con su conocido libro La inteligencia emocional (CE = cociente emocional). Él ha mostrado empíricamente lo que ya era una convicción de toda la tradición de pensadores, desde Paltón, pasando por San Agustín, hasta culminar en Freud: la estructura de base del ser humano no es razón (logos) sino emoción (pathos). Somos, primariamente, seres de pasión, de empatía, de compasión, y sólo después, seres de razón. Cuando combinamos CI con CE conseguimos movilizarnos a nosotros mismos y a los demás.

La tercera es la inteligencia espiritual. La prueba empírica de su existencia deriva de investigaciones muy recientes, de los últimos diez años, realizadas por neurólogos, neuropsicólogos, neurolingüístas y técnicos en magnotoencefalografía (que estudian los campos magnéticos y eléctricos del cerebro). Según estos científicos, hay en nosotros otro tipo de inteligencia, científicamente verificable, por la cual no captamos datos, ideas o emociones, sino que percibimos los contextos mayores de nuestra vida, totalidades significativas, y que nos hace sentir nuestra vinculación al Todo. Nos hace sensibles a los valores, a cuestiones relacionadas con Dios, y a la transcendencia. Es la llamada inteligencia espiritual (CEs = cociente espiritual), porque es propio de la espiritualidad captar totalidades y orientarse por visiones transcentales.

Su base empírica reside en la biología de las neuronas. Se ha comprobado científicamente que la experiencia unificadora se origina en las oscilaciones neurales a 40 herzios, especialmente localizada en los lóbulos temporales. Se desencadena entonces una experiencia de exaltación y de intensa alegría como si estuviésemos ante una Presencia viva.

Inversamente, siempre que se abordan temas religiosos, como Dios, o valores que conciernen al sentido profundo de las cosas, no de una manera superficial sino con un involucramiento sincero ante ellos, se produce la misma excitación de 40 herzios.

Por esta razón, neurobiólogos como Persinger, Ramachandran y la física cuántica Danah Zohar han llamado a esa región de los lóbulos temporales como el «punto Dios».

Si esto es así, podemos decir en términos de proceso evolutivo: el universo ha evolucionado, durante miles de millones de años, hasta producir en el cerebro el instrumento que capacita al ser humano para percibir la Presencia de Dios, que siempre estaba allí, aunque de un modo no perceptible conscientemente. La existencia de este «punto Dios» representa una ventaja evolutiva de nuestra especie homo. Es una referencia de sentido para nuestra vida. La espiritualidad pertenece a lo humano y no es monopolio de las religiones.Antes bien, las religiones son una de las expresiones de ese «punto Dios».

 

Leonardo Boff




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