En el Año Internacional de la ONU contra la
desertificación
LA AMAZONIA AGONIZA
Datos de la Comisión de la CNBB para la Amazonia
Elaboración de la Agenda Latinoamericana
Los datos
Un área que ocupa casi el 50% del territorio de Brasil, considerado el
pulmón del mundo por la presencia de una imponente solva tropical, con el
rÃo más largo y de mayor caudal de agua potable del mundo, con fauna,
flora y minerales, es herida mortalmente por la ganancia de muchos. La
Amazonia, hace décadas que agoniza. La depredación, la deforestación, la
biopiraterÃa, las quemas, el narcotráfico, la hinchazón de las periferias
urbanas con la superpoblación, la invasión y el desrespeto por las áreas
indÃgenas, son desafÃos que claman a gritos la intervención de las
personas conscientes.
En el último año, la deforestación de la AmazonÃa -patrimonio de la
Humanidad por su riqueza de agua, oxÃgeno, biodiversidad y piedras
preciosas- ha llegado a uno de los puntos más altos de los que se tiene
registro: entre 2003 y 2004 la mayor reserva de biodiversidad del mundo ha
perdido más de 26 mil kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de
Bélgica, un 6% más que en el año anterior. Es un capÃtulo más en la
historia de depredación incesante que ya acabó con 680 mil Km2 de ese
territorio (el 17’5% de la selva brasileña), un área equivalente a Francia
y Portugal juntos. La selva amazónica pierde una superficie de cinco
campos de fútbol cada minuto.
La organización ecologista Greenpeace ha señalado que las principales
causas de la deforestación son la puesta en cultivo de terrenos de selva
(principalmente para plantar soja), y la tala ilegal.
Las causas
El coordinador de Greenpeace en la Amazonia, Paulo Adario, opina que la
persistencia de la deforestación muestra la impotencia del gobierno
brasileño. La principal crÃtica está dirigida a la contradicción del
actual Gobierno, que por un lado tiene un ministerio de Medio Ambiente que
lanza proyectos para proteger la Amazonia y, por el otro, apoya el «agronegocio»,
especialmente al monocultivo de la soya, una de las principales causas de
la deforestación indiscriminada.
El mayor productor y exportador de soya del mundo es el gobernador del
Estado de Mato Grosso, Blairo Maggi, conocido como «El Rey de la soja».
Precisamente ese Estado brasileño es el responsable del 48% de la
deforestación, que ha crecido notablemente desde que el dueño del grupo
Maggi ha llegado a ser su gobernador en 2003. Ese año, Maggi ha facturado
532 millones de dólares, un 28% más que en 2002, antes de ser gobernador.
La tala de la selva para cultivar soya transgénica es el centro de los
reclamos de los grupos ambientalistas. Recientemente el Congreso
brasileño, por iniciativa del Gobierno de Lula, aprobó la legalización de
este cultivo genéticamente modificado. Según Paulo Adario, el modelo
económico brasileño actual, basado en la exportación agrÃcola que genera
superávit para pagar la deuda externa, junto a la explotación ilegal de
las madereras, son los responsables de la destrucción de la AmazonÃa.
En la región existe una especie de «Estado paralelo» formado por
hacendados y madereros que desafÃan al poder público y en muchos casos
trabajan «asociados»: las madereras ilegales compran los árboles
«sobrantes» de la tala que realizan los terratenientes para expandir sus
cultivos.
La causa última
La causa última es que esta última área virgen del planeta está siendo
devorada por nosotros. SÃ, comida por la población humana. La carne bovina
y la soya, presentes en nuestra vida diaria, tiene un papel importante en
esta destrucción. Nuestros patrones de consumo están acabando con la
floresta más importante del planeta, provocando unas consecuencias que
afectan a toda la humanidad. La biodiversidad, el clima y las naciones
indÃgenas, son cuestiones planetarias, e irresistibles.
El progreso, el desarrollo, nuestro modelo de civilización han reado
una cultura de la producción, promoviendo la sociedad de consumo en la
lógica de la compra-venta, sin tener en cuenta que no todo tiene una
duración eterna. El futuro de la Tierra no es tan prometedor, sobre todo
para la mayorÃa. Los llamados constantes alertan al gobierno y a la
sociedad brasileña urgiendo medidas que contengan la deforestación. «Los
investigadores y cientÃficos advierten que, de continuar el ritmo actual
de deforestación, bastarán 50 años para que desaparezca toda la selva, con
lo que se está afectando ya al calentamiento planetario.
Nueva comprensión de la Amazonia
La Amazonia, sin embargo, no necesita seguir el camino que siguió la
Selva Atlántica, ya destruida. Una nueva forma de comprener la Amazonia
por parte de todos los brasileños, pero sobre todo por las comunidades de
la misma Amazonia en la organización y la decisión de sus prioridades,
podrÃa frenar e incluso detener este camino que nos lleva a la destrucción
total.
Ya hemos acabado con las grandes selvas del Nordeste brasileño. Más del
95% de la floresta de Rio Grande do Sul también desapareció. Grandes
bosques de araucarias, cedros, ipês y timbaúvas, cayeron, vÃctimas de la
expansión de los campos de cultivo y de los pastizales para bueyes.
Después fue el turno del Paraná, con la tala de los pinares, seguida de
Mato Grosso y Santa Catarina… En 1970 comenzó el turno del Norte: un
millón de brasileños peregrinaron por la BR 364 en dirección al Acre y a
Rondônia, martirizndo a los indios y derribando florestas, por no hablar
del Pará, considerado hoy una de las regiones más devastadas y devoradas
no sólo porla voracidad de los extranjeros, sino de los brasileños.
Hace mucho que lo oÃmos: el planeta Tieerra está gravemente enfermo, y
su vida está en peligro. La Amazonia, el mayor conjunto continuo de selvas
tropicales de todo el planeta, si es destruida, aunque sea parcialmente,
puede acarrear el desequilibrio total del ecosistema, amenazando la
sobrevivencia de la especie humana misma. Por su parte, la mayorÃa de los
hombres y mujeres no consigue despertar ante este desastre inminente, que
puede desencadenarse en cualquier momento en caso de que no se dé una
movilización de todos.
No podrá salvar el planeta Tierra un solo grupo… Tendrá que ser la
colaboración de todos, tomando conciencia de la necesidad de cambiar de
actitud, instaurando una nueva relación con los valores y con la
naturaleza, entendiendo «la Humanidad como parte de un vasto universo en
evolución», y «la Tiera como nuestro hogar, viva». Sintiendo, en
definitiva, que somos parte de ella.
En este sentido, urge una nueva ética y una nueva espiritualidad que
nos ayuden a construir un nuevo pensamiento y una nueva actitud
existencia. Nuestra filosofÃa y nuestro pensamiento han sido dominados
largamente por el «antropocentrismo», según el cual el ser humano se
consideraba dueño absoluto y sin lÃmites de la naturaleza, empeñándose a
fondo en la explotación desenfrenada de los recursos naturales, en la
ilusión de que podrÃan durar eternamente.
El ser humano primitivo tenÃa miedo de las fuerzas naturales. Sabemos
de mitos que, durante milenios, ocuparon el imaginario de las poblaciones
como los dioses que éstas invocaban como mediadores para aplacar a las
fuerzas incontrolables de la naturaleza, que limitaban los especios de
libertad. Durante milenios, la Humanidad consiguió vivir en el planeta sin
destruirlo, sin perjudicarlo. Pero, poco a poco, pasaron de la condición
de dominados a la de dominadores.
La lógica del sistema utiliza todas las técnicas para producir, cueste
lo que cueste, avanzando en una peligrosa escalada de explotación de la
tierra, como si los recursos fueran inagotables. El dominio de la
naturaleza se transforma en destrucción de la misma. El ser humano tiene
hoy el siniestro poder de destruir el hogar cuya preparación costó miles
de millones de años.
Es sabido cómo mueren toneladas de peces por los desechos industriales
vertidos sobre las aguas. Y es conocida la amenaza de escasez del agua en
el planeta. El aire, por su parte, en los centros urbanos, alcanza niveles
alarmantes y casi insoportables de polución, generando enfermedades de
pulmón, y de cáncer de piel, entre otras. Pero más de dos tercios del área
forestal del mundo han sido sacrificados en favor de la producción. En
1850, todavÃa existÃa el 80% de la selva brasileña. En 1935 habÃa bajado
al 26%. En 1962 contaba apenas con el 13%. Hoy queda menos del 3% de
nuestra floresta brasileña. ¿Y las especies animales? De 1600 hasta hoy,
162 especies de aves fueron ya extinguidas por el ser humano. Un centenar
de especies de mamÃferos desapareció y 225 están en vÃas de extinción.
Cierca de mil especies salvajes son considerados ya en extinción.
La «desertificación» en América Latina no se da sólo las tierras secas
y yermas, sino en el máximo pulmón del planeta, la Amazonia. Al
destruirla, hacemos avanzar dÃa a dÃa el desierto latinoamericano y
mundial. Es urgente el cambio de mentalidad, no sólo en los técnicos y en
los empresarios, sino en los campesinos, los trabajadores todos, los
habitantes de las ciudades, todos los habitantes del planeta, para detener
este crimen ecológico y para revertirlo. Hace falta especialmente que
jóvenes –ellos y ellas- descubran en el trabajo ecológico, en la Causa de
la Tierra, una buena Causa por la que enrumbar su vida y su vocación
futura: salvar la Tierra, salvando asà a la Humanidad. Y ello, no tanto y
no sólo mediante acciones materiales –también urgentes- sino transformando
las mentalidades, dando información, provocando la reflexión, haciendo
tomar conciencia… en toda ocasión, en cualquier momento, por medio de la
Comunicación.
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